COLUMNISTAS
Negar y rechazar

Palazos en la sombra

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Wado De Pedro. Es político, “presunto dialoguista y aspirante a candidato presidencial”, según Sinay. | Pablo Cuarterolo

“Confiábamos en que iban a respetar las reglas del juego. Pero cuando les tocó gobernar lamentablemente volvieron a ser lo que eran; cayeron en la tentación, usaron los servicios de inteligencia, compraron sectores del Poder Judicial, rompieron el pacto democrático”. Quienes piensen que esta declaración proviene de un dirigente opositor o de un furibundo militante antikirchnerista se equivocan. Son palabras del ministro del Interior, Wado de Pedro, presunto dialoguista y aspirante a candidato presidencial. No están dirigidas contra su propio campo (el Frente de Todos, La Cámpora, etcétera), sino contra Juntos por el Cambio, el enemigo político (en la política argentina no hay adversarios, son siempre enemigos). La afirmación de De Pedro remite de manera directa a lo que el médico psiquiatra y pensador suizo Carl Jung (1875-1961), padre de la psicología analítica y de la psicología arquetípica, llamaba La Sombra. El Ego, comenzaba por explicar Jung, es la personalidad, el “traje” que nos confeccionamos para salir al mundo, actuar en él y relacionarnos con los otros. Personalidad viene de Personna, nombre de la máscara que cubría el rostro de los actores en el teatro griego antiguo. En esa identidad visible ponemos los aspectos por los cuales aspiramos a ser aceptados, respetados e incluso queridos. También, en algunos casos, temidos. Lo que sacamos a la luz.

Pero es una ley de la física que todo cuerpo que recibe luz emite sombra. Lo mismo ocurre en el plano psíquico. La Sombra es el opuesto complementario del Ego. Ella guarda todo lo que, consciente o inconscientemente, rechazamos, negamos o procuramos ocultar u olvidar de nosotros. es una especie de sótano cuya compuerta cerramos con candado. Sin embargo, lo que va a La Sombra no queda eliminado, sigue existiendo y procura emerger, manifestarse. Así es como, negado en nosotros, lo proyectamos en otros. Son ellos los malos, los mezquinos, los egoístas, los violentos, los tramposos, los cobardes. Nosotros los buenos, los generosos, los empáticos, los pacíficos, los honestos, los valientes. Siempre habrá otro u otros en quienes depositar lo rechazado. Pero así como en el cine cuando se encienden las luces de la sala advertimos que la pantalla está en blanco, que la historia no transcurría allí, sino que estaba en el proyector que la sigue conservando y que simplemente la disparaba sobre aquel panel, lo que nuestra Sombra contiene no deja de estar en nosotros y seguirá vivo en el inconsciente, desde donde encontrará maneras de expresarse, no siempre como proyección, sino también impulsando pensamientos, acciones, decisiones y actitudes que contribuirán a nuestra infelicidad. “Hasta que lo inconsciente no se haga consciente”, advirtió Jung, “seguirá dirigiendo tu vida y tú le llamarás destino”. Lo expresó también de otra manera: “Los demonios que echas por la puerta entran por la ventana”.

El gran analista suizo explicaba que solo admitiendo y trabajando La Sombra para explorar y transformar sus contenidos, es posible saber que no somos nuestro Ego (de la misma manera en que nuestra ropa no es nuestra piel, sino lo que nos cubre para salir al mundo), es posible poder delinear el Yo (una identidad más real, hecha de la integración de La Sombra y el Ego) y, desde ahí, avanzar en el proceso de individuación, avizorar el Sí Mismo, la esencia de nuestro ser, la que nos hace únicos y nos permite comprender el sentido de nuestra vida. No es un camino fácil, tiene tramos dolorosos, y es un proceso que, como el de los alquimistas, parte del barro, la “materia basta”, en busca del oro o, mejor, de la piedra filosofal.

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Como De Pedro, los políticos argentinos, independientemente de cargos, ideologías, funciones, oficialismos, oposiciones, presidencias o vicepresidencias, cada vez que se intercambian diatribas y cruzan acusaciones, convierten sus bocas en ventanas por donde escapan sus Sombras. Solo hay que escucharlos para acceder a lo que ignoran o rechazan de sí mismos. Y sus niveles de pensamiento no despiertan la esperanza de que entiendan todo esto, de manera que seguirán cruzando palazos en medio de las Sombras.

*Escritor y periodista.