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Campaña de cargadas

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Intimidad familiar y parodia. Alberto Fernández se muestra con su mujer y su segundo hijo. Larreta, Morales, Lousteau y Santilli, a lo Abbey Road en Mardel. | captura de pantalla / prensa jxc

Aunque la ley electoral aún no encendió la luz verde para el inicio de la campaña electoral, la dirigencia política argentina aprovecha la temporada veraniega –sobre todo en la costa atlántica– para dar rienda suelta a un marketing que muchas veces orbita alrededor del disparate.

Pareciera que el manual de la asesoría de imagen indica que el calor y la playa habilitan a la profundización de mensajes o imágenes descontracturadas, porque “la gente” está más relajada de vacaciones. “No están para discursos y menos para escuchar promesas”, explica un consultor experimentado.

Es entendible el argumento que intenta justificar la liviandad. A lo que habría que agregar que también puede dispararla cierto ánimo enojoso de gran parte de la sociedad, frustrada por expectativas incumplidas y el deterioro de la calidad de vida.

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No se trata solo del impacto que significa el 95% de inflación del año pasado (el más alto tras la híper con Carlos Menem hace treinta años, que precedió a la convertibilidad), después de que el jueves se diera a conocer el 5,1% de diciembre. Claro que golpea semejante aumento de precios, pero es la expresión de un descalabro más profundo y complejo.

El Presidente no duda en exponer la imagen de su pequeño hijo para autocelebrarse

Vayamos a un ejemplo concreto. Contra las proyecciones y los augurios de no pocas consultoras económicas, la economía argentina habrá vuelto a crecer en 2022 por arriba del 5%. Aun así, nuestro Producto Bruto Interno será similar al de 2012, según una estimación de Econométrica en base a datos del Indec.

Es decir, en una década la Argentina no creció nada. Pero es peor: como aumentó la población en esos diez años, el PBI per cápita cayó un 11%. En promedio, claro. Sería interesante desagregar por niveles de ingresos, ya que la clásica es que los más altos se defienden mejor de las caídas (si es que llegan a caer) y a medida que se va bajando empeora.

El estropicio está lejos de ser una novedad de otra década perdida (y van…) o propiedad de una sola fuerza política. Ese comparativo de caída del PBI per cápita abarca las presidencias de Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández. Sin embargo, los tres se autoelogian como si hubieran liderado una epopeya y culpan de los problemas a otros. Un modus operandi típico, que no es exclusivo de la política.

Insiste con ese procedimiento el Presidente, al difundir el último miércoles por redes sociales un video de tres minutos (bajo el asesoramiento de la portavoz Gabriela Cerruti) para criticar a la oposición, y más específicamente a Macri.

Allí, Alberto F retoma unas desafortunadas declaraciones del expresidente de hace unos tres meses –respecto a que la sociedad argentina viene fracasando desde hace siete décadas– para hacer una suerte de melange histórica y reciente de lo geniales que somos. No falta, obviamente, el campeonato mundial en Qatar y hasta la premiación esta semana en Estados Unidos con el Globo de Oro a mejor película extranjera para Argentina, 1985. En fin...

Los principales precandidatos de JxC arman una humorada beatle sin empatía

No conforme con eso, con imágenes de cuánto lo quieren en sus recorridas y augurios de lo maravilloso que va a venir, el jefe de Estado recurre a hacer filmar a su pareja, Fabiola Yañez (la de la fiesta de cumpleaños en Olivos durante la cuarentena, sí) y a exponer al pequeño hijo que tuvieron, caminando por los jardines de la residencia veraniega de Chapadmalal como símbolo de qué futuro le espera. ¿Al niño o a Alberto? Porque en el video invita a construir ese porvenir “juntos” (se ve que no había otro término para diferenciarse del nombre de la coalición opositora) pero no menciona la palabra reelección. Sigue soñando con ella, atención.

Juntos por el Cambio también generó estos días algunas piezas que parecen constituir una oda al dislate. Una fue en Mar del Plata, donde dos precandidatos presidenciales, un precandidato a jefe de Gobierno porteño y otro a gobernador bonaerense se inmortalizaron cruzando una calle por el paso peatonal, como The Beatles. Claro que en vez de los fantásticos John, Ringo, Paul y George, en este caso quedaron retratados Horacio Rodríguez Larreta, Gerardo Morales, Martín Lousteau y Diego Santilli.

Como si la humorada, buscada, no fuera suficiente, Rodríguez Larreta difundió otra imagen en la que se lo ve surfeando cerca de la costa. Semejante intrepidez se mancha cuando se detecta que hay alguien que le sostiene la tabla. A ver si todavía el candidato se hunde. En el agua, se entiende.

Por debajo del nivel del mar de lo que nos muestran en este inicio de campaña hay arenas más movedizas y hasta viscosas. Nos regalan operaciones de inteligencia ilegal, mediante el hackeo de teléfonos celulares, que nos permiten asomarnos a algunas de las impunidades del poder. Y abren el show del juicio político a la Corte Suprema, que pese a que no están ni estarán los votos suficientes para avanzar, buscan garantizar el éxito del espectáculo dentro de la comisión en Diputados.

A prepararse. Esto es solo el comienzo.