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PARA EL 2023

Presupuesto ventajita: los recortes, la trampita de la inflación y el ok forzado de la oposición

A mediados de esta semana el ministro Massa presentará oficialmente el proyecto de Presupuesto 2023 para comenzar a ser analizado y poder llevarlo a votación a fines de octubre. La oposición no quiere abismo y apoyaría porque “la inflación del 60% es una mentira razonable”. Analistas creen que hay que aprobarlo aunque sea malo. Los recortes “poco progres” en servicios sociales que incluye.

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DIBUJO POTABLE. Analistas e incluso diputados de la oposición reconocen que el Presupuesta debe ser aprobado pese a ciertas inconsistencias. | Cedoc

La hoja de ruta para la aprobación del Presupuesto 2023 ya está dibujada y acordada. Luego de que el jueves 15 del corriente el proyecto fuera enviado al Congreso, el miércoles 21 la presidenta de la Cámara Baja, Cecilia Moreau, logró plantear los ejes principales y consensuar el cronograma de actividades junto a los jefes de bloques de las distintas bancadas. 

Esa grilla marca que el próximo miércoles 28 el ministro de Economía Sergio Massa visite el Congreso para la presentación oficial del Presupuesto. Lo hará acompañado de una docena de ministros y secretarios de carteras estratégicas. También se negocia la presencia del presidente del Banco Central Miguel Pesce. 

Arranca así, un mes largo de reuniones y negociaciones hacia adentro de la Comisión de Presupuesto y Hacienda. El objetivo de Massa es otorgar algunas concesiones pero lograr una aprobación amplia que le permita llegar el proyecto para su votación en el recinto el 28 de octubre. 

En este punto casi es posible trazar un paralelismo entre las negociaciones que el ministro Massa lleva adelante con el FMI y con los diálogos y encuentros que deben trazarse con oposición para la aprobación del presupuesto. Al igual que el FMI, la oposición no puede volver a jugar con fuego. No hay margen para no tener acuerdo con el Fondo. Y tampoco hay margen para boicotear la principal ley que organiza gastos e ingresos.

El durísimo mes de julio, ese trance que significó la salida de Guzmán y la sensación de haber atravesado la banquina y coquetear con el abismo, significó un riesgo no solo para la administración nacional, sino para el Estado y la sociedad en su conjunto. 

Como el FMI, la oposición no aprobaría cualquier Presupuesto, pero sí uno que sea más o menos defendible hacia las tropas propias. Ese puede ser el primer diagnóstico por estos días. 

El proyecto tiene 4000 hojas y ahora arranca el análisis frío y la “temporada de negociaciones”. En esa mesa comienzan a sentarse oficialistas y opositores con mejor predisposición frente al programa que había presentado el exministro Martín Guzmán.

Más vale malo. Un economista que asesora a la oposición planteó el tema a este medio: “yo si pudiera persuadir a la oposición les diría que es preferible tener un Presupuesto lo mejor posible antes que no tener ningún Presupuesto y estar a la buena de Dios o a tiro del teléfono de Kicillof. Se puede gobernar sin Presupuesto, pero se la das servida al príncipe para que haga lo que quiera, como pasó este año que el tipo que lo mandó en junio a los 20 días estaba ido. Así no sirve un Presupuesto”. 

“Olvidémonos de la rosca y las cosas que hacen ustedes los periodistas. Seamos serios. Todo depende del Presupuesto y Juntos por el Cambio necesita imperiosamente que a Massa le vaya bien. No tan bien tampoco, pero medianamente bien para que acomode los melones en el carro y aprobar el Presupuesto antes del Mundial. Yo intento pedir a todos los que hablo que aprueben el Presupuesto. Si no les gusta apruébenlo lo mismo”, remarcó el asesor.

Otro analistas local apuntó: “Podemos pensar muchas cosas de Massa, pero lo lógico es que vaya a jugar fuerte para lograr una votación amplia del Presupuesto y logre llevarle al Fondo una hoja de ruta más armada y en línea con lo que estaba pidiendo el Fondo. Que Massa pueda mostrar ese apoyo, del propio espacio político o de parte y de parte de la oposición es muy importante. Él se está jugando mucho en esa votación”.

En esa línea, el diputado cordobés por el radicalismo, Hugo Romero, reconoció: “Argentina necesita tener un Presupuesto. La última sesión del año pasado, que nos quedamos sin Presupuesto, fue producto de presentar un proyecto que no se quería modificar y que no respondía a la realidad, como el hecho de plantear una inflación del 29% y estamos viendo un año que va a terminar en el 95%, es una diferencia abismal”.

Y amplió: “Hoy en el Presupuesto actual se continúa con un déficit en línea con el Fondo Monetario, pero bueno, hay discusiones más profundas para ir dando. Definir que hay una inflación del 60%, aunque creo que se quedan cortos, no es el 29% que se presentó para el 2022. Lo estamos analizando. Hasta lo que pude ver hay una disminución pero no un mecanismo concreto para bajar la inflación. Insisto, el país necesita que discutamos esto de manera seria para un proyecto que ayude a salir de la situación en la que estamos”.

Mentime que me gusta. Hacia adentro de la composición del Presupuesto el economista Gastón Utrera se enfocó en el mecanismo con que usualmente se estructura y en el uso político del fenómeno de la inflación para poder contar con un colchón extra de recursos el año que viene.

En ese sentido explicó que hay que recordar que en el Presupuesto hay ítems como el déficit fiscal y el gasto que son los objetivos o los propósitos que se plantean y sobre los que habría que analizar si son razonables o no y cuánta decisión hay para cumplir lo que están definiéndose. En tanto, inflación, crecimiento o tipo de cambio no son objetivos, son solo proyecciones. Y proyecciones para las cuáles siempre hay interés de dibujarlas. 

“Todo Presupuesto es una autorización de gasto y una previsión de ingresos, si vos pones un 60% de inflación y un 3% de crecimiento eso te conduce a esperar cierta cantidad de ingresos para el año que viene. Ahora, si después la inflación es más alta vas a tener más recursos de los previstos y como van a exceder lo que está presupuestado le dejas a Jefatura de Gabinete la posibilidad de reasignarlos”, marcó. 

“El truco de tirar la inflación para abajo en esa proyección no es sólo que es una proyección y que puede ser fallida, es que además, deliberadamente te conviene que esté abajo para dar la señal de que estás tratando de bajarla, pero fundamentalmente para después tener más margen de acción”.

“Si el gobierno lograra bajar la inflación del 100% al 60% todos esos gastos suben en participación, con lo cual le juega en contra fiscalmente. Ni siquiera deberíamos creer que está en el propósito de Massa bajar la inflación al 60%, porque si la baja al 60% no le cierra fiscalmente. El negocio en este tipo de cosas es acelerar la inflación, obviamente hay sin que se te vaya de las manos, pero el negocio es acelerarla. Y hay que entender que para la oposición, una inflación del 60% está dentro del rango de mentira aceptable. No pueden convalidar un presupuesto con proyección de inflación del 20%, 30% o 40%, pero sí del 60%”, argumentó. 

Recortes sociales
En un análisis sobre la composición del proyecto de Presupuesto la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia subrayó que la propuesta contempla una reducción del gasto de casi el 9% con relación al presupuesto actual (vigente al 31/8/22 y ajustado por la inflación estimada en el mismo proyecto para este año, del 95%). El 50% de ese recorte se explica por la caída del presupuesto destinado a la Seguridad Social (Asignaciones Familiares, Prestaciones Previsionales, Pensiones no Contributivas).

“Si bien la mayor parte del Presupuesto está destinado a Servicios Sociales (64,4%), una tendencia que se sostiene a lo largo de los años, esta finalidad cae más de un 10% si se compara lo proyectado para 2023 con el crédito vigente en agosto de este año, mientras que la Deuda Pública tiene una asignación que supera en un 25,7% a la de este año. Otra finalidad que aumenta con relación a 2022 es Servicios de Defensa y Seguridad, con un presupuesto un 10% más elevado, orientado principalmente a la función Defensa”, marca el trabajo.