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elección

Un poco abogados

Justicia 20221112
Justicia | Imagen ilustrativa | Unsplash / Tingey Injury Law Firm

Cuando peleaba con mi madre durante la adolescencia, es decir día por medio, ella repetía frecuentemente “Tenés que ser abogada”. Mi habilidad para desarticular sus argumentos iba creciendo con mi cuerpo y se moldeaba a costa de esos enfrentamientos permanentes que superamos años después. No estudié derecho ni nada que se le parezca, pero dentro de los distintos formatos que el periodismo contiene, la columna de opinión, creo, requiere ciertas aptitudes propias de los abogados, de aquellos que tienen que estar a la defensiva, listos para esquivar o responder al golpe, dar vuelta la situación. 

Pensándolo mejor, estas habilidades sean acaso necesarias para casi todo el que se pronuncie públicamente sobre algo, más aún si su opinión va en contra o no cuaja con aquello que tácitamente se impone como “lo que hay que opinar”. Si bien el magma compuesto por objeciones y planteos hechos por lectores, usuarios de redes u opinólogos propicia el debate, ampliando las posibilidades de una idea, puede llevar a la autocensura. El fantasma de la cancelación alienta la construcción –muchas veces falsa– de voces “malditas”, pero es posible que en la mayor parte de los casos sea más efectivo para el disciplinamiento.

Mi habilidad para desarticular sus argumentos iba creciendo con mi cuerpo

¿Qué hacer, entonces, ante la necesidad de expresar algo que va en un sentido diferente de los discursos habilitados por la época? ¿Mentir? ¿Callar? El celebrado periodista polaco Ryszard Kapucinski afirmaba: “La relación con los seres humanos es el elemento imprescindible de nuestro trabajo”. Conocer mejor al otro, entablar una relación con sus intereses manifiestos y procurar descular los que no muestra, puede ser clave para exteriorizar una opinión que resulte incómoda o disonante, seamos periodistas o no. Tal vez, involucrándonos más con las evidencias que se presentan en contra de nuestros argumentos, rastreando de dónde vienen y sobre qué bases se apoyan, podamos armar mejor nuestra defensa, ser un poco abogados de nosotros mismos, evitar la clausura, el bloqueo, el soliloquio traccionado por el prejuicio o la lectura superficial. Que llamarnos a silencio sea siempre una elección, una estrategia, y nunca algo impuesto por otro más que nosotros.