COLUMNISTAS
tiempos difíciles

Un mes de Javier Milei

El Gobierno enfrenta desafíos en dos arenas: el palacio y la calle. Y con una hiperminoría.

20230113_milei_perfil_sierra_temes_g
Un mes y no gatea... Javier Milei. | Pablo Temes

La Argentina cerró 2023 con la tasa de inflación más elevada de la región, superando incluso a Venezuela, y con el nivel más alto desde 1990. Corregir los desequilibrios macroeconómicos acumulados a lo largo de casi 20 años y estabilizar la economía son los principales desafíos que enfrenta Javier Milei. Su gestión será evaluada por su grado de éxito en lograr que una baja sensible y sostenida de la inflación.

A diferencia de las gestiones kirchneristas, Milei ha tomado el toro por las astas: admitió públicamente la gravedad y fragilidad de la situación económica y señaló que, de no adoptar decisiones drásticas, el problema será aún mucho mayor. Y reconoció que inicialmente habrá una aceleración de la inflación debido a la corrección de precios relativos largo tiempo distorsionados y una caída de la actividad, lo cual lógicamente implica un aumento –que se espera sea transitorio– de la pobreza. La narrativa presidencial parece la adecuada dado que pasará algún tiempo hasta que haya buenas noticias para dar. Es razonable bajar las expectativas.

Tener éxito en la lucha contra la inflación requiere de varios elementos. Por un lado, un diagnóstico adecuado, un plan bien diseñado y un equipo sólido para implementarlo. Pero también, por otro lado, capacidad de gestión y, clave, respaldo político. La convertibilidad fue el último plan de estabilización exitoso que tuvo la Argentina. Su éxito radicó no solo en la capacidad técnica Domingo Cavallo y su equipo, en el liderazgo de Carlos Menem y el apoyo del peronismo. En Argentina y en América Latina sobran los ejemplos de planes de estabilización bien diseñados en lo técnico, pero que fracasaron debido a la falta de capacidad política.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Aquí se plantean los principales interrogantes y desafíos para Milei. Nuestro sistema de balotaje, en el que la elección legislativa es concurrente con la primera vuelta presidencial, potenciado por el vetusto método de votación que el Senado quiere modificar en estos días, agrava uno de los principales problemas del presidencialismo, el de los gobiernos de minoría. El resultado de las elecciones del 22 de octubre y del 19 de noviembre es en este sentido problemático para la principal tarea que el Gobierno tiene por delante: sanear la economía y bajar la inflación. Asumiendo que el plan económico está bien diseñado, el Gobierno enfrenta desafíos en dos arenas: el palacio y la calle.

En el Congreso, La Libertad Avanza cuenta con tan solo el 10% del Senado y el 15% de Diputados. Para superar esa hiperminoría, Milei ha recurrido a dos herramientas a las que todos los gobiernos peronistas desde 1983 hasta la fecha han utilizado hasta el cansancio: los decretos de necesidad y urgencia y la delegación legislativa, herramientas que Menem utilizó a pesar de su inexistencia en la Constitución, que fueron luego incorporadas al texto constitucional en 1994, en la reforma que paradójicamente buscaba atenuar el presidencialismo.  

Congreso
Congreso. Foto: Télam

Las próximas semanas serán claves para evaluar el grado de éxito de Milei en el plano legislativo. El Congreso deberá ratificar o rechazar el DNU 70/2023 y discutir el proyecto de ley ómnibus. El interrogante principal reside en la flexibilidad del Gobierno. Si la estrategia es aprobar aquellos elementos de la ley ómnibus que el Gobierno juzga esenciales, posiblemente tenga éxito gracias al apoyo de los bloques que alguna vez fueron parte de Juntos por el Cambio. Si, por el contrario, la idea es apostar “a todo o nada”, el resultado puede ser una derrota legislativa. El discurso presidencial sugiere intransigencia. Pero algunos funcionarios parecen mostrar mayor predisposición a negociar. Como cantan los Rolling Stones: “No siempre podés conseguir lo que querés, pero si tratás, podés obtener lo que necesitás”. Parece difícil que el Gobierno logre la aprobación de la ley ómnibus antes del final de las sesiones extraordinarias, previsto para el 31 de este mes. Del Ejecutivo depende prorrogarlas o no hacerlo. Ello será una prueba de la flexibilidad del Gobierno a la hora de lidiar con el Congreso.

La calle es la otra arena que supone un desafío para Milei. La CGT, que durante cuatro años avaló de manera cómplice los pésimos resultados del gobierno del expresidente Alberto Fernández, ha convocado a un paro general para el 24 de enero. Luego de este ruidoso silencio, la central obrera salta a destiempo. Desde lo comunicacional, para Milei es pura ganancia esta huelga. Los sindicatos son organizaciones con una elevada capacidad de movilización y con la capacidad de parar al país, pero a la vez cuentan con un elevado nivel de desprestigio. Este tempranísimo paro general alimenta el discurso de “Milei vs. la casta” que tanto rédito le dio en campaña al actual presidente.

En tanto haya alguna luz al final del túnel –una expectativa creíble de la llegada a la tierra prometida–, es probable que haya tolerancia social, pese al sombrío panorama que se prevé para los próximos tres meses. Pero esa paciencia no será eterna. El Antiguo Testamento cuenta que durante su periplo por el desierto los judíos se rebelaron a Moisés añorando los años de esclavitud en Egipto. Moisés, con asistencia divina, golpeó una roca con su bastón haciendo brotar agua para calmar la sed del pueblo judío. El bastón presidencial desafortunadamente no realiza ese tipo milagros.

Tanto Raúl Alfonsín como Carlos Menem recibieron pesadas herencias en materia económica. Ambos estuvieron un año y medio a los tumbos hasta dar con un plan que pudiera poner la inflación en caja: el austral con Alfonsín, la convertibilidad con Menem. Javier Milei también ha recibido una pesada herencia. A diferencia de Menem y Alfonsín, no cuenta con un escudo legislativo y no gozará de un año y medio de prueba y error en materia económica. Los próximos meses serán claves para evaluar su capacidad de afrontar los desafíos que le plantean el palacio y la calle.

*Politólogo.