Se conoció esta semana que la pobreza alcanzó al 48% de los menores según Unicef, y al 43% según el Indec. Devaluaciones mediante, Macri aumentó la pobreza drásticamente –10 puntos en tres años– y la llevó al 33%, según la UCA.
Complementando el análisis, debemos recordar que en el vértice de la pobreza siempre hay una mujer, y específicamente una niña menor de 15 años. Así las cosas, este gobierno empobrecedor es estrictamente anti-feminista, por lo que al menos desde una perspectiva centrada en las condiciones de vida material es una contradicción apoyar a Cambiemos y sostener las reivindicaciones de género.
Se conoció también que el desempleo trepó al 9%, un 50% por sobre los niveles “heredados” por Macri, y se encamina a los dos dígitos en diciembre, la inflación general llegó al 43,9% en noviembre y la minorista, al 71,1%, el doble de la registrada en el año 2015.
Se informaban estas calamidades socioeconómicas y (¡ay!) los medios oficialistas (casi todos) publicaron encuestas donde la imagen de Macri estaba “en alza”. ¿Pero qué es lo que ocurre aquí?
Se trata de encuestas “a la carta” que intentan encubrir que ahora mismo el Gobierno tiene un problema fuerte de caída de expectativas, la peor desde diciembre del año 2015.
Estos “estudios de opinión” propalados por la patria consultora recuerdan que estamos en un momento de comunicación política donde hay que leer las encuestas publicadas como “opiniones” y situadas políticamente, aunque expresadas en “inocentes y objetivos” porcentajes.
Dicho esto, hay que sostener con igual énfasis que Mauricio Macri mantiene un piso contundente de votos, que persiste a pesar de que el deterioro socioeconómico se profundiza
Hay diversos factores –históricos y coyunturales– que explican esto, señalemos algunos fundamentales.
Un primer factor es el fuerte dispositivo de medios oficialistas en formato tradicional que modela una imagen favorable al gobierno, particularmente eficaz en el electorado mayor de 50 años y un trabajo oficialista persistente y exitoso en redes sociales, que impacta particularmente en segmentos sub 40.
Un segundo elemento, articulado con el primero, es que hay sectores de la sociedad que a tres años de finalizada la gestión mantienen una visión muy crítica de los 12 años de kirchnerismo y lo hacen por motivos múltiples que van desde el estilo de gobierno hasta las sospechas de corrupción galopante.
El tercer determinante supone que en Argentina existe un acompañamiento histórico amplio y robusto para proyectos conservadores. Por caso, hubo un apoyo ciudadano muy fuerte a los golpes de Estado de los años 1955 y 1976.
Fuera del formato de régimen dictatorial, recordemos que a solo dos años de la megacrisis de salida de la convertibilidad, en abril del año 2003, entre Carlos Menem y Ricardo López Murphy obtuvieron el 45% de los votos.
El cuarto componente, ya de valor positivo –para aquellos que acompañan a Macri–, es el tipo de liderazgo que ejerce, de gran centralidad y contenido emocional, eficazmente dirigido a interpelar a un espectador de 9 años de edad de maduración mental promedio.
Para completar el panorama, por la oposición persiste un liderazgo nítido que es el de Cristina Kirchner, de notable robustez electoral comparada (rinde 7 a 1 respecto a cualquier otro dirigente opositor), por lo que en estos meses que vienen la organización del panperonismo en torno a su figura será inexorable.
Más cuando, a medida que avanza el deterioro socioeconómico de la base electoral de Cambiemos, aunque en el margen, Cristina Kirchner crece en intención de voto acercándose a su “techo”, que es el que marca la elección testigo del año 2007, en torno al 45%.
Respecto al comentado “techo” de CFK, en rigor es el proyecto popular democrático el que tiene techo en torno al 45% de los votos. No es el “techo de Cristina”, se trata del límite estructural del populismo en el siglo XXI, en promedio 10 puntos más abajo del “techo electoral” del peronismo inaugural del XX.
*Director de Consultora Equis.