“El populismo hizo de la pobreza un recurso de explotación”. Santiago Kovadloff.
La transformación de los planes sociales en trabajo genuino tiene la misma dificultad que la erradicación de la violencia de las canchas de fútbol: la falta de una genuina decisión de la política. Los planes sociales son, en este momento, la herramienta de extorción que tienen algunos punteros políticos para hacer subir a colectivos a sus beneficiarios y llevarlos a un acto del cual no tienen ni la menor idea de qué se trata, ni a quien deben aplaudir. La degradación no ha sido solo económica sino también moral. Han cosificado a los beneficiarios de los planes sociales, los hicieron descender a la categoría de cosa. Han degradado la condición del ser humano en esta humillación disfrazada de ayuda social estatal.
La decisión política de cambio no se garantiza desde un decreto presidencial, el 711/2021 que la proclama. La verdadera “libertad” a los beneficiarios pasa por la articulación concreta entre el sector empresario que manifieste su demanda laboral vacante, el compromiso de los trabajadores sometidos a planes a pasar al circuito de trabajo formal y del Estado Nacional en activar la educación, certificada por instituciones académicas que capaciten en los nuevos saberes qué está demandando el mercado laboral hoy.
No hay fórmulas mágicas para recrear la cultura del trabajo y devolverle la dignidad al más humilde, es solo vislumbrarlo una vez más como a un par, como al sector social que necesita reencausarse para que vuelva a la dignidad del trabajo; que hoy solo se logra desde una herramienta básica: el rentrenamiento laboral.
Para que ese mismo nuevo trabajador participe de un acto político o de una manifestación, que son hechos importantes como expresiones sociales, pero solamente si su voluntad es quien lo motiva y no su necesidad.
El Partido Laborista interpreta que esa construcción social tripartita trabajador-empresario-Estado es indispensable para quebrar la línea de la inmoralidad impuesta desde la administración de la ayuda estatal. Transformar los planes sociales en trabajo genuino es una tarea que deberá realizarse “sector por sector de la industria, los servicios y por qué no también, desde el mundo informático.
El rol de los sindicatos
Los sindicatos aquí deben jugar un papel primordial y el mismo es entender que son formadores de empleo, no porque tengan capacidad de empleabilidad, sino porque desde los convenios colectivos de trabajo se garantizará la seguridad jurídica laboral, tanto para trabajadores como para el sector empresario. Se necesitan reglas claras de juego para ambos sectores de la producción.
El camino para abrir el mercado laboral y generar el espacio suficiente de trabajo genuino para dar lugar a los beneficiarios de planes sociales, indefectiblemente pasa por preparar un escenario jurídico/productivo claro y previsible, que permita absorber esa nueva mano de obra sin temor.
Vislumbrar el norte tecnológico desde donde llegarán los nuevos empleos aun no creados es adelantarse con la formación de las habilidades laborales que necesitarán los trabajadores para ser competitivos; es darle espacio nuevamente a aquellos que quedaron fuera del sistema y cayeron rehenes de los planes sociales. Es combatir las desigualdades construyendo oportunidades laborales dignas.
La creación de nuevos derechos debe ser también un nuevo objetivo de un gremialismo que se quedó solo en lo reivindicativo y dejó de soñar en seguir avanzando en conquistas sociales. Ahora, la madurez e inteligencia en la construcción de logros no está en la confrontación sino en la búsqueda de un equilibrio donde ningún sector tenga que ser desbordado o cargar con el ajuste o el costo. Solo desde la internalización de la concepción “ganar-ganar” se puede avanzar.
El costo de los nuevos derechos no los debe asumir el Estado ni las pymes sino la incorporación de las nuevas tecnologías, que achicó los procesos productivos en tiempo y maximizo las ganancias. Allí está la respuesta para lograr la reducción de la carga horaria de 8 a 6 horas; la Inteligencia Artificial en marcha financiará el sistema de indemnización por renuncia o cese laboral.
Es indispensable sobrevolar el conflicto para encontrar una solución de fondo, como lo es también readecuar los paradigmas sindicales para ser parte de la solución, sin arrear ninguna bandera. Por el contrario, hay que avanzar en derechos pero buscando el equilibrio para crecer. No es una utopía: es un nuevo concepto de capital y trabajo.
Transformemos de verdad los planes sociales en trabajo genuino para erradicar de nuestro país la tentación de someter al más humilde.
Presidente
Partido Laborista Argentina