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PASO 2021

¿La culpa es de Alberto (y Fabiola)?

Las fotos de Olivos fueron quizás un punto de inflexión, pero el rechazo a Alberto Fernández y al gobierno nacional viene creciendo de la mano de una seguidilla de errores no forzados en múltiples ámbitos.

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Alberto Fernández fue el único orador en el búnker del Frente de Todos tras el duro golpe electoral en las PASO. | NA

Un consultor internacional con buenos resultados en sus encuestas en las últimas elecciones me comentó que su lectura es que el Frente de Todos perdió estas PASO por el “error” de las fotos del cumpleaños de Fabiola Yáñez en Olivos durante la cuarentena. Sus números daban ganador al Frente de Todos en la Provincia de Buenos Aires con el 36,5% de los votos mientras que Juntos sacaría 35,8% tomando la intención de voto por listas y no candidatos. Con un margen de error del 2%, se podría extrapolar haciendo un poco de herejía estadística un resultado posible de casi 38% para las listas encabezadas por Diego Santilli y Facundo Manes mientras que la de Victoria Tolosa Paz estaría alrededor del 34%, un diferencial de aproximadamente 4 puntos porcentuales que estaría en línea con los más de 4 puntos con los cuales finalmente cerrarían los resultados finales.

Siguiendo con su análisis, el consultor plantea que hasta las fotos de Olivos la imagen de Alberto Fernández superaba “sistemáticamente” a las de Cristina Fernández de Kirchner y Axel Kicillof, logrando que el Frente de Todos expandiera su alcance más allá del kirchnerismo duro para captar al electorado desilusionado políticamente con Mauricio Macri. “Esa situación ya no existe, Alberto y el kirchnerismo se terminaron mimetizando y este resultado electoral confirma que la mayoría de los argentinos rechaza al kirchnerismo, tanto al duro como al blando”, agrega.

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Llevando el horizonte del análisis un poco más allá de las supuestas causalidades categóricas que se deducen del Excel, resulta un poco extremo atar la fuerte derrota electoral que sufrió el oficialismo en estas PASO a las fotos de Olivos. Fue una primaria atípica, con la menor participación desde la vuelta de la democracia, una pandemia global que aflojó bastante en nuestro país pero sigue muy presente y una crisis económica que se viene agravando desde por lo menos el segundo mandato de Cristina, exacerbada claramente por el gobierno de Macri. Muchos analistas de opinión pública coincidieron en identificar un fuerte rechazó a este proceso electoral y a la política en general. El crecimiento de candidatos anti-sistema como Javier Miliei, que con el 14% en la Ciudad de Buenos Aires marcó una fuerte presencia, dan una clara señal.

Las fotos de Olivos fueron quizás un punto de inflexión, pero el rechazo a Alberto Fernández y al gobierno nacional viene creciendo de la mano de una seguidilla de errores no forzados en múltiples ámbitos, además de la complejidad de gestionar al país en pandemia y en constante modo de crisis que su gobierno también agravó. La oposición, con Horacio Rodríguez Larreta tomando el liderazgo de la coalición, aprovechó su poderío en la Ciudad y el hecho de no tener la responsabilidad de gobernar el país, logrando un gran resultado en la Provincia de Buenos Aires pero también a nivel nacional. El desafío será mantener estos números de cara a noviembre y luego apostar por 2023. De mantenerse estos porcentajes, el oficialismo perdería el quórum en el Senado, un fuerte golpe para Cristina. Habrá que analizar cuánto de estos números responde a su trabajo como oposición y cuánto a un voto castigo al gobierno como el que llevó a Macri a la Casa Rosada en 2015 o el que hundió a Juntos por el Cambio en 2019.

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Alberto es el culpable perfecto. Lideró un gobierno de coalición mediocre y en vez de aprovechar la oportunidad de apostar por la moderación se agrietó cuando se empezó a dificultar su relación con Rodríguez Larreta, pero también con la economía y la pandemia. Las mismas cualidades por las que se lo alababa—que podía hablar con todos y estabilizar una alianza con grupos de poder que desconfiaban unos de otros profundamente—ahora son vistas como sus mayores defectos (pérdida de credibilidad).

Pero estos resultados parecen ir más allá de Alberto. El sistema está crujiendo y por suerte estamos lejos de los estallidos sociales de otros países latinoamericanos. Pero cruje, y eso debería alertar a todos los actores políticos.