Perfil
CóRDOBA
EDUCACIÓN

Carlos Skliar: “la escuela recoge las cenizas de cada crisis y vuelve a enseñar”

En un escenario de incertidumbre política, social y económica, el especialista en educación, filosofía y literatura, reflexiona sobre el rol de las escuelas, los docentes y la pedagogía en tiempos de crisis. Advierte sobre la contradicción entre el abandono estatal y la centralidad educativa en la vida cotidiana.

12-9-2025-Carlos Skliar
. | CEDOC PERFIL

Carlos Skliar asegura que las instituciones educativas aparecen como espacios que cargan con la historia de los “recomienzos sociales”. Durante la pandemia, tras guerras mundiales, en contextos de crisis económicas y de exclusión, la escuela fue la que reunió fragmentos dispersos, cuidó a los más vulnerables y dio un lugar de contención. “Las escuelas —señala Skliar— siempre aparecen como aquellas que recogen las cenizas y los escombros de las crisis”.

Ese concepto de “recomenzar” también tiene un costado filosófico para el especialista en educación, filosofía y literatura: significa que “el nacimiento no debe ser destino”. En países profundamente desiguales, la educación es la que permite romper esa condena y abrir la posibilidad de múltiples futuros. Según el investigador, “la clave está en que quienes nacen en condiciones desfavorables no tengan necesariamente un destino adverso”.

La contradicción con el Estado

El punto más crítico de su visión se dirige hacia el presente político. “Uno de los principios filosóficos de la educación es que educamos para no dejar a la gente librada a su propia suerte. Y lo que ocurre hoy es exactamente lo contrario: un gobierno que deja a la gente a la deriva”. En ese sentido, Skliar sostiene que la educación “se enfrenta a la paradoja de ser reclamada como salida social al mismo tiempo que se la desfinancia y se la relega en la agenda pública”.

Polémica en la UNC: debate por el nombre "Abuela Sonia Torres" para el auditorio de la Facultad de Comunicación

Además, advierte que hoy los procesos de aprendizaje no están concentrados sólo en las escuelas y universidades, sino que el mundo digital —a través de redes, plataformas y medios— se ha transformado en un formador superficial y banal. “Esa tensión interpela a la función trascendente de la escuela, que no debería limitarse a capacitar para un empleo, sino a ofrecer un horizonte de sentido en la vida de cada persona”, señala el especialista, que disertará el próximo jueves en Córdoba (ver aparte).

Tecnología y humanismo

Skliar cuestiona que la educación debe adaptarse a las exigencias de la época tecnológica. Plantea que la escuela debe ser un espacio de interrupción crítica, que preserve lo humano en medio de la fiebre por la innovación. “La educación no está para servirle a la época, sino para proponer encuentros con el pasado, con el futuro y con el presente. Si la escuela se somete por completo al mundo digital, perderá relevancia y esencia”.

Para el investigador, el verdadero desafío es mantener el lugar del saber, el arte, la filosofía y la experiencia, “que no pueden ser reducidos a algoritmos ni métricas”. La escuela, dice, debe estar “para advertir sobre los peligros del estrechamiento del mundo si este se resume únicamente en novedades tecnológicas”.

Los docentes en la encrucijada

¿Qué sucede con los docentes en el contexto actual? Skilar señala que la precariedad laboral de los educadores se ha profundizado, mientras que sus responsabilidades crecieron de manera exponencial. “Las escuelas no sólo enseñan: también alimentan, cuidan, previenen la violencia y protegen a los más desfavorecidos”. Esa sobrecarga de funciones genera una paradoja: el sistema descansa en la voluntad de los educadores, pero no los respalda con condiciones dignas. “No es justo —remarca— que la responsabilidad de lo común se sostenga únicamente sobre la precariedad de los maestros”. Y advierte que este mismo dilema atraviesa a instituciones claves, como el hospital Garrahan, donde la salida de profesionales no impide que quienes quedan sostengan, con enorme esfuerzo, el funcionamiento cotidiano.

Código de Convivencia: especialistas piden dejar atrás el enfoque punitivo y garantizar derechos

El sentido de la escuela

Frente a los reclamos por los resultados de pruebas estandarizadas, Skliar insiste en que la educación no se reduce a la transmisión de información. “Enseñar es habilitar experiencias, cuidados y memorias compartidas”, señala. En este sentido, las escuelas no desaparecerán, pero sí puede transformarse su sentido esencial si el Estado continúa cediendo responsabilidades y si las presiones externas las obligan a priorizar la lógica del rendimiento por sobre la de la comunidad.

“La educación es la relación con el mundo y con las vidas. No es sólo conocimiento como información. Es experiencia, sabiduría y cuidado de la memoria. Por eso las evaluaciones que sólo miden contenidos específicos ignoran la trascendencia de la función social y comunitaria de las escuelas”, sostiene.

Hacia el final de la charla, el investigador alerta sobre un peligro mayor: que las nuevas generaciones sean llevadas hacia un “aislamiento digital”, con vínculos mediados únicamente por pantallas: “Esa lógica niega la esencia de la educación como espacio de encuentro colectivo y pone en riesgo la vida comunitaria”.

Desde su punto de vista, la escuela es mucho más que un espacio académico: es la institución que da de comer, protege, acompaña y habilita a recomenzar incluso en los contextos más adversos. “Aun así enseña y crea comunidad. Ese es su valor y su virtud, aunque el mundo insista en querer transformarla en una instancia prescindible”, finaliza.