El miércoles pasado, después de que la Cámara 1ª del Crimen de Río Cuarto dio a conocer el fallo absolutorio a Marcelo Macarrón por el crimen de su esposa Nora Dalmasso, este medio buscó la palabra de los fiscales de Cámara Julio Rivero, del instructor Luis Pizarro y del defensor, Marcelo Brito. El primero nunca respondió. Pizarro pidió tiempo y Brito fue el único que accedió.
Durante una hora y media transcurrió la entrevista al día siguiente. Con voz pausada y firme, con su inconfundible estilo de experto penalista, Marcelo Brito respondió a las preguntas de PERFIL CÓRDOBA, sobre el posible último gran juicio que lo verá como abogado litigante.
Decidió, a sus 80 años, no recibir más clientes y trabajar solo en los dos casos que le quedan: uno en Jujuy –su provincia natal– y otro en Córdoba.
—A fines de 2019 le dijo a este medio que le gustaría que se materializara el juicio para terminar la lenta agonía que padecía Marcelo Macarrón. Se terminó la agonía: fue absuelto, pero no se sabe quién mató a su esposa.
–Recuerdo aquella renuncia de dos instancias que tenía por delante. Implicaba un año y medio más. Todos los jueces que intervinieron tomaron decisiones adversas al cese del proceso por la presión mediática. Esa acusación de Pizarro, arbitraria, sin ningún sostén probatorio, iba a terminar en un juicio. Me dijeron que Río Cuarto ya tenía una opinión formada, si los jueces eran de Río Cuarto iban a condenar. Dije que creía que había una opinión deformada. En un juicio, sin elementos de prueba, resultaría difícil sostener la arbitrariedad. Además, era necesario no solo para hacer cesar la persecución contra el linaje Macarrón, sino para que realizado el juicio se pudieran advertir nuevos caminos. A fines de septiembre, el caso ingresó a la Cámara por lo que, a mediados del 2020, podíamos entrar a un juicio. Como luego vino la pandemia destrozó nuestro proyecto. Esos dos años generaron que prescribiera la acción penal. El debate puso en evidencia lo que dije: la absoluta orfandad de prueba. Fue un invento del fiscal Pizarro asentado en una ascendencia jerárquica que tuvo con (Alberto) Bertea, por entonces secretario de seguridad de la Provincia. Recuerdo que (el periodista) ‘Petete’ Martínez hizo pública una reunión en el Sheraton entre el entonces fiscal general (Gustavo) Vidal Lascano, el ministro de Seguridad (Sergio) Busso y el secretario Bertea. Al día siguiente (el gobernador, José Manuel) De la Sota les pidió la renuncia. Fue el 14 de diciembre de 2006. Este fiscal Pizarro, que trabajaba como secretario en el Tribunal de Conducta con Bertea, inventó un disparate absoluto. Jamás hubo ningún testimonio directo ni prueba de que la muerte de Nora Dalmasso haya sido el resultado de una colusión entre Macarrón y una o más personas desconocidas que, con fines políticos y/o económicos, que además resultarían beneficiados, sin decir de qué modo, por el estrépito que causaría la muerte de la señora Dalmasso. El fiscal y la defensa ofrecimos 300 testigos porque era un proceso que había pasado con imputaciones a Magnasco, Zárate, Facundo y, sin ningún elemento probatorio nuevo, después de 11, años a Marcelo Macarrón.
—¿Quién es responsable de este fracaso?
—Es muy simple: un sistema legal en virtud del cual fue convocado, frente a la noticia de que se descubrió el cuerpo sin vida de la señora Dalmasso, un oficial de apellido Liendo, el primer funcionario que se hace cargo de la investigación y va a la escena del crimen. En el juicio quedó en evidencia lo que dije a los jurados. No tenía conocimiento en materia investigativa. Le pregunté si sabía cómo se hace una investigación criminal, qué es una escena del crimen y respondió que no. Él fue quien secuestró los elementos, un inexperto total construyó el acta de secuestro. Y ¿quién fue el fedatario de las actas de secuestros? Un cuñado de Macarrón. Lo hicieron permanecer quieto durante horas hasta la madrugada. El testigo fue citado para el lunes siguiente (el 27 de noviembre) a firmar un acta de secuestro. Yo nunca planteé la nulidad de nada. No se respetaron reglas mínimas, como protocolos de actuación. Usó cuatro bolsas de consorcio negras y ahí fue metiendo sábanas, fundas, todo. Por eso cuando interviene la autoridad específica dice: acá hubo transferencia de todos.
