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Massa rasca la olla del FMI y de los votos

Con 21 puntos, luego de las PASO hubo una autocrítica massista y en octubre se buscará el voto de los ausentes, de los que votaron en blanco y de los partidos que no superaron el piso de 1,5%.

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Massa. “Hay 600 mil votos entre las tres fuerzas y se puede remontar”, dijo. | cedoc

Por estas horas, desde Washington, el ministro-candidato Sergio Massa vuelve a ocupar el centro de la escena para conseguir lo que en la capital norteamericana se da por descontado, el desembolso del FMI para que la Argentina pueda pagarle al organismo de acá a fin de año. En teoría.

Como viene contando en detalle la enviada de PERFIL a EE.UU., Alejandra Gallo, Massa despliega su hiperactividad habitual, que incluye desde reuniones con funcionarios hasta el avance hacia anuncios próximos que intenten paliar la aceleración inflacionaria post devaluación. En teoría.

Mientras, en Buenos Aires, su equipo de campaña trabaja con algo menos de frenesí, con la vista puesta en las elecciones del 22 de octubre. El objetivo: sumar votos que le permitan acceder a la segunda vuelta de noviembre.

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Reacomodamientos en estado de shock

Con Massa en 21 puntos (a 9 de Javier Milei y 4 por encima de Patricia Bullrich) y Unión por la Patria en 27%, piso histórico del peronismo, hubo cierta autocrítica massista tras las PASO.

Acaso no pudo ser más profundo el debate interno porque al día siguiente, el lunes 14, el Gobierno devaluó un 22% el peso, lo que generó una semana muy caliente en los mercados del dólar y, sobre todo, en los precios.

Pero aún así hubo algunos pases de factura de campaña. Uno de los que ligó fue el asesor español Antoni Gutiérrez-Rubí, al que se le endilga mostrarlo a Massa en visitas individuales a posibles votantes.

Otro criticado fue "Wado" de Pedro, el jefe de campaña que informalmente ya no estaría a cargo de la campaña. Candidato a senador nacional por la provincia de Buenos Aires, se le endilga que se preocupó más de trabajar en el territorio bonaerense que en el resto de los distritos del país, en 16 de los cuales ganó Milei. La Provincia fue una de las excepciones.

La gente de Massa observó con preocupación la performance libertaria nacional. En especial en lugares como Salta y Misiones, donde sus gobiernos son muy cercanos al ministro y habían vencido con holgura en los comicios provinciales adelantados. Tucumán también fue puesto bajo la lupa.

Voto en negro

El resaltador massista marcó además la curiosidad de que en varios municipios del Gran Buenos Aires, administrados por el peronismo, el corte de boleta a favor de los intendentes y en contra de la presidencial era demasiado alto. La diferencia en una decena de ellos llega a los dos dígitos, con un mínimo de 10 puntos y un máximo de 23 puntos. Lo llamativo es que ese fenómeno incluyó a intendencias en manos del Frente Renovador. El amor no es ciego.

La estrategia que se arma en el laboratorio electoral del candidato es, por un lado, apretar las clavijas (en el sentido político, se entiende) entre gobernaciones y municipios propios para mejorar esos números con vistas a las generales.

Otro GPS que se activó es el de la búsqueda del votante perdido: tras cuatro años de gestión, el ex FdT y actual UP redujo su apoyo electoral a la mitad. Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner…bien, gracias.

La olla de donde tratará rascar Massa nuevos respaldos básicamente tiene tres ingredientes, de menor a mayor:

  1. Partidos que quedaron fuera de octubre por no atravesar el piso de 1,5%. Suman unos 700 mil votos y ya hubo acuerdos con los minoritarios Guillermo Moreno y Luis D’Elía. Habrá más.
  2. Quienes votaron en blanco o anularon el sufragio. Fueron cerca de un millón y medio de votos.
  3. Ir tras la baja de un ausentismo récord. Unas 11 millones de personas no asistieron a las urnas, 31% del padrón (vs 24% en las PASO 2019). En las generales de hace cuatro años, el presentismo subió 8 puntos. En UP calculan que ahora podría conseguirse otro tanto si se agita el miedo a Milei y que gran parte de los ausentes son votantes desencantados del peronismo. En teoría.