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Entender y comprender

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Me parece que voy a tener que renunciar a tratar de comprender. Una se pasa la vida reflexionando y quemándose las pestañas leyendo justamente para tratar de comprender. A veces tiene éxito y siente que valió la pena cuando comprende aunque sea una mínima parte de lo que le interesa, y piensa: ¡pero, claro! ¡Aleluya, el universo líquido, la teoría de cuerdas, la conjetura de Maldacena, claro! Y todo eso porque logró comprender más o menos y de refilón, de qué le están hablando. Una sabe que entender, lo que se llama entender, ni por casualidad, vea. Pero también sabe que hubo un instante, una fracción de un instante en la que vio, literalmente vio qué significaba todo ese palabrerío, y se siente poderosa y ve el mundo de otro color y sabe que ahora tiene fuerzas para seguir. Ahora, lo que se dice entender, no: una no puede ni empezar a explicarle al prójimo lo que vio; pero no importa porque una se guarda la felicidad para sí y desea que los demás también la alcancen. Y después hay cosas que ni de lejos puede llegar a comprender; ni de lejos un sombra de comprensión y entendimiento: nada. No entiendo cómo es posible que en un par de semanas haya habido tres bebés muertos a golpes por sus padres, madres o ambos a la vez. No entiendo. No entiendo cómo es posible que un tipo alcance el goce erótico, no conquistando a  una chica que le gusta, mandándole flores y llamándola por teléfono e invitándola al cine, sino teniéndola como víctima, apretada bajo su cuerpo, insultándola, humillándola, riéndose de su rechazo, de su intento de defenderse. No entiendo cómo es necesario, indispensable, contar con una víctima (indefensa, claro) para lograr el contento, la felicidad, la tranquilidad del ánimo. Y, peor aun, tampoco comprendo. Puedo escandalizarme, horrorizarme, pero me mantengo fuera de eso, lejos, totalmente ajena, porque pienso en el bebé maltratado, en el bebé que esa mujer llevó en su panza y que lloró al llegar al mundo como si supiera     que quien le daba la vida se la iba a quitar cruelmente. Porque pienso en la chica llena de sueños y de proyectos, que de pronto se sintió convertida en una basura, sucia y maloliente, golpeada y estrujada como si a nadie le importara. Tal vez a nadie le importe: hay quienes dicen “ella lo provocó”. ¿El bebé también? Y bueno, lloraba mucho.

Lo que no entiendo ni comprendo es eso: ¿qué clase de gente está poblando el mundo si no podemos darles abrigo, amparo y protección a las víctimas?