—O sea que la falla estuvo en el minuto cero.
—Hay que decirlo con todas las letras. Entre la ignorancia y la negligencia, graves enemigos en la búsqueda de la verdad, generaron el comienzo de una historia que permitió que se dijera cualquier disparate. Todos los que iban, ni los médicos de la policía sabían actuar.
—¿Cómo asesinaron a Nora?
—El maestro Osvaldo Raffo, médico forense, dijo que la señora tenía un chichón en la zona parietal de siete centímetros, que fue efecto de un golpe. Yo siempre pensé que fue un elemento romo, como dijo Raffo, con el que anularon la capacidad de defensa de la señora: la dominaron, la violaron y la mataron. Esa es mi hipótesis. Un homicidio posterior a un acto sexual no consentido.
—¿Hay posibilidades de seguir investigando aún sin posibilidad de perseguir penalmente?
—Hay dos perfiles genéticos, uno incompleto y otro completo del cinto de la bata. Es como una huella digital única. Nunca se hizo nada por determinarla, salvo llamar a los mismos de siempre. Una medida que creo que este fiscal tomará, con el compromiso que asumió, será llevar a todos los que estuvieron trabajando ahí, sin necesidad de imputarlos. Con una simple extracción de sangre, con posibilidad de designar un abogado defensor y un perito de control, se les extrae el rastro genético. Creo que la tarea será en vano, porque estoy convencido de que hubo contaminación antes, durante y después.
—¿Quién emprenderá esa tarea?
—Rivero lo hará y formulará la denuncia al fiscal de turno y señalará la prueba. Tendrán que hacer lo que siempre debieron hacer los fiscales que nunca salieron del linaje Macarrón. Hay un señor Barzola, por ejemplo, el parquetista, que fue el sábado (el día del crimen de Nora), tocó dos veces, no contestaron y entró a la galería. No fue atendido. Dijo que fue a las 9, si la pericia es correcta Nora estaba sin vida. Pero qué sugestivo: le comunicó a su jefe que se fue para ir a hacer otro trabajo. Era una mentira. Barzola estuvo dentro del tiempo de la data de la muerte, que es el único punto en el que coinciden todos los forenses.
—¿No se hicieron ya las pruebas genéticas al personal que invadió la escena del crimen?
—Se hicieron 24, pero no a todo el personal que trabajaba en la casa, salvo Zárate. Y a Zárate se lo sobreseyó sin que se le hiciera ADN mitrocondrial.
POR QUÉ NO ACUSÓ RIVERO
—¿Usted sabía que Rivero pediría la absolución de Macarrón?
—No. Si bien la razón me indicaba que no había ninguna prueba para pedir condena tenía mi temor por la presión mediática y por lo que se había suscitado en el grupo de WhatsApp (de fiscales provinciales). Creo que el tribunal también lo desconocía porque había fijado dos audiencias más.
—No se entiende por qué, al abrir el juicio, el fiscal Rivero formuló la acusación y al final pidió la absolución sin que se haya producido ninguna novedad en la audiencia.
—Es muy simple. En el momento inicial de la presentación del caso, el fiscal se funda en la actividad investigativa del fiscal de instrucción. La expectativa es lo que va a poder confirmar en la audiencia. Habrá pensado que en los 300 testigos que ofreció lo haría. Pudo encontrar un hecho diverso, abrazar la posición de Miralles y cambiar el hecho y la calificación, pero no lo hizo. Pidió la absolución porque se quedó sin prueba.
—¿Por qué finalmente no hubo querella particular? A la luz de lo ocurrido, eso benefició a Marcelo Macarrón.
—No hubo porque la querellante particular era la madre (de Nora). Ella nunca tuvo ningún elemento de prueba. En un momento la llevó (el fiscal) Pizarro y le hicieron decir una mentira: que durante el cumpleaños de Marcelo, el lunes 20 de noviembre, mientras Nora llevaba unas masas, escuchó que la suegra le dijo: “Vos siempre cuidando a mi hijo” y ella le habría respondido: “No lo voy a cuidar más porque me voy a divorciar”. Eso no se pudo corroborar. Antes del juicio fue convocada por la Cámara. Dos años antes, ella le había comunicado al fiscal (Daniel) Miralles que no confiaba más en el abogado (Diego) Estévez. El hijo, Juan, declaró algo muy simple: no confiamos en ningún abogado de Río Cuarto.
—No tenía abogado particular, pero sí una asesora letrada.
—No estaba en condiciones de pagar a un abogado y fue a una asesora letrada. Estoy absolutamente seguro de qué pasó. Cuando se hace la citación, período de ofrecimiento de pruebas, ya estaba la señora patrocinada por la asesora letrada. Nos notificaron para ofrecer prueba. El fiscal ofreció 300 testigos, otro tanto la defensa. La querellante particular no ofreció nada. Normalmente las querellas ofrecen prueba de cargo. En el momento no había ningún elemento de cargo. Si la asesora letrada hubiese querido ofrecer testigos nuevos, tenía que hablar con su cliente. La señora padece efectos de ACV.
LA RELACIÓN CON PERIODISTAS Y LA DEMANDA CONTRA ANDRUET
—¿Denunciará a Emilio Andruet?
—Tenemos redactada la denuncia. La firmaremos Macarrón y los dos abogados y la presentaremos el próximo lunes (mañana) en el Tribunal de Ética de magistrados y funcionarios del Poder Judicial. Como magistrado no puede opinar lo que hace el juez natural de la causa. Además, dijo: “No se puede criticar a nuestros forenses”. Si tuviera que intervenir en la Cámara donde está él y hay un informe forense, lo recusaría por parcialidad. Los médicos forenses no son nuestros, de él, ni de nadie. Son colaboradores de la Justicia. Y, lo más grave, sabe que nadie puede abrir juicios de valor de un debate si no está presente.
—¿Por qué Macarrón insultó al periodista Hernán Vaca Narvaja?
—No lo he visto. Me hicieron referencia a eso. No me consta. Ya suficiente con todo lo que he conocido sobre lo que se escribió. Si realmente quisiera hacer un nuevo conflicto judicial, pediría un análisis de su capacidad porque creo que es un psicópata. En la demanda que le hizo Macarrón, el dictamen del Procurador General no dice que él hizo buen periodismo o que no ofendió el honor de los menores, sino le da prioridad al derecho a la información sobre la tutela de los menores.
—Vaca Narvaja fue solo un periodista que se encargó del tema. Todos los canales de televisión porteños hicieron amplias y críticas coberturas. Recientemente TN emitió programas sobre el caso. Ricardo Canaletti dijo que usted debería ser investigado.
—¿Le voy a dar prensa? ¿Voy a salir para ser motivo de la comidilla? Le voy a decir a Canaletti que si me investiga descubrirá que soy mucho mejor de lo que se imagina. ¿Por qué no responde cuando le hablo y le hago un desafío en su propio programa para demostrar que es un ignorante, que siendo abogado habla de la prueba cuando no conoce su recepción?
—¿Es el último juicio y se jubila?
—Volveré al estudio y regalaré todos mis libros. Prefiero que vayan a personas que tengan ganas de estudiar. Ya tomé la decisión por mi edad, 80 años, de no tomar nuevos casos. Tengo solo dos: uno en Jujuy, que es mi provincia y la haría por amor; y otro en Córdoba, que sería recién en un año y medio. Si estoy lúcido, los honraré. Pero no tomo ningún caso más