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Fútbol y manipulación, una historia ya vivida

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Fin. La despedida de la selección argentina en el Mundial de Rusia, 2018, a poco del acuerdo Macri-FMI. | cedoc

Durante la semana que pasó sucedió algo que demuestra cuánto pesa el fútbol, esa pasión cuasi religiosa de la que los argentinos no estamos exentos, en las posturas y decisiones de todos los ámbitos políticos, económicos y sociales: la iniciativa canalizada por el senador Oscar Parrilli –quien suele decir sin pelos en la lengua lo que su jefa política, Cristina Fernández, prefiere guardar en la intimidad– para que vuelva a las pantallas Fútbol para todos parece introducirnos en un túnel del tiempo y generar una nueva fisura en la dilatada grieta. 

Propongo a los lectores de PERFIL que observen esto con cierto escepticismo y no pocas dudas. Que esto suceda cuando se está jugando otro partido, el más duro que debemos enfrentar los argentinos –hablo del entendimiento con el FMI y de sus consecuencias futuras– puede incluirse en un ejercicio a tomar con pinzas.

Hace poco menos de cuatro años, cuando el ex presidente Mauricio Macri acordaba con el FMI el impagable préstamo que acaba de ser renegociado, la noticia tronaba en los medios con fuerza, pero no tanta como para tapar otra que capturaba mayoritariamente las emociones de los argentinos: el mundial de fútbol de Rusia. Hoy, las tapas de los medios instalan ambos temas –el acuerdo y el fútbol– en un plano casi igualitario tras el triunfo de la selección nacional frente Chile por las Eliminatorias para otro Mundial, el de Qatar, previsto para noviembre.

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Dejemos por un momento el tema del acuerdo, porque lo que intento transmitir es cuánto importa para el sentir colectivo esto que viene ocurriendo con la selección argentina de fútbol. Días después del acuerdo de Macri con el FMI, Argentina quedaba fuera del Mundial de Rusia. Periodistas, columnistas, comunicadores, medios y operadores de redes sociales se dedicaban a triturar a jugadores y técnicos olvidando que en los meses previos habían oscilado entre los elogios desmedidos y las desmedidas ejecuciones, más de los primeros que de las segundas.

Hoy es casi unánime el elogio a la Selección porque, en verdad, está jugando bien y se puede dar el lujo de ganar sin su estrella principal, Lionel Messi, y sin su técnico, víctimas ambos de los efectos del covid. ¿Mantendría el periodismo la misma postura si Argentina perdiera el martes su prolongado invicto, jugando bien, mal o regular? No tengo la respuesta, pero quiero traer a la memoria una columna que publiqué el 1° de julio de 2018, coincidente con aquel acuerdo con el Fondo y aquel Mundial de Rusia. La titulé “Fútbol y manipulación social”, y señalaba en ella: “Desde que el Mundial comenzó, en los medios (y entre periodistas de esos medios) se generó una grieta alimentada por este fenómeno social, que excede largamente lo deportivo. Por un lado, afortunadamente, se instalaron los discursos meditados, con fundamentos, sensibles pero no sensibleros, de buena parte (la mayor parte) de redactores, editores, conductores de radio y televisión, referentes del fútbol en redes sociales; por otro, lamentablemente, crecieron opinadores que eligieron la desmesura, cuando no la crueldad, para analizar los aspectos técnicos y lo que fue y será seguramente una visión farandulesca y tramposa de la Selección, su técnico y la dirigencia del fútbol argentino”. 

Mi comentario puede adaptarse a la actualidad: cierto es que la mayor parte del periodismo no cae en la trampa del exitismo ultraísta, pero es necesario estar atentos si ello ocurre en el futuro. 

¿Por qué inicié este espacio hablando del plan Parrilli-Cristina para el fútbol local? Porque entiendo que no es casual que se intente devolver la vida a un programa agotado por la enorme carga económica que significó para las escuálidas arcas del país. Y porque hablar de eso es hablar menos del nuevo acuerdo con el monstruo llamado FMI o de esta Selección que tendrá que validar en noviembre, en Qatar, lo esbozado en estas Eliminatorias.