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Voto en negro

Urnas Correo 20230813
Empleados del Correo Argentino pusieron en marcha el operativo de carga de urnas en los camiones para su posterior distribución a los establecimientos de votación | Télam

El final de la campaña electoral y la elección de hoy se vieron impactadas por el duelo de muertes evitables. Nada que sorprenda en esta Argentina de tragedias casi cotidianas, pero de la que gran parte de la dirigencia toma nota cuando le conviene: en la previa a votar.

Morena Domínguez tenía 11 años e iba a la escuela el miércoles 9 cuando dos motochorros, luego detenidos, la golpearon para robarle y la terminaron matando en Lanús. Por este hecho se cancelaron los cierres proselitistas.

El jueves 10, en Morón, tres delincuentes balearon en la cabeza y asesinaron al médico de la zona Juan Carlos Cruz, para quedarse con su humilde automóvil.

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Ese mismo día, en pleno Obelisco, el activista Facundo Molares Schoenfeld murió mientras la Policía de la Ciudad lo detenía y tiraba al suelo boca abajo, durante una minúscula protesta de sectores de la izquierda más marginal contra los comicios. La autopsia arrojó que falleció por una hemorragia pulmonar y que no había rastro de traumatismos.

En lo que va de las elecciones provinciales de este año, el 31% del padrón no asistió mientras que hace cuatro años había sido del 26%

El viernes 11 fue acribillado a balazos en su casa de Guernica, cerca de La Plata, Nelson Peralta. Tenía 56 años, era profesor de educación física retirado y lo mataron para robarle.

Paro acá, porque en el momento en que estés leyendo este texto seguramente esta brevísima lista de víctimas se habrá ampliado. Es apenas un recorte de algunos casos que trascendieron y limitado a la región AMBA.

Votaremos y en los comandos electorales de cada fuerza esta noche se celebrarán triunfos y se lamentarán derrotas. Mientras, decenas de familias seguirán llorando por los seres queridos que les fueron arrebatados.

Lo que la política hace frente a estos dramas –y tantos otros, como los que provoca la crisis económica– sigue al pie de la letra el manual de Poncio Pilatos. La responsabilidad siempre es de otro.

Es valorable la cancelación de los actos de cierre de una campaña áspera. También el acompañamiento a las víctimas. Pero de ahí se pasa a comentar los sucesos, como si el rol gubernamental fuera ajeno o lejano.

Apenas dos ejemplos. Sergio Berni, ministro de Seguridad bonaerense, se ufana en los medios de que el delito está bajando en su territorio. Eugenio Burzaco, su par porteño, argumentaba el jueves que su policía no había incidido en la muerte de Molares. Luego las cámaras del propio Gobierno de la Ciudad lo desmentirían.

A las falsedades hay que sumarles otras reacciones que pueden resultar explosivas. Como la del único candidato presidencial que aprovechó el crimen de Morena para promocionar su prédica antipolítica, además de sus alocadas propuestas para supuestamente combatir la inseguridad y que ensalza Jair Bolsonaro (que tiene dieciséis procesos abiertos en Brasil por tratar de alterar el orden institucional).

Otro riesgo similar es que estos climas luctuosos alientan las consignas fáciles para problemas complejos. Desde el acto de la izquierda del viernes, donde poco menos se pretende instalar que vivimos bajo un Estado represor dictatorial, hasta la idea de que solo la “mano dura” puede ser el mejor camino para resolver esta problemática, en la que tiene fuerte incidencia el narco y su expandido consumo.

El crimen de Morena le da un cachetazo de realidad a la campaña

Como en tantos temas, convendría que la dirigencia asumiera que debe encarar estos temas como políticas sostenibles, para debatirlas con seriedad y avanzar en soluciones. Con consensos entre los partidos y entre los tres poderes del Estado, al menos para dar señales claras de que importa más lo que acucia diariamente a la sociedad que, por ejemplo, un patético proceso de juicio político a la Corte Suprema.

Este padecimiento social, combinado con la agenda paralela de gran parte de la política, acaso explique el trasfondo del mayor llamado de atención que se aguarda para el acto eleccionario de hoy: el rechazo que se pueda expresar mediante el ausentismo y el voto negativo.

Han surgido ya luces de alerta. De las PASO presidenciales 2019 a las PASO legislativas 2021, la abstención subió del 24 al 32%. En lo que va de las elecciones provinciales de este año, el 31% del padrón no asistió, mientras hace cuatro años en esos mismos distritos había sido del 26%; los votos en blanco y nulos en la misma comparativa provincial 2019-2023 crecieron un 16%.

Más que preocuparse, como dice, la dirigencia debería ocuparse. Es con mejor política, no sin ella. Es votando mejor y exigiendo más, no evitando votar. Lo mínimo que merecemos en 40 años de democracia.