COLUMNISTAS
Abril intenso

Menos paciencia social y triunfo parlamentario

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Debate. La aprobación en Diputados de la ley Bases fue un logro oficial. | cedoc

Abril fue un mes lleno de novedades, tanto en términos políticos como de opinión pública. El indicador de confianza de la Universidad Di Tella mostró una caída en la confianza al Gobierno. No se trata de un derrumbe pero sí de una primera alerta.

Coincidentemente, nuestras mediciones nacionales dan señales parecidas. La imagen del Presidente cayó, la desaprobación a la gestión gubernamental es superior a la aprobación. Los tiempos de espera a que la situación económica mejore muestran que cuatro de cada diez no le dan más tiempo y que dos de cada diez esperarán hasta seis meses para terminar de evaluar. En mediciones anteriores, más de la mitad le daban entre nueve meses y lo que fuera necesario, ese porcentual cayó diez puntos.

La otra novedad son los sentimientos que despierta el Gobierno, en donde el enojo, la desilusión y la incertidumbre superan a la esperanza y la expectativa. Como vemos, los tiempos urgen a la economía del bolsillo, y no es casual que, mientras la inflación continúa como principal problema del país, la pobreza aparezca en segundo lugar. Por algo Caputo pospuso nuevos incrementos a la nafta y a los servicios públicos.

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Ya con la primera ola de aumentos se generó un fuerte disgusto social. No todo pueden preverlo las redes, ni las encuestas la movilización estudiantil buscando garantizar sus estudios. Más allá de a quién se haya votado, muestra que hay valores incorporados en la sociedad de los que no se reniega.

Contradicciones discursivas

Al Gobierno le gusta decir que está dando una batalla cultural, y cree estar ganándola, pero no debiera confundirse: una cosa es el cuestionamiento a la dirigencia política y a la ineficiencia del Estado y otra cosa es atentar contra valores y creencias arraigados en nuestra sociedad que están vinculados al sentirse clase media y a la búsqueda de movilidad social ascendente.

Que dicha movilidad no haya sucedido durante los últimos gobiernos es uno de los principales motivos por los cuales Milei es presidente. No es casualidad que sus mayores apoyos provengan de la clase media baja, aquella que quiere ascender y la que más temor tiene de caer en la pobreza. La educación, aunque maltrecha, continúa siendo un pilar simbólico y toca a todos los sectores sociales también lo que sucede a los jubilados, el ajuste y el maltrato a periodistas son parte de lo que molesta a la clase media. El retirarse de la Rural para la presentación de su libro reafirma que el Presidente y el mundo de la cultura no compatibilizan.

Mientras los ciudadanos de a pie buscan cómo sobrevivir al fuerte ajuste económico, el Gobierno logra un primer éxito parcial en el Parlamento. La capacidad negociadora del ministro Francos permitió que la sesión de Diputados fuera un trámite menos conflictivo de lo previsto. Ahora en mayo la ley Bases tiene que pasar por el Senado. Allí se verá si el peronismo y algunos aliados tienen capacidad para bloquear gran parte de lo aprobado o si el pragmatismo de algunos gobernadores vuelca la votación.

Una vez que veamos qué sucede en la Cámara alta, con el paro de la CGT y con el “pacto de mayo”, podremos tener más claridad sobre el nuevo mapa político. Por ahora no hay referentes fuera del oficialismo ya que todas las fuerzas políticas debaten internamente. El peronismo discute si seguir el rumbo que marca Cristina, renovarse o convivir sin rupturas. El radicalismo parece reeditar la batalla entre personalistas y antipersonalistas. El PRO debe decidir si se diluye en LLA o cobra identidad nuevamente. Mientras tanto, Milei sonríe.

*Consultor y analista político.