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Kicillof pisa el acelerador

La figura sintáctica velocista empleada por Axel Kicillof para rechazar el convite de Javier Milei al Pacto de Mayo pareciera estar a tono con la aceleración que decidió imprimirle a su posicionamiento como líder opositor. Y aspirante presidencial, claro.

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El gobernador Axel Kicillof al encabezar este lunes la apertura del 152° período de Sesiones Ordinarias de la Legislatura bonaerense. | NA

“Arranquen nomás si no llegamos”. La figura sintáctica velocista empleada por Axel Kicillof para rechazar el convite de Javier Milei al Pacto de Mayo pareciera estar a tono con la aceleración que decidió imprimirle a su posicionamiento como líder opositor. Y aspirante presidencial, claro, aunque nadie quiere mencionar el tema.

Por eso, en su inauguración de las sesiones ordinarias de la Legislatura bonaerense, el gobernador eligió hablar poco de los temas provinciales y mucho de lo que lo diferencia del Presidente. Aprovechaba que jugaba de local, arropado por un peronismo desconcertado y en tensión, abroquelado más por espanto que por amor.

Podría decirse que la estrategia nacional de Kicillof puso primera en octubre pasado, cuando consiguió la reelección por amplio margen ante una oposición dividida. Pasó a segunda cuando Milei derrotó a Sergio Massa en el balotaje. Y el viernes último, el Presidente le dejó servida en bandeja poner la tercera marcha.

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Lo hizo de nuevo

En ese apuro, a veces se puede forzar el motor. Cuando su par de Chubut, Ignacio ‘Nacho’ Torres, amenazó con cortar el suministro de petróleo y gas desde su distrito por el conflicto con Nación por la coparticipación, Kicillof intentó subirse a lo contienda con el planteo de que él podría bloquear los puertos y los accesos en la provincia de Buenos Aires. Como Torres, hicieron un rebaje.

Ante la propuesta de Milei a los gobernadores de un pacto condicionado, muchos de sus destinatarios respaldaron la iniciativa. Todos los que siguen usando el extinto sello de Juntos por el Cambio y algunos peronistas, entre ellos. Hasta que habló Kicillof, apenas el pampeano Sergio Ziliotto había rechazado el convite.

La oportunidad para Kicillof fue inmejorable. Y la tomó. Además de la obviedad de culpar de los problemas de la Provincia al ajuste encarado por Milei, todo el tiempo buscó contrastarlo al defender el rol del Estado, con citas al papa Francisco incluidas.

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Axel Kicillof en la apertura de sesiones en la Legislatura bonaerense.

La réplica excedió lo dialéctico y se escenificó. Kicillof se rodeó de todo aquello identificado por el oficialismo nacional como la casta. A su lado estaba Verónica Magario, vicegobernadora y presidenta del Senado provincial, una voz del poder de las intendencias. En la platea, jefes sindicales (Rodolfo Daer, Hugo Moyano, Roberto Baradel, entre muchos otros), Máximo Kirchner, Wado de Pedro, Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. En los palcos, intendentes de peso como Fernando Espinoza, Jorge Ferraresi, Federico Otermín, Mayra Mendoza, Federico Achával y siguen las firmas. Ausentes con aviso, Massa y Cristina Fernández de Kirchner.

Igual, nada es tan lineal en esta disputa. Tanto Milei como Kicillof dosifican sus dosis de dogmatismo con la flexibilidad política.

El Gobernador, tras su inauguración áspera del lunes, se fue a cenar a Expoagro flanqueado por los Ceos de Clarín y La Nación. Y días antes recurrió a su denostada Corte Suprema de Justicia para frenar el decreto presidencial contra el recorte de un fondo fiduciario.

El Presidente, en tanto, en su discurso del 1 de marzo evitó chocar con Kicillof, al obviar la multimillonaria condena en Nueva York por la deficiente estatización de YPF, la circulación de “Chocolates” de recaudación espuria en la Legislatura provincial o el escándalo del yategate de Martín Insaurralde.

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Con todo, el camino de proyección encarado por Kicillof tiene tramos de ripio. Las piedras principales se hallan en el sostenimiento de la gestión bonaerense, afectada por la crisis general que no es nueva y agravada por la caída de los recursos, que trata de paliar con robustos aumentos impositivos y endeudamiento.

En lo político tampoco circula por una autopista. Los gobernadores peronistas recelan de su cercanía con CFK y del poder de la provincia más grande del país, en muchos sentidos, que hasta puede poner en riesgo lo que cada distrito recibe de coparticipación.

También tiene dificultades internas. Aunque en frágil tregua desde que acercaron posiciones durante el festejo de cumpleaños de Cristina, Kicillof y Máximo mantienen un duelo permanente. La imposibilidad legal de ser reelecto en 2027, como les sucede a muchos intendentes, sólo azuza ese fuego pendenciero. Y encima volvió a sobrevolar Massa, que nunca abandona.

Para conducir se requiere tanta dosis de voluntad como de precaución. Porque pisar el acelerador sin más tiene el riesgo del despiste. O del choque.