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CóRDOBA
RECLAMO DE $60 MILLONES

Condenaron a Tomaselli por estafas y falsedad ideológica hacia su exesposa

Daniel Humberto Tomaselli fue condenado a un año y 10 meses de prisión condicional. Aprovechó una grave enfermedad de la mujer para transferir propiedades falsificando su firma.

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ANA PEDROTTI. Atravesó un calvario por su salud y la pérdida de bienes. Tras la condena a su exmarido (a la izquierda), espera un resarcimiento millonario. | Fino Pizarro

El viernes último, en juicio abreviado, fue condenado a un año y 10 meses de prisión condicional el empresario Daniel Humberto Tomaselli, uno de los dueños de la firma que comercializa bicicletas con el apellido como marca.

Se declaró responsable de los delitos de estafa reiterada y falsedad ideológica contra Ana María Pedrotti, su exesposa. Del acuerdo participó el fiscal, Marcelo Hidalgo, y ambas partes. La Cámara 3° del Crimen lo homologó y le fijó obligaciones por tres años como informar si sale del país, además de no modificar los bienes en litigio. Caso contrario se cae esta pena y podría afrontar un juicio oral con la posibilidad de condena de hasta seis años de prisión.

Tomaselli y Pedrotti estuvieron casados hasta 2002, cuando se separaron de hecho, manteniendo buena relación por la asistencia y educación de los dos hijos que tuvieron. Los bienes gananciales siempre los administró Tomaselli. Ana trabajaba como empleada de la empresa familiar hasta que renunció.

En septiembre de 2002, cuando la pareja ya se había separado, Tomaselli constituyó Dayna SA para gestionar bienes y acciones gananciales del desavenido matrimonio. Según se probó, la mujer fue inducida a error, firmó la constitución de la sociedad anónima y terminó perdiendo la gestión de los bienes.

Llegaron las desaveniencias y un año más tarde, ella se negó a suscribir la inscripción registral en la dirección de Inspección de Sociedades Jurídicas. Se probó que para ese acto le falsificaron su rúbrica con el fin de concretar la inscripción en julio de 2004.

En diciembre de ese mismo año, Tomaselli constituyó una nueva sociedad –llamada Il Castello SA– integrada por el marido de su prima, Oscar Biazzi; su primo, José Luis Tomaselli, y su novia, la abogada Julia Mariana Donizzoni.

Fue inscripta en marzo de 2005 y, según determinó la Justicia, el único objetivo fue vender y transferir a esa nueva firma todos los bienes gananciales produciendo el vaciamiento de la sociedad conyugal del matrimonio Tomaselli-Pedrotti.

En mayo, es decir dos meses después, Tomaselli transfirió todos los bienes de Dayna a Il Castello SA, y en agosto del mismo año, presentó la demanda de divorcio. En el tribunal de Familia manifestó que no existían bienes de la sociedad conyugal. Por esa declaración Ana Pedrotti se enteró de que había sido despojada de todo.

La enfermedad. Poco después de la separación de hecho, Ana padeció un aneurisma cerebral que le causó pérdida de conocimiento, desmayos, cefaleas, vómitos, entre otras dolencias. En noviembre de 2014 fue intervenida quirúrgicamente.

Precisamente las fechas de ambos eventos coinciden con el inicio de las maniobras de Tomaselli para la constitución de Dayna SA y luego, para transferir los bienes a Il Castello SA, cuando cursaba el posoperatorio de la delicada cirugía.

Inicialmente, la causa se elevó a juicio incluyendo en la acusación también a Biazzi, Donizzoni y el escribano Carlos Gregorio Gutiérrez Juncos. Pero, estos fueron sobreseídos por prescripción.

Qué pasó con los bienes. Ana Pedrotti reclama el 50% del patrimonio ganancial integrado por cinco valiosas propiedades en diferentes barrios de nuestra ciudad. En el trámite de la causa penal y también en una demanda civil, la Justicia dictó medidas cautelares por lo que actualmente esos bienes están inmovilizados. Tomaselli no puede disponer de ninguno de ellos.

Demanda civil. El despojo de la parte que le correspondía y las penurias que debió afrontar Ana a raíz de las acciones de su exmarido son motivo de un juicio civil por el fraude cometido y por daños y perjuicios. Sólo por este último concepto, cuando se presentó el reclamo, en 2012, sus abogados pidieron un resarcimiento que hoy asciende a más de $60 millones a lo que se sumará luego la porción que le corresponde de la división de bienes y también de las utilidades surgidas de las acciones que tuvo en la empresa Tomaselli mientras estuvieron casados.

 

ANA PEDROTTI : “QUE RECONOZCA QUE ME ESTAFO ES MUCHISIMO”

Ana Pedrotti camina despacio, no puede estar mucho tiempo parada y debe cuidarse de las emociones. La cirugía de aneurisma cerebral dejó secuelas en su salud. No obstante, accedió a dialogar con PERFIL CORDOBA.

—¿Qué significaron para usted estos años?

—Yo no confiaba en los abogados ni en la Justicia. Estaba mal, enferma. Pensaba que había perdido todo y la psicóloga me recomendó pelear por mis cosas. Así llegué al estudio jurídico (del abogado Milton Naranjo Frappa, quien la patrocina). A raíz del aneurisma mi vida cambió de la noche a la mañana. Yo trabajaba, me mantenía, y dejé de hacer muchas cosas porque perdí el equilibrio. Incluso hoy tengo una mala calidad de vida. Pasaron cosas muy injustas. El juicio de divorcio en (el Tribunal de) Familia fue un desastre.

Antes de la separación la familia tenía un alto nivel de vida, que consistía en autos de alta gama, dos o tres vacaciones al año y comodidades acordes a ingresos importantes. Con ayuda de su abogado, Pedrotti recuerda que el primer acuerdo por alimentos tras la separación fue por un monto fijo de $646 más la cobertura de una empresa de medicina prepaga que le permitiera atender su dolencia. Pero, al tiempo que Tomaselli firmaba ese compromiso la desvinculaba a ella, dejando la cobertura solo para sus hijos. Así, se quedó sin asistencia médica y sin controles pos-operatorios lo que acarrearon un agravamiento de su patología.

—¿Cómo pudo mantenerse económicamente?

—En un primer momento, con el alquiler de un departamento, de los dos que habíamos adelantado como herencia a nuestros hijos.

—Usted dijo que la relación era buena…

—Me separé y seguí trabajando para él casi tres años más. Cuando formó otra pareja, las cosas cambiaron. En el año 2003 renuncié en la empresa, después de 17 años. No me quedó otra. Tenía el sueldo en negro, no me reconocieron la antigüedad. Conseguí empleo en una papelera y seguí hasta que padecí el aneurisma. Después de la operación pude volver, pero pronto aparecieron las secuelas. Era viajante y comencé a chocar los espejos de los autos. Me hicieron estudios y ya no pude trabajar más. Estuve prácticamente un año postrada en la cama.

—¿Con esta condena se hace justicia?

—El solo hecho de que él reconozca que me estafó es muchísimo. Mucha gente no me creía. Recuerdo que él decía que mis firmas no eran parecidas o me olvidaba de las cosas porque me habían abierto la cabeza. De un día para el otro me quedé sin entorno, sin amigos. Mi vida era trabajar en ese negocio para ellos. Cuando me fui, él prohibió a sus empleados que me hablaran. Me quedé sola y sin un peso. Fui muy sumisa. La Justicia llega después de 14 años.