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Hablar en difícil

Me gusta pensar en la lectura como en un baño de inmersión en el lenguaje. Distender la lengua, renovar ciertos términos, despertar los adormilados; subirme a una frase prolongada, seguirla en su serpenteo. No comprendo el miedo a lo extenso (si expande); la necesidad de frases cortas, drásticas. ¿Apuro o impericia? Es cierto que lanzarse en una página sin caer en las exigencias de la gramática conlleva una asunción de las reglas, mofándose de las mismas, cierto grado de libertad a la hora de escribir, la lengua como un instrumento musical, herramienta y fantasía, desentenderse de los conectores, tediosos y duros, capaces de arruinar una descripción, convirtiéndola en sumatoria, ¡o las preposiciones!, tan de memoria y cumplidoras.

En estos tiempos se confunde lo pródigo u original con lo difícil, rebuscado o aburrido. La precisión de un concepto y su desarrollo con lo ininteligible e inútil. El intelectual es considerado de nicho; sus elucubraciones, ociosas, antiguas.

¿Será el miedo a no entender? ¡Pero qué mejor que no entender! Hay algo para incorporar, la posibilidad de desasnarse. Además, no se trata de una dificultad. Escribir o hablar con precisión es una forma expresarse lo mejor posible. Las palabras, por ahora, son las únicas pinzas que tenemos para apresar el significado del mundo. Aunque sea en una frase.

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Sucede también en la oralidad, podemos sorprendernos ante una manera de decir, ciertos anacronismos simpáticos, palabras nuevas, inventadas. Esas personas que nos despiertan por cómo hablan. Y no lo hacen “en difícil”, es simplemente distinto, como si acertaran. La lengua propia se enriquece sin dinero, solo por apetito de saber, del gusto por nombrar. Como diría Olga Orozco, “con esta boca, en este mundo”. Y cuántas más palabras, mayor es el caudal de la lengua, más diversidad para nombrarse. Porque no se trata solo de la “autopercepción”, sino de poder expresarse. Hablar llano, sin relleno, con gusto, y sin regodeos.

“Hablar en difícil” esta semana fue tendencia en Twitter (ahora X). Una pelea de palabras por las palabras, buscando un lugar de poder en el saber, o desautorizando el saber para allanarle el camino al poder.