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PANORAMA / DIAS CALIENTES

Entre el G20 y el PJ9

Los tiempos electorales se aceleran. Pases de facturas oficiales y reacciones por Cristina.

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HOUSE OF ‘Kas’ Miguel Angel Pichetto | PABLO TEMES

Todavía resuenan en el universo de Cambiemos las secuelas del zafarrancho que lo llevó a la pérdida de asientos clave en el Consejo de Magistratura. En el radicalismo, el malhumor continúa. "No es malhumor; es bronca" –corrige una voz de peso dentro de la UCR. Es una bronca mascullada que, sin embargo, no pasará a mayores. Pasar a mayores significaría, lisa y llanamente, la ruptura. Todos los integrantes de la coalición gubernamental saben que no tienen más remedio que tolerarse y/o soportarse. Y todos saben también que si se produjese esa ruptura –hecho que equivaldría a repetir la traumática experiencia que llevó a la destrucción de la Alianza–  sería algo que sus votantes no les perdonarían por largo tiempo.

Las disputas internas dentro del oficialismo no son solo entre el PRO, la UCR y la Coalición Cívica; las hay, además, al interior del PRO. Una de los asuntos que por estas horas  aviva la interna es el posible desdoblamiento de las elecciones en la provincia de Buenos Aires. Las encuestas que circulan en abundancia por los despachos del poder, muestran que, si la Provincia separase sus elecciones de los comicios de la Nación, las chances de Cambiemos –es decir de María Eugenia Vidal– aumentarían significativamente. El adverbio significativamente tiene en este caso una traducción muy contundente, ya que se habla de la posibilidad de que el oficialismo se quedase con diez a 15 municipios más de los que hoy gobierna.

Internas entre el PRO y la UCR por un lado y del peronismo por otro. Lilita borrada.

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Sondeos. Las encuestas muestran que la imagen negativa de Mauricio Macri es fuerte y que la diferencia con Vidal, a pesar de la caída que su imagen también ha experimentado a causa de la crisis económica, se ha acentuado. Es sabido que la gobernadora no comparte muchas de las medidas implementadas desde el gobierno nacional. Por eso, y dentro de los límites que le impone su necesaria subordinación al Presidente, cada vez que puede produce hechos que hacen evidente sus desacuerdos. Es lo que se vio con el bono de fin de año a los jubilados de la Provincia, algo que Macri decidió no otorgarle a los que perciben sus haberes por parte de la Anses.  

Una muestra más de esa interna –florida en buenas maneras y crueldad– la dio Federico Sturzenegger. "Tenés que contar la verdad de lo que te pasó"– fue el consejo que recibió de varios de sus amigos el ex presidente del Banco Central a los que decidió hacerles caso. Lo hizo en una charla en la Universidad de Harvard, nada menos. Narró allí cómo era obligado a concurrir a la Casa Rosada y someterse a la crítica y el ninguneo del jefe de Gabinete, Marcos Peña. “Yo no entiendo nada de economía, pero el resto de las personas que están en esta sala me dicen que no hay que hacer lo que vos decís”–era lo que afirmaba Peña. Una de las personas que estaba en esa sala era Mario Quintana, el ex vicejefe de Gabinete. El episodio es una muestra del grueso error que cometió Macri al delegar la gestión de gobierno en Peña y compañía. Recuérdese que, para no verse expuesto a esa lapidación, el entonces ministro de Hacienda, Alfonso de Prat-Gay, tomó la determinación de asistir a las reuniones de gabinete solo cuando eran encabezadas por el Presidente y no por Peña.     

Otra de las figuras con diferencias cada vez más marcadas con Macri es Elisa Carrió quien, no por casualidad, permanece desde hace un mes en un cono de sombras. "Está borrada desde hace varias semanas de la política y del Congreso, pero articula todo el tiempo con su mano derecha, el diputado Juan Manuel López" –cuenta un conspicuo hombre de Cambiemos. Más allá de que habla con el diputado Mario Negri, Carrió decidió el silencio después de haber confrontado tan fuertemente con el Presidente a quien condenó a elegir entre ella y Angelici y un largo etcétera.  "Yo se los avisé que el peronismo iba por todo"–fue lo que mandó a decir a los suyos, en referencia a la jugada del panperonismo que, en la elección de los nuevos miembros del Consejo de la Magistratura, dejó descolocado al oficialismo.

Internismo. En el justicialismo el voltaje de los enfrentamientos sigue subiendo. Sobre todo porque el Peronismo Federal demostró esta semana una voluntad firme de construir una alternativa política distinta a la de Cristina Fernández de Kirchner.  

La reunión de Sergio Massa y Miguel Angel Pichetto con los gobernadores produjo impacto interno y externo. En principio habían comprometido su asistencia siete. "No pensábamos que iba a ser tan exitosa y que vinieran los nueve que habíamos invitado; pero vinieron los nueve y faltó Verna porque está enfermo"–cuenta con cara de satisfacción un organizador del encuentro. En ese ámbito de renacido optimismo, se cree que en las próximas dos o tres semanas se van a agregar dos –con posibilidad de un tercero–, mandatarios provinciales.  

En la reunión se hizo un balance muy crítico de la situación económica nacional. Por eso se decididó convocar para el lunes que viene a un grupo de treinta economistas de todo el país que tienen otra idea de cómo está la Argentina, quienes elaborarán un documento con un análisis crudo sobre la situación socioeconómica del presente.

Se habló también de la separación de la elección en la provincia de Buenos Aires y de abrir ese espacio al no peronismo. De hecho se verifica allí un diálogo fluido con socialistas, radicales y dirigentes que responden a Margarita Stolbizer. Entre los radicales hay varios intendentes muy disconformes y crecientemente críticos del gobierno nacional.   

En vísperas de la cumbre del G20 en Buenos Aires, la desvaída contracumbre que organizó el kirchnerismo el lunes pasado dejó un alerta. Fue la frase de Cristina Fernández de Kirchner en la que criticó el sistema de división de poderes establecido por la Constitución Nacional. Es de lo que se habla en las reuniones de La Cámpora de cara a la vuelta al poder, algo que en el ámbito del kirchnerismo duro se da cono un hecho. Sería el fin de la República.  

Se define al despotismo como al gobierno absoluto, no limitado por las leyes. Es el "vamos por todo" con el que sueña la ex presidenta en su proyecto desesperado por volver al poder.

Producción periodística: Lucía Di Carlo