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BUENOS AIRES DEFINE

Manos de tijera

La polarización desconcierta a todos, y en especial a los intendentes del Conurbano.

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EL CAMPORA. | Pablo Temes

Las tensiones políticas provocadas por la relación asimétrica entre la provincia de Buenos Aires y el poder central proyectan su sombra en la campaña electoral a medida que una definición del resultado en la primera vuelta se vuelve una probabilidad cierta. Tal vez el debate con el que Axel Kicillof desafió a María Eugenia Vidal tendría más sentido que toda la campaña si pudiesen enfocarlo solo en este tema. El problema es que no figura en las agendas de campaña del Frente de Todos y Juntos por el Cambio.

Si la polarización extrema hace que las dos coaliciones concentren alrededor del 80% de los votos, quedaría más cerca de la victoria el que logre vencer en el principal distrito electoral y con eso se allane el camino a una general. El dilema es persuadir a los bonaerenses sin desatender la expectativa del resto. Principalmente por una divergencia esencial: no están nucleados por los mismos intereses.

Una prueba es la crisis del oficialismo en febrero por el fallido desdoblamiento electoral en la Provincia que abrió otra sobre una creencia falsa: el mero hecho de que dos administraciones sean de una misma fuerza iba a ser suficiente para alterar el curso de una historia escrita por la bifrontalidad del peronismo. Con Cristina Fernández de Kirchner y Daniel Scioli. O Carlos Saúl Menem y Eduardo Duhalde. En todos los casos, un escenario favorable a convertir la ambivalencia de los intendentes del Conurbano en un recurso de poder.

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Es lógico que los sondeos comiencen a reflejar la secuela de este conflicto irresuelto a través de una paradoja estadística que tuvo por víctima a Vidal hasta la primera quincena de julio. Si bien mantenía ventaja sobre Kicillof en la categoría a gobernador, corría riesgo de no ser reelecta por el corte de boleta contra Mauricio Macri cuando la consulta involucraba la boleta completa. En parte por efecto del alto nivel de desconocimiento, Alberto Fernández lo superaba como favorito y volvía competitivo a su candidato a gobernador.

Lo que varió la última semana es la predisposición al corte de boleta en los votantes del Frente de Todos, según estudios de consultores que asesoran a inversores internacionales.

Pero también de otras cercanas al kirchnerismo. Esa es la novedad. Kicillof ya no retiene con comodidad el voto de Fernández, emparejado a la vez por Macri sobre la base de lo que el oficialismo denomina la recuperación del horizonte de previsibilidad en la economía.

Modificaciones. La oposición no es indiferente a estos cambios. La obligan a modificar estrategias. Quizás la más importante no esté a la vista. Se debe a que, después del cierre de listas del 22 de junio, Sergio Massa resolvió invisibilizarse y descartó una campaña de perfil propio que lo diferenciase de Fernández, Kicillof y de Cristina. Delegó el acto que deberá compartir con la ex presidenta el 3 de agosto en la UTN de Pacheco en un grupo de allegados, mientras plantea los inconvenientes que la presentación de Sinceramente podría acarrear en Tigre.

Que Massa haya vuelto a su estado más puro podría explicarse por el furor que causó en el grupo de WhatsApp del Frente Renovador la definición de Mirta Tundis. “Estoy con Alberto, pero no con Cristina”, dijo la diputada. El círculo más cercano a Massa está convencido de que La Cámpora no respetará el compromiso de hacerlo presidente de esa Cámara si la oposición ganase. Tal vez su destino esté en un eventual gabinete de Fernández.

Otra razón podría hallarse en el más reciente de los informes de “Círculos data”. Confirma una diferencia de cuatro puntos a favor de Fernández-Kicillof (40,1) sobre Macri-Vidal (36) en la provincia de Buenos Aires. Pero registra una novedad importante en la primera sección. Allí la lista completa de Frente de Todos (41,5) tiene un empate técnico con la de Juntos para el Cambio (40,3).

Especializada en el Conurbano, la firma de Julián Libonatti estima que en los dos últimos meses el oficialismo le descontó 400 mil votos al kirchnerismo en esa región. También cree que la tercera sección es la única donde la oposición está ganando. Con ese antecedente, Fernández y Kicillof visitaron Lomas de Zamora y Almirante Brown. Sobre los intendentes Martín Insaurralde y Mariano Cascallares se hace pesar la sospecha de impulsar un corte de boleta contra Kicillof, cuya candidatura sigue siendo motivo de disgusto para los alcaldes. Lo mismo que con Juan José Mussi (Berazategui). Y al oeste con Walter Festa (Moreno), Gustavo Menéndez (Merlo), Alberto Descalzo (Ituzaingó) y Juan Zabaleta (Hurlingham). A Alejandro Granados (Ezeiza) nunca lo contó entre los propios.

Gabriel Katopodis (San Martín) no está exento del resquemor, pero fue excluido del grupo. Pelea voto a voto la elección con Santiago López Medrano, ministro de Desarrollo Social bonaerense. Lo mismo ocurre con Fernando Gray (Esteban Echeverría) y con Evert Van Tooren, titular del Instituto de la Vivienda provincial.

Sorpresivo. Katopodis insiste con Insaurralde en el riesgo de la maniobra. Que por el mismo efecto sean arrastrados los candidatos a legisladores provinciales. Entre ellos, los pocos que lograron colocar en las listas los intendentes. La aparente voluntad del electorado para practicarla con independencia de su influjo limitaría la capacidad de abortarla. Es probable que algunos intendentes terminen trabajando por Kicillof contra su voluntad.

El aspirante a la Gobernación es un blanco en la guerra fría que libran con Máximo Kirchner. Podría haber excepciones. Como Andrés Watson. El intendente de Florencio Varela lidera la lista de los observados por La Cámpora. Pero podría encontrar en Julio Pereyra un efectivo atenuante. Dueño de un récord absoluto en el cargo entre 1992 y 2015, el ex jefe comunal recogió ese año un alto rechazo expresado por los casi diez puntos de votos en blanco. Junto con Moreno, el distrito concentra uno de los bolsones de pobreza y desigualdad de oportunidades más altos del Conurbano.

De allí podría partir una respuesta sorpresiva al desconcierto de los intendentes con esta situación inédita. El peronismo podría perder en un bastión emblemático del tercer cordón del Conurbano. Daría el indicio de una voluntad de cambio ajena a las dirigencias. Y también de que la tijera escapa al control de sus manos.