No sabemos si ganará Milei y la economía argentina suplante el peso por el dólar. Lo cierto es que la que se dolarizó es la campaña:
• Espert dijo que el kirchnerismo le debería levantar un monumento al FMI por las medidas que le banca;
• Larreta rechazo la idea de Bullrich de pedir un nuevo préstamo al Fondo para armar un blindaje;
• Massa dijo que hay que pagarle al Fondo para que no vuelva nunca más;
• el dólar blue se disparó después de conocerse las nuevas medidas económicas del gobierno y marcó un nuevo récord;
• En los próximos días Argentina le debería pagar al FMI con recursos ¿propios? si el board del organismo no aprueba formalmente el acuerdo técnico que ya habría hecho el staff: son unos 3.500 millones… de dólares, claro (De la Rúa se cayó por 1260 millones, casi un tercio del pago pendiente);
• Olmedo comenzó a sortear 100 dólares por día como parte de su campaña.
¿Será otro Menem contra Cafiero?
No nos queda otra que hablar de dólares y del Fondo, porque llegaremos a votar en las PASO con una espada de Damocles sobre nuestras cabezas, no sólo sobre el gobierno. Patricia Reina –obsesionada con salir del cepo lo antes posible- puso sobre la mesa un tópico complicado, ya que de ese modo permitió que se la asocie rápidamente con su paso por el gobierno de De la Rúa, un pésimo recuerdo para la enorme mayoría de la sociedad. Macri retornó a la ayuda del Fondo en su momento y la pre candidata propone insistir una vez más con dicho soporte. Aunque sea técnicamente correcto, es electoralmente inconveniente: da sensación de yugo eterno. Más allá de ese detalle, la pre candidata jugó en estos últimos días con dos piezas publicitarias. En una, habla a cámara intentando resignificar qué es violencia, en función de la jugada del “pelado” de hacerla quedar como excesivamente agresiva, virando hacia un tono más calmo, emotivo y esperanzador, ligando su slogan –la fuerza del cambio- con la fuerza de los argentinos.
En la misma tónica de bajar dos cambios, la otra pieza apunta a no quedar asociada a exclusivamente a la idea del “si no es todo, es nada” con un spot emotivo, de cercanía, con imágenes de fuerte contenido simbólico, tocando, sonriendo –como diciendo “detrás de esa imagen de fortaleza, también hay un ser sensible”- y con una inconfundible identificación con la producción agropecuaria (todo el tiempo está con poncho). La imagen final no es la de ella, sino la de un hombre de campo (traducción: el protagonista vas a ser vos, no solo yo), e insiste en ligar la fuerza de los argentinos como la fuerza del cambio.
A partir de ahora quedan dos semanas para las PASO y el Emir de Cumelén sigue sin hacer explícito su apoyo a Bullrich. Eso puede tener varias hipótesis, no excluyentes entre sí, a saber:
1) ¿Macri creerá que sus indicios ya fueron suficientes y entonces no hace falta explicitar lo obvio?
2) ¿Creerá que es mejor dejarle el protagonista a ella para no empañar su proyección de liderazgo?
3) Dada la virulenta interna, si se juega por ella ¿él perdería su rol de contenedor y garantizador de la unidad?
4) ¿Y si ella pierde? ¿quedará descolocado?
5) ¿Existe una reivindicación social de lo hecho por él?
6) Las derrotas de Losada y de Loredo –por quienes apostó el creador del PRO- no son buenos signos de una sociedad que aparenta querer orden y actitudes terminantes.
Este último punto lleva a otro interrogante que puede ser definitorio en la política argentina: ¿territorio mata redes y televisión nacional? Habría que prestarle atención a qué están haciendo en estos días los territoriales que responden al peladismo, ya que comienza a haber evidencia de que líderes locales exitosos están equilibrando una pugna que hasta hace dos o tres semanas aparecía favorable a Patricia.
Pero ella no es la única que está bajando dos cambios y busca transmitir cercanía. Después de una serie de traspiés, el “león” Milei está optando por caminatas espontáneas, con más contacto físico, lo que hace varios meses atrás era solo un “touch and go”, que podía durar a lo sumo una cuadra. No solo eso, sino que se las agarró con la Pato y casi dice que es lo mismo que el “siniestro” Larreta. ¿Por qué? Porque el negocio de los terceros es diferenciarse de los dos grandes, asociándolos como iguales. Es lo que en su momento hicieron la Ucedé en los ´80 o el Frepaso en los ´90. Si para el libertario el problema era solo el alcalde porteño y no Bullrich, indicaba una posibilidad de acuerdo. Pero eso, entre otras cosas, lo fue desperfilando. Por lo tanto, vuelve a atacar a la casta casi in totum. Para la mayoría de sus votantes la culpa la tienen tanto el kirchnerismo como el ensayo de Macri, por eso bebe de decepcionados de ambos bandos.
El desdibujamiento de Milei no está haciendo crecer a Bullrich, ni tampoco a Juntos por el Cambio, porque la principal oposición no termina de salir de su laberinto conflictivo. En todo caso, podría haber una mayor abstención, ya que la izquierda tampoco está usufructuando “el malestar en la cultura”. En el medio de todo eso, Schiaretti puede mostrar que su modelo al menos da éxitos electorales.
Pese a todos los sinsabores, problemas y dilemas irresolubles, Sergio Tomás Copperfield mira el escenario con su habitual infinito optimismo. Su mantra es que no está perdido quien pelea, ya se trate del acuerdo con el Fondo, de su candidatura o de la puja electoral. En general sigue concentrando la gran mayoría del voto oficialista, mientras que “el hijo de Pajarito” se siente cómodo en su rol de “enfant terrible”. Como comentamos en esta columna la semana pasada, no le queda otra que mostrar hiperactividad –cual conejo de Duracell- cercanía con su target y jugar al contrataque (parafraseando a Perón, los que vengan serán peores que nosotros).
En 1964 Sergio Leone comienza su gran trilogía de spaghetti western con “Por un puñado de dólares”. El director utiliza la figura de un héroe anónimo que viene a poner orden en un pueblo donde compiten dos bandas por hacerse del control local. Todo por un puñado de dólares.