El presidente Javier Milei confirmó en una entrevista a Susana Giménez que a principios de 2025 realizará una visita a la República Popular China para participar de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac). Eso representó un rotundo giro discursivo y de posicionamiento respecto al gigante asiático. Admitió que ese acercamiento comenzó tiempo atrás y confesó que había tenido una reunión con el embajador chino en Argentina, Wang Wei, y que “al otro día nos destrabaron el swap”.
El gobierno de Milei inició descalificando al Gobierno chino con las declaraciones vertidas durante la campaña presidencial. Lo hizo desde varias aristas siendo el punto más álgido el recibimiento de la representante de Taiwán en Argentina, Miao-hung Hsie.
A pesar de esas agresiones, en una clara muestra de la política exterior china de no confrontación y de llevar adelante lo que el Presidente llamó como “vínculo muy interesante”, Pekín renovó el pago de la deuda en dólares y evitó que el Banco Central argentino pague 5.000 millones de dólares a su par chino y estirar ese desembolso hasta mediados del año que viene.
Lo cierto es que desde hace un tiempo integrantes de los equipos de este Gobierno venían trazando nuevas líneas de acercamiento respecto a China calificando a la nueva relación como “pragmática”. Ese pragmatismo se fundamenta claramente en la necesidad del gobierno de dinero fresco para las arcas del Estado y así se han reflotado las negociaciones para culminar las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic en Santa Cruz. Obras que representan más de 4.000 millones de dólares.
Las represas, que se constituirán en las obras de infraestructura hidroeléctrica más grande construidas fuera de China, habían sido adjudicadas durante el segundo gobierno de Cristina Fernández y tanto en las administraciones de Mauricio Macri como de Alberto Fernández, por distintos motivos fueron paralizadas.
Otra de las obras que se intentan reactivar es la modernización del tren Belgrano Cargas. Inversión china que significaría unos 700 millones de dólares. En esta misma línea, el acercamiento a la administración de Xi Jinping tiene que ver con el interés de empresas chinas de invertir en el noroeste argentino para explotar los proyectos mineros de litio y darle funcionamiento a uno de los principales proyectos impulsados por el gobierno a través del RIGI.
No es desconocido que China es un actor global de suma importancia en el concierto internacional y, en ese sentido, se ha posicionado como el segundo mayor socio comercial de Argentina.
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A pesar de las incertidumbres por la llegada del gobierno libertario y de su negativa de ingresar a los BRICS, las exportaciones hacia China aumentaron en un treinta por ciento este año, que en 2023 producto de la sequía se habían reducido.
Pero, por otro lado, las importaciones en 2024 cayeron en una proporción similar dado por la fortísima caída de la actividad económica argentina. Según el Indec, la relación con China es deficitaria en más de 1.000 millones de dólares al cierre del primer semestre de este año.
Milei durante la campaña presidencial afirmaba que “nosotros no hacemos pactos con comunistas", exponiendo su pensamiento ideológico libertario. Las torpezas diplomáticas se acentuaron en abril cuando la canciller, Diana Mondino, se refirió a los chinos diciendo que “son todos iguales”. A poco más de nueve meses de gobierno, quedó demostrado con este viraje político y discursivo, que la ideología termina cediendo necesariamente ante los intereses cuando es cuestión de gobernar y hasta los más reacios finalmente admiten la importancia de actores de peso a nivel global, como lo es China.
*Magíster, director de las carrera de RR.II. de la Universidad Blas Pascal