Los momentos transicionales plantean interrogantes con impaciencia, y más aún cuando la situación nacional es de fragilidad. Se arrastran desde la campaña, y cobran la forma del “qué” y del “cómo”. Cómo encontrarle la vuelta a la crisis para reactivar la economía y salir del laberinto de desempleo, inflación y pérdida del poder adquisitivo que lega el gobierno saliente.
Pero la campaña ha terminado, e inquieta cómo se compondrá el rompecabezas de intereses diversos y, en algunos casos, antagónicos. Ante ausencia de respuestas para el qué y el cómo, los interrogantes se refugian en el “quiénes”. El enigma sobre el gabinete y en particular sobre Economía, son la ventana para desatar la interpretosis sobre el cómo.
Algo de esta impaciencia se advierte en la UIA, que aceptaría el acuerdo social pero antes quiere conocer el plan económico o al menos el tipo de cambio y las tasas de interés.
Región. A Fernández se lo ve con un rol activo en la política latinoamericana. El viaje a México del presidente electo tuvo más impacto por las dos reuniones ad hoc que por el encuentro con López Obrador, que prefiere atender su frente interno antes que jugarse en un liderazgo progresista de la región. Las divergencias entre el Grupo de Puebla y el de Lima también dan contorno a las tensiones regionales, sobre todo porque en la transición Argentina está con un pie en cada lado. “El Grupo de Puebla es un grupo que yo mismo impulsé mucho antes de ser candidato, y que empezamos a trabajar con Marco Enríquez-Ominami desde Chile”, reconoció Fernández. Integrado en 2018, es un grupo de líderes políticos que priorizan la autodeterminación de los pueblos por sobre las perspectivas intervencionistas y se autodefinen como grupo progresista latinoamericano que busca dar respuesta al “nuevo boom de la derecha en América Latina”.
Alberto Fernández diagrama un "gabinete de emergencia" para afrontar la crisis
El rebote del encuentro con Claver-Carone, principal asesor de Trump para América Latina e integrante del Consejo de Seguridad, viene a completar el llamado amistoso y aporteñado que Trump tuvo con el nuevo presidente. La disposición a negociar la deuda, se presume, sería a cambio de una alineación en materia de defensa y política regional. Ante la seguridad geopolítica las deudas pueden esperar. Lo que está claro es que el Fondo será un actor insoslayable en el futuro de la Argentina, aun cuando se logre la mejor reestructuración y la pelota se patee para adelante.
La pregunta del “cómo”, en este caso, será para desentrañar el delicado equilibrio que deberá mantener el futuro presidente entre las necesidades en el plano económico y la soberanía en el desarrollo.
La reunión con Slim es la otra secuela que dejó el viaje a México. Slim tiene la octava fortuna del mundo y es un jugador de peso en las comunicaciones locales. ¿Cuál es el saldo del encuentro? Sobre todo actitudinal. Alberto va a buscar uno a uno a los inversionistas. Ya se vio con Cherñajovsky y con textileros dispuestos a invertir. Mucho o poco, todo viene bien, porque cada gesto moldea confianza en la gestión por venir. Si Macri se sentó a esperar la lluvia de inversiones, la gestualidad de Alberto muestra iniciativa y proactividad.
Buenos Aires. Las intrigas también se trasladan a la provincia de Buenos Aires, sumida en un misterio aún mayor. La endogamia y el hermetismo adelantan el estilo de gestión de Axel. Tuvieron con Vidal su foto “somos civilizados” y sanseacabó. Rápidamente el futuro gobernador se despachó sobre la tierra arrasada y endeudada que heredará y la gobernadora tuvo un gesto con las energéticas, a las que les autorizó subas de hasta 25%.
Los elogios de Nicolás Maduro para Kicillof y su promesa de culminar la inversión en los astilleros Río Santiago serán otro elemento de peso para la difícil tarea que tendrá Alberto de cara a la política exterior. Más aún cuando la mesa chica de Axel tiende a reducirse y cada vez son menos los que tienen injerencia en la toma de decisiones.
Sergio Massa y las presuntas divisiones en el Frente de Todos: "No hay lugar para vanidades"
Congreso. La conformación del nuevo Congreso representa un desafío para otro de los hombres centrales del gobierno por venir, Sergio Massa.
En Diputados se despliega un poder dividido sin mayoría automática para nadie. Allí todo será trabajo de negociación, que incluye hasta el cargo de Massa en la presidencia, que no parece estar en duda, pero sí exigirá acuerdos. Tal vez el encuentro con Monzó, quien tiene bajo su órbita un grupo de 12 diputados, sea la llave para destrabar aquellos conflictos que dividen tanto a la Cámara como a la sociedad.
La agenda de Massa hace prever que el próximo gobierno buscará validar las grandes decisiones en el Congreso. Incluye la conformación de un Consejo Nacional de Seguridad, la convocatoria a un acuerdo económico y social, la reforma tributaria para aliviar a las pymes, el rediseño del presupuesto 2020 y el aval parlamentario a la reestructuración de deuda con el FMI. En estas propuestas tal vez sea donde más claramente puedan resolverse los enigmas en torno a ese “cómo”, que apunta a la reactivación del consumo interno como principal herramienta para poner en marcha la economía.
La CGT y el campo. La CGT se ha revelado un actor de cogobierno en la transición, un guiño al rumbo industrialista al tiempo que una fuerza que equilibra la distribución del complejo peronismo que soporta a Fernández.
Hugo Moyano fue a la CGT pero todavía no 'volvió'
El modelo industrialista suscita otras preguntas. ¿Cuánto tiempo el campo podrá subsidiar a la industria? La industria es la vida social y no es rentable, pero el campo no emplea y no tendrá más remedio que financiar a la industria por el bien de lo social, por su orden y por su paz. Un modelo de agro y servicios como el que se propuso el gobierno de Macri puede ser un buen modelo de crecimiento económico en abstracto y en la macro, pero tiene como contracara la crueldad material del abandono a la reconversión de un sinnúmero de trabajadores y el resquebrajamiento de la trama social. La industrialización de las grandes ciudades, aun siendo defectuosa, garantiza ingreso, ocupación y un rol social aceptable para grandes franjas de la población. La tensión campo-industria es otra de las formas en que se manifiesta la grieta, que esta semana se avivó con los dichos de Santiago Cafiero, los nombramientos de última hora y una serie de tiroteos discursivos entre las primeras y segundas líneas de los gobiernos entrante y saliente.
Empiezan a aparecer huellas de conflictividad en la transición ordenada y pacífica que se simbolizó en la foto entre Macri y Fernández del lunes posterior a las elecciones. Esa foto, de cara a un acuerdo económico y social, sigue siendo un buen “cómo”; aunque no deja de ser una foto.
*Analista. Directora de Trespuntozero.com.