Como la familia Macri, la palabra “yeta” tiene su origen en el sur de Italia. Deriva de “jettatura”, que significa “mal de ojo” y se refiere a la mala suerte. “Jetattore” es la persona que la encarna y la literatura creó infinidad de personajes así. Como la obra de Gregorio de Laferrere que popularizó ese nombre en el país.
En términos políticos, la “yeta” es la continuación de la política por otros medios.
Es un arma cobarde porque, al ser irracional, es imposible de ser rebatida con argumentos. Y es barata, porque es difamación gratuita. Hasta ahora la habían sufrido tres presidentes: Figueroa Alcorta, Yrigoyen y Menem.
Esta semana, tras la derrota inaugural de la Selección, las redes y medios vinculados al oficialismo sumaron a Macri a esa lista, recordando otros casos en los que su presencia habría causado estragos. A eso se le podrían contraponer ejemplos de buenaventura, como la suerte de Boca durante su gestión. Pero frente a la superstición nada será suficiente.
La superstición no sólo es la continuación de la política por otros medios. Es la demostración de la liviandad del debate político argentino.
Su pasión por el fútbol lo expone a críticas irracionales. Pero también a las sensatas de su espacio
Duelos internos. Este ataque contra Macri tapa otras críticas, mucho más sensatas, que recrudecieron en la interna de la oposición.
Una fue la polémica que generó su reunión previa al viaje a Qatar con Martín Llaryora, el candidato a gobernador de Córdoba apadrinado por Juan Schiaretti. El primero en reaccionar fue el hasta ahora candidato del macrismo para gobernar la provincia, Luis Juez.
Antes, Macri había conmocionado al PRO alentando y adelantando la candidatura de su primo Jorge para suceder a Horacio Rodríguez Larreta en la jefatura porteña. Con razón, Larreta entiende que el hecho de que un Macri lo reemplace lo haría perder su liderazgo en el único distrito que el macrismo controla.
Su verdadero candidato siempre fue su exitoso ministro de Salud, Fernán Quirós, aunque recién el jueves lo presentó oficialmente entre un pelotón de nombres que incluían al propio Jorge Macri, a la ministra Acuña y al radical Lousteau.
La movida de los Macri obligó a Larreta a jugar ahora lo que considera una carta ganadora, pero anticipando (“prematuramente”, según el larretismo) la interna opositora por la Ciudad. Con el riesgo adicional de que, aun con los altos índices de imagen de Quirós, si Jorge Macri igual se presentara, se podría dividir el electorado macrista en beneficio de un voto radical unificado detrás de Lousteau.
Fútbol pasión. La otra controversia que en las últimas horas volvió a rodear a Macri, es más “sotto voce” y tiene que ver con una histórica incomodidad que atraviesa a Juntos por el Cambio: la tradicional imagen del expresidente paseando por el mundo y descansando. El temido “efecto reposera” que, en estos días, se expresa en sus imágenes disfrutando del Mundial desde las plateas vip de los estadios.
“Ya lo había hecho apenas terminó su mandato –se queja alguien que lo supo querer–. Tras haber dicho durante toda la campaña que asumiría un gobierno que destruiría a la Argentina, como el kirchnerista, se fue a Qatar por la FIFA y después pasó todo el verano en el sur. Él tiene todo el derecho y las posibilidades de viajar, pero creo que hoy las fotos suyas viendo los partidos no ayudan en medio de una situación social tan complicada.”
Su libro es transparente en ese sentido: ve al fútbol como un ejemplo para la vida y para el país
Cerca de Macri rechazan esa crítica, recordando que está cumpliendo su rol de funcionario de la FIFA, pero lo cierto es que su pasión por el fútbol puede ser más fuerte que cualquier análisis de conveniencia política.
Eso es lo que trasluce su segundo libro, Para qué, que recién termino de leer. Lleva vendidos 20 mil ejemplares (el anterior llegó a los 100 mil), se está traduciendo al inglés y, durante el verano, le servirá de excusa para hacer campaña por el país.
En su texto se nota la hábil mano de su ghostwriter, Pablo Avelluto, quien consigue que aparezca la voz y el pensamiento puro de Macri.
En ese sentido es tan transparente como el libro de Cristina Kirchner, Sinceramente.
El fútbol atraviesa, de una u otra forma, casi todos los capítulos. Para los que no les interesa el tema, puede resultar arduo, porque se detiene en detalles estrictamente deportivos, como formaciones de viejos equipos de Boca, resultados, jugadas, peleas de vestuario, etc.
Consenso cero-déficit cero. Hasta la mitad del libro, no habla de política: un atractivo capítulo dedicado al secuestro y el resto es fútbol.
La política aparece recién cuando recuerda su gestión en la Ciudad. Una gestión que, aunque el texto no lo reivindica, se caracterizó por una intervención potente del Estado en materia de seguridad, inundaciones y transporte. Con una intensidad que no había tenido ninguno de los gobiernos anteriores, supuestamente más identificados con el estatismo.
Casi no hay referencia a su paso por el gobierno nacional. En ese punto, el libro funciona como una precuela del anterior, Primer Tiempo, donde explica por qué su gestión fue exitosa pese a dejar menos crecimiento y más inflación, pobreza y desocupación que la que heredó.
Acuerdo Cristina, Macri, Milei
En las páginas finales, aparece el Macri que, a diferencia del candidato antigrieta de la campaña presidencial 2015, ahora dice estar decidido a “ir por todo” y rápidamente. Aunque su rediviva promesa de déficit cero urgente, ajustando jubilaciones, achicando el Estado y desprendiéndose rápido de empresas públicas o cerrando las que hagan falta, podría suponer una conmoción social que el texto no explica cómo manejaría.
Sí deja claro que no lo haría a través del diálogo con los distintos sectores involucrados, porque desconfía de los acuerdos: “La política tradicional sobrevalora los consensos”. Es una respuesta a las corrientes antigrieta que existen en el oficialismo y la oposición, y que en su propio partido lidera Rodríguez Larreta.
Como el de Cristina, el de Macri también es un libro ideológicamente liviano. La diferencia es que él no se preocupa por disimularlo y ella trata de encubrirlo con palabras fuertes, referencias a pensadores peronistas y recurrentes menciones a Dios.
Transparencias. Las ideas de Macri funcionan como manuales de ayuda en los que no hay otra metafísica que la del liderazgo para gestionar la superficie.
No es casual que, entre sus dos libros, el Macri que se evidencia más realizado y exitoso es el que fue presidente de Boca. En un club de fútbol, después de pruebas y errores, las cosas se pueden acomodar sin tanto sufrimiento ni resistencia. Apenas algunos jugadores enojados, la renuncia de un técnico o una negociación compleja con un arquero. Como las divertidas anécdotas que cuenta en su libro.
Macri, sin embargo, parece ubicar a la gobernanza de un país en un estadio de menor dificultad que la de un club.
Se lo dijo un día, a poco de llegar a la Casa Rosada, al entonces titular de San Lorenzo, Matías Lammens, quien evaluaba lanzarse a la política. “No tengas dudas, manejar un club como Boca es más difícil que manejar la Argentina”. Con la misma asertividad con la que antes de asumir había afirmado que “la inflación es lo más fácil de resolver”.
En su transparencia, tanto la obra de Macri como antes la de Cristina, resultan una atractiva y didáctica lectura para ayudar a entender mejor cómo piensan nuestros líderes y por qué hacen lo que hacen.
Que es una forma de entender a los sectores sociales que ellos representan.