Vino, bailó y triunfó. Menos de veinticuatro horas duró el capítulo cordobés de la vida de Rudolf Nureyev, el eximio bailarín ruso cuya historia, o parte de ella, refleja la película “El Cuervo Blanco”. Fue el 21 de abril de 1983, todavía en tiempos de dictadura, la primera y única vez que el artista, considerado el más influyente de todos los tiempos en el mundo de la danza, piso un escenario de nuestra provincia. Un vuelo rasante sobre el que no abundan los registros de imágenes, crónicas y testimonios.
Nureyev aterrizó en Córdoba siete horas antes del horario previsto para la función que llevó a cabo junto al Ballet Theatre Francais de Nancy. En el aeropuerto de Pajas Blancas lo aguardaron representantes de la filial local del Mozarteum Argentino, un fotógrafo y un par de periodistas que lograron intercambiar algunas palabras con el visitante ilustre.
PRIMEROS PASOS. El mito de la danza clásica aterrizó en el aeropuerto cordobés acompañado por la bailarina Olga Ferri. /// FOTO: FINO PIZARRO.
Retratos de un ‘rockstar’
“Se bajó del avión junto a una bailarina que lo acompañaba (la argentina Olga Ferri) y lo estaban esperando cuatro o cinco personas que estaban en la organización del evento. Al principio no nos dieron mucha bolilla, así que le grité ‘¡Nureyev! ¡Nureyev!’ y le hice señas de que quería sacarle una foto. Ahí me dijo que sí y se quedó quieto, y pude tomar tres o cuatro imágenes”, recuerda el reportero gráfico Fino Pizarro, cuyos registros de aquel momento ilustran esta nota.
“Después lo sentaron y habló un ratito, intérprete mediante, con los periodistas Mercedes Outumuro y Manolo Lafuente. Luego lo subieron a un Peugeot 504, que en aquel tiempo era un autazo, y se lo llevaron para el teatro”, puntualiza.
FUNCIÓN DE GALA. El anuncio del diario 'Córdoba' de la presentación de Nureyeb en Córdoba. /// FOTO: CEDOC PERFIL.
“Además de ser el mejor bailarín del siglo veinte, el tipo era una personalidad muy importante, una suerte de ‘rockstar’. Siempre trabajé mucho haciendo notas de cultura y me entusiasmó mucho la posibilidad de cubrir la llegada de quien era una auténtica estrella mundial”, dice Pizarro. “Realmente es uno de los personajes más atractivos que conocí”, añade. Y revela que entre las “cuatro o cinco” fotos de autoría propia que adornan las paredes en su casa, está el retrato que le hizo a Nureyev en Córdoba.
“Vital y emocionante”
“Nureyev, la verdad en el arte de la danza”, tituló al día siguiente el vespertino Córdoba la crónica sobre la presentación del artista ruso, que por entonces tenía 45 años. “Una noche diferente”, destacó el escrito periodístico. “Su participación fue sin duda vital y emocionante. También dramática y noble”, fue la referencia al desempeño del bailarín.
FIGURA MUNDIAL. El recibimiento para uno de los artistas más grandes de la historia, cuya vida se refleja en la película “El Cuervo Blanco