Resulta cuanto menos curioso el movimiento preelectoral en el que ya está embarcado el Frente de Todos. Se torna similar al clásico juego infantil del sube y baja. En este caso, de candidaturas presidenciales.
La danza de nombres suele ser lo habitual antes de cada elección. Pero hay ahora una particularidad en el oficialismo: empieza a desatarse una rosca imparable para convencer de que bajen o suban postulaciones.
El caso más notorio es el del Presidente. Salvo el raleado círculo de íntimos, el resto del FdT quiere que Alberto Fernández desista cuanto antes de presentarse a la reelección, lo que no ha hecho ningún jefe de Estado desde la última reforma constitucional, salvo Néstor Kirchner.
Esa referencia no es antojadiza. Algún intendente del Conurbano quiere ofrecerle el argumento de la “opción Néstor” para que Alberto F desensille. Hay diferencias, claro. Kirchner le legó la candidatura a su esposa Cristina con índices muy altos de aprobación y una economía en crecimiento. No es el caso actual.
Hay otros intentos menos solapados. Esta semana, allegados a Sergio Massa se encargaron de hacer trascender que en una reunión en Olivos con gobernadores e intendentes, el ministro de Economía le pidió al Presidente que defina cuanto antes si se vuelve a presentar.
Hay quien piensa en la “enmienda Néstor Kirchner” para pedirle que se baje a Alberto F
Oficialmente esa solicitud fue desmentida. De manual. Lo mismo acerca del interés de Massa de ir por la presidencia este año, tal como agitan desde casi todo el FdT.
¿Por qué apuraría entonces Massa a Alberto F? En el Palacio de Hacienda argumentan que la indefinición presidencial complica aún más una economía en problemas, sobre todo a la hora del efecto expectativas.
Más allá del síndrome del pato rengo que el Presidente busca evitar, como si no lo padeciera ya, la sospecha en la Casa Rosada es que una vez más el mandatario no quiere dar el brazo a torcer. En especial si la presión la lidera el kirchnerismo.
En ese sector resulta intolerable la idea de que el elegido por CFK hace cuatro años busque volver a competir. Apelan ahora al Plan B (Massa), pero están quienes insisten con el Plan A, pese a que la jefa ya dijo que no será candidata a nada.
Por convicción o necesidad, el cristinismo se aferra a las últimas palabras públicas de la vicepresidenta, respecto a que no renunció a nada sino que está proscripta (lo que no es real). Imaginan incluso un operativo clamor y quienes creen que eso podría suceder en un acto multitudinario el próximo 24 de marzo. Cerca de Cristina lo niegan.
Existe también un Plan C, con un protagonista al que también hay que convencer. Axel Kicillof ratificó que irá por su reelección bonaerense, pero en la cabeza de Máximo Kirchner sigue sin desecharse la idea de que lidere la fórmula presidencial. No está claro si eso surge de las no tan magras mediciones en poder de La Cámpora o por darle la oportunidad a Martín Insaurralde para que vaya por la gobernación.
Kicillof rechaza de plano cualquier salto posible a una candidatura nacional, pero sabe que será difícil resistirse a un pedido expreso de Cristina, que no necesariamente piensa igual que su hijo.
En todo este enjambre de intrigas, se verá quién convence a quién.