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OPINION

Los problema ideológicos de la selva

A los botes. El Presidente con su par español, Pedro Sánchez, el día del papelón.
A los botes. El Presidente con su par español, Pedro Sánchez, el día del papelón. | Presidencia

Las declaraciones de Alberto Fernández sobre la selva, los barcos y los indios, pueden empujar a un análisis exagerado sobre sus aspectos personales de enunciación. Allí, pueden ensayarse hipótesis sobre las condiciones que hacen posible semejantes dichos, obligando a quien las intente, a sumergirse en zonas complejas, como los procesos psíquicos del presidente y su evidente inflada auto estima en relación a una creída autoridad para expresarse en relación a la historia y otros aspectos de la cultura del continente. Aunque tenga un sólido récord en declaraciones extrañas, no es tan sencillo explorar en la conciencia. En cambio, observar procesos sociales, que las mismas expresiones activan, parece más productivo.

El principal inconveniente de tales declaraciones se relaciona con el impacto brutal sobre los perfiles ideológicos que los mismos partidarios del presidente experimentan como efectivamente reales. Quienes acompañan emocionalmente, y otros en funciones concretas, a la experiencia política del Frente de Todos, incluso sus intelectuales, creen encontrar allí un cuerpo medianamente coherente entre acción de gobierno e ideas generales sobre qué tipo de mundo sería el correcto o deseable. De manera resumida, Juntos por el Cambio sería la derecha y ellos el progresismo o algo relativamente similar a ideas de izquierda. Decir que alguien “viene de la selva” no colabora en el seguimiento meticuloso de ese posicionamiento.

Este caso expone la relevancia que tienen los procesos para el análisis social. Quien mire estos procesos y sus actualizaciones en el movimiento mismo que la vida social impone, encontrará mayores detalles que la búsqueda de elementos esenciales como indicadores de esos mismos procesos. Para exponerlo en un ejemplo y a modo de pregunta: ¿qué explica mejor lo que las personas del Frente de Todos hacen luego de esas declaraciones?, ¿su ideología o el intento de compensar semejante barbaridad? Si es la segunda opción, los procesos sociales que activa no se explican por la visión del mundo, sino por el condicionamiento que eso que acaba de suceder implica para el cuidado de los procesos siguientes mismos dentro del sistema político.

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Las frustraciones de la política

Los procesos no solo tienen su registro en lo que la política intenta hacer para compensar sus mismas subidas y bajadas. El mismo sistema del derecho le ha colocado nombre a sus propios procesos con la denominación de “common law”, en donde las decisiones de los jueces o tribunales se basan, no en elementos estructurales únicamente, es decir en normas, sino en decisiones anteriores, es decir en lo que se enuncia como jurisprudencia. Es decir que el derecho combina leyes, con registros previos de otras operaciones sociales y por lo tanto, las pistas no están en las estructuras, sino en los movimientos sociales que actualizan esas mismas estructuras. 

El sistema económico produce también operaciones sobre las que se condicionan decisiones posteriores del conjunto. Los valores de las acciones o la nueva obsesión por las bitcoins no tienen su explicación en elementos estructurales del capitalismo, sino en los movimientos de los mercados que obligan a seguir, sobre lo que está ocurriendo, siempre en un nuevo presente, el fluir del movimiento del dinero para no perder oportunidad o quedar desplazado del proceso general. Todas las operaciones sociales, aunque suene complejo, se basan en lo que acaba de suceder.

El gobierno nacional ha experimentado con las denuncias al gobierno de Formosa, y con otros casos, problemáticas vinculadas a la activación de procesos sociales de forma directa y que llevan a la realización de nuevos procesos influenciados por algo que acaba de suceder. La reacción de sus funcionarios no se explica por ideas aparentemente estructurales del Frente de Todos, sino por la conveniencia de no desarmar, para esa zona del país, un frente electoral que da beneficios hace tiempo. Quien guarda sus ideas, para su uso en un momento más oportuno, no necesariamente es contradictorio, sino solo una persona más en la complejidad del universo social. Los malabarismos ideológicos para estas próximas elecciones, serán lo común y esperable, en una sociedad con suficiente complejidad y variedad, para que todos y todas adapten lo que haya que decir, dependiendo de quien escuche.

Los procesos electorales que explotarán este año se expresarán fundamentalmente condicionados por la necesidad de seguir sosteniendo victorias y no por la búsqueda de una coherencia pura y concentrada sobre las ideas basales aparentes de un frente político. La misma Cristina Fernández expresa desde 2019 la importancia de la unión por sobre cualquier otra diferencia, obligando a deglutir casos incómodos que no dejarán de aparecer por cualquier espacio posible. Así, todos los que allí adentro se encuentren, buscarán seguir con esta experiencia política adaptándose a todo lo que dicen y hacen, en función de sostener algo y acomodando todo aquello que acaba de suceder, en algún lugar, para poder seguir con sus respectivos trabajos.

Aunque aquí lo expresamos en términos constructivistas, es decir desde la óptica sociológica de que un proceso condiciona y construye las estructuras de lo posible, no siempre es esto claro para quienes protagonizan estos mismos procesos. Las tensiones en los armados de las listas, en las que se enfrentan por todo el país al peronismo local con el peronismo camporista, recuerda a las tensiones, que bajo otros contextos, se produjeron entre la CGT y los gobernadores que buscaron alianzas con la juventud peronista y Montoneros, en 1973. Estas tensiones culminaron con intervenciones federales y la auto destrucción del mismo gobierno de Perón y luego de Isabel. Si los procesos no se resuelven de manera orientada a su sobrevivencia, las tensiones ideológicas pueden pesar más que la vida real, destruyendo la posibilidad de la reproducción social misma.

Nadie que busque en la individualidad de Alberto Fernández encontrará respuesta al devenir del país. Solo en lo que sucede después estarán las pistas del acontecer argentino, incluso su caída en desgracia.

 

*Sociólogo.