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Cristina, tras la condena

Indignación depresiva

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Tribunal. El TOF 2 durante la lectura del fallo contra CFK por administración fraudulenta. | telam

Tal vez Cristina no ha sido una abogada tan “exitosa” como presume. A menos que considere no merecer ni una mácula por haber sido elegida en las urnas y, curiosamente, pertenecer a una actividad política que se destaca por la apariencia animal print, esa costumbre mundial por llevar una piel con más manchas que una tigresa.

Solo en esta falta de pertenencia y en olvidar con quién estuvo casada una vida se entiende el ánimo depresivo y la violenta indignación que le provocó el último fallo del tribunal que la condenó por corrupción. El resto son contingencias de una matrícula que ella tiene olvidada, menos complicadas de lo que anuncian los titulares de los medios, sean favorables o contrarios, la continuidad de un curso matusalénico y engorroso.

El último veredicto en contra de la Vice, para cualquier penalista medianamente formado, es de dudosa aplicación y el trámite de su eventual proceso se extenderá por largos e interminables años. Quizás hasta extinguirse. Inclusive con la posibilidad de “ganar, perdiendo”. O al revés, que viene a ser lo mismo: una tautología de los estrados judiciales. Si hasta la obligada rutina por denunciarla de los fiscales Luciani y Mola podría favorecer a la ex mandataria en el futuro, como una inexplicable y paradójica conjura.  

Por lo tanto, se desvanece el despacho exagerado de la Vice, vehemente y angustiada, con la renuncia histórica a cualquier cargo electivo. Si Evita viviera, no sería ella.  Asegura no temer ir presa, resignada musita que “ya estoy presa hace años”. Es cierto, sale poco y nada, visitas familiares, apenas visita nietos en el Sur, se queda en el anterior departamento de su hija en Constitución, a veces asiste un fin de semana al campo de los Ustarroz y De Pedro en Mercedes. Cuenta los días en que no ha podido ir a un restaurante ni a un espectáculo, miles, circular libremente. Entonces, la prisión no le cambia la vida. Excusa falsa: no es lo mismo encerrarse a que te impidan salir de tu casa.

El veredicto contra la Vice, para cualquier penalista formado, es de dudosa aplicación

Justicia ilegítima. También recurre, como sus adláteres, a cuestionar la gestión del finado juez Bonadío y del fiscal Stornelli, los sospecha a cargo de una misión tenebrosa para perjudicarla, le han dicho que presionaban a los empresarios declarantes para que la imputaran.

Arguye en otra parte: “¿Acaso hay algún empresario que sea capaz de decir que se reunió conmigo para pagarme una comisión, una coima? ¿Habrá alguno que se atreva a decir que me habló de esa posibilidad?”. Nadie se hubiera atrevido, ni siquiera los amigos de Néstor, léase –entre otros– Lázaro Báez y Cristóbal Lopez. De ella no han sido amigos, dice.

Observaciones para las tertulias, mas para la tribuna que para un tribunal. Casi una revisión de persecuciones políticas  para integrarse en aquel libro del siglo pasado del húngaro Emil Lengyel, con líderes africanos y asiáticos condenados, titulado “De la cárcel al poder”. Ahora sería a la inversa con una subdesarrollada de Hispanoamérica. Falso también. La lerda evolución de la causa supera a los argumentos personales, a lo jurídico e, inclusive, a los fundamentos no conocidos aún de la condena.  

Primero, recordar que tarde o temprano, este proceso culminará en la Corte Suprema. Y, para entonces, en el 2025 con buena voluntad, no estará en el cuerpo el peronista y cordobés Juan Carlos Maqueda, al que la Vice no lo enrola en su fracción.

Hoy, los fallos de Maqueda coinciden con los de Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz, siempre en contra de lo que vota Ricardo Lorenzetti (a quien le atribuyen haber impulsado operaciones en contra de su compañero de elenco).

Razones de edad, el límite de ejercicio a los 75 años determinarán el alejamiento de Maqueda. Y, como se sabe, en un cuerpo de solo tres miembros (es dudoso que pueda aparecer uno o dos reemplazantes en un convenio entre oficialismo y oposición), la mayoría de tres debe ser unánime; si se revelan disidencias, será necesario convocar a un conjuez, al titular de una Cámara Federal. Más tardanza.

Además, la Corte no tiene plazos para expedirse, aunque puede empeñar más velocidad por resolver cuestiones de carácter público por la naturaleza de los condenados.

Igual, será difícil agilizar cualquier decisión: otro año más por lo menos consumirá esa etapa aún de lejano destino.

Incertidumbre. Aparte de demoras y reemplazos, si persiste en este proceso la voluntad prometida de los fiscales por imputarle a Cristina la carga de “asociación ilícita” ante la Casación, este tribunal podría determinar un nuevo juicio si decide cambiar la calificación.

El proceso llegará a la Corte, donde ya no estará el cordobés Maqueda, que se jubilará

Es que se enfrenta a una escena repetida en su propio seno: la causa de Rubén Beraja, ex titular de la DAIA, sobre la que ya se expidió en su momento, incluyó en su pronunciamiento la revocación de esa figura. Y, como Casación solo puede anular o aprobar, debería iniciarse un nuevo juicio, más testigos, presentaciones, reiteración mediática y extensión de los plazos.

Para la fiscalía sería “ganar, perdiendo”. Al revés de Cristina, quien nunca podrá invocar la prescripción –solo le cabe a los privados, no a los funcionarios públicos–, aunque seguramente le queda el recurso de apelar al “plazo razonable” que finalmente protegió a Carlos Menem en el caso de las armas, cuando se superaron 20 años de proceso. Hermosa compañía del riojano para la platense.

También hay otro antecedente a contemplar: el caso Pompa, un funcionario que en apariencia estafó al Banco de Córdoba al que no le pudieron desdoblar la causa, como hasta ahora ocurre con los distintos procesos a Cristina (fraude administrativo en Vialidad, Cuadernos, Hotesur, etc.). De acuerdo a esa doctrina, ella debe ser juzgada por un mismo fraude, único e indivisible, no por varios.

Seguramente, ella pedirá las nulidades en el resto de las causas, se negará a que la traten como una asaltante de bancos a ser juzgada por cada robo. En todo caso, se va a proponer como el encargado de un edificio que, si bien cometió ilícitos con un gasista, un electricista o un reparador de cañerías, se lo considera en un solo delito por administración fraudulenta. Ya hubo resoluciones en ese sentido. Y la Vice no se negará a disfrutar de esa salvedad de los porteros: finalmente, es el poderoso gremio que la alienta.