COLUMNISTAS
horas aciagas

Ingratitudes y traiciones

La campaña genera demasiadas preguntas ante una realidad dura que no ofrece respuestas al ciudadanía.

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'Hasta que rompa el hervor', Sergio Massa. | PABLO TEMES

"Tenemos que entrar en el ballottage”, fue la frase con la que Cristina Fernández de Kirchner reconoció la posición de debilidad en la que se encuentra el Frente de Todos contra Todos. Y, al hacerlo, confirmó implícitamente la razón por la que decidió no presentarse como candidata a la Presidencia en las elecciones de octubre próximo: el objetivo del oficialismo ya no es ganar. 

“Se bajó, porque no le dan los números y encima está molesta porque siente que todos en el peronismo están tratando de exprimir hasta la última gota del limón” –dijo un dirigente que la conoce bien y agregó: no puede seguir cobijando al movimiento detrás de su pollera, más aún cuando siente que nadie, pero nadie, se jugó por ella en estos cuatro años para el olvido”. Ella sabe que el FdT se encamina a perder. Sabe también que no hay magia posible que pueda revertir la debacle económica que castiga a los sectores más pobres de la sociedad, a los que la vicepresidenta dice cuidar. 

La aparición televisiva de CFK en C5N, en lo que quiso disfrazarse de una entrevista a la que ella manejó en todo momento y con total comodidad, generó mucha atención mediática, a la vez que careció de peso político. La expresidenta en funciones ha perdido poder. Es el resultado obvio de una gestión gubernamental catastrófica de la que, por más relato que haya, no se puede despegar. Alberto Fernández es a quien ella designó como candidato hace cuatro años. Sergio Massa es ministro de Economía porque ella lo decidió y dio su visto bueno. 

Adormecidos y resignados

Lo más notable de las apariciones y manifestaciones públicas de CFK es que generan un zafarrancho interno que hacen más compleja la complicada situación interna del FdT. Viene el tiempo de los hijos de la generación diezmada, dijo, y mencionó a su hijo Máximo –cuya relevancia deviene del hecho de ser su hijo y ninguna otra cosa más– a Eduardo “Wado” de Pedro y a Andrés Larroque. 

La pobreza de ese elenco habla a las claras de la falta de visión política de CFK, y a la ausencia de figuras con llegada real al electorado. Es lo que le ocurre cada vez que se siente arrinconada. Nada que sorprenda. Esa falta de visión política y esa angurria de poder y plata del matrimonio político que constituyó con Néstor Kirchner, está en la base del fracaso del proyecto que intentó imponer el kirchnerismo.

No fue precisamente un tono de alegría el que utilizó el ministro Massa en su perorata del viernes pasado, para fustigar a quienes pretenden competirle en la interna. El exintendente de Tigre estaba exultante con el elogio que le prodigó CFK cuando dijo que “había agarrado una papa caliente”. Sin embargo, no lo incluyó dentro de la lista de posibles presidenciables. No es un dato menor. El efecto “humo” de toda la gestión de Massa se va diluyendo día tras día. Se hace un despliegue sobreactuado de reuniones, declaraciones y medidas que tiene efectos escasos o directamente nulos. Claro ejemplo fue lo que pasó a comienzos de la semana con las inspecciones a los que importan frutas y verduras en el Mercado Central, cuando una veintena de camionetas con agentes de la AFIP y de la Aduana ingresaron en medio de un gran aspaviento para controlar tan sólo diez puestos de venta de verduras y frutas. 

El destino cíclico del país

Tamaño despliegue no hizo más que espantar a los compradores, lo que generó un enorme perjuicio a la mayoría de los puesteros que viven al día. Si esa es la metodología con la que el Gobierno pretende controlar o hacer bajar la inflación, el fracaso está asegurado. Pero hay otro motivo determinante para que la vice en funciones no termine de bendecir al superministro. Cristina Fernández no confía en Sergio Massa. Sabe que si colabora para sentarlo en el sillón de Rivadavia, finalmente la traicionará. La soledad del poder abraza a la líder del Frente de Todos como nunca antes. Son horas aciagas que deberá transitar. Ni siquiera la promocionada marcha del 25 de Mayo podrá llenar ese vacío. 

La misma sensación de ingratitud cubre a varios de los soldados del PRO. La brutalidad de la interna no cesa y sigue minando las posibilidades de No tan Juntos por el Cambio de volver al poder. Todos en la coalición opositora siguen con atención las desventuras de los miembros del equipo amarillo un poco por preocupación y mucho de oportunismo y sarcasmo. La Unión Cívica Radical espera su momento como si semejante revuelo no afectara las chances del conjunto. 

Ya no se trata de la pelea en la Ciudad donde Jorge Macri dio a entender que no aceptaría un resultado negativo de las encuestas que propusieron para dirimir entre su candidatura y la del ministro de Salud porteño, Fernán Quirós. ¿Para qué tanto revuelo entonces? ¿El primo Jorge tiene tanto miedo a perder?

También en la provincia de Buenos Aires el desenlace será áspero y abierto. Patricia Bullrich eligió al intendente de Lanús, Néstor Grindetti como su delfín. Por estas horas en el entorno de Diego Santilli se preguntan si no hubiera sido mejor ir por la vía del acuerdo. Demasiadas preguntas, para una realidad dura que no ofrece respuestas al ciudadano de a pie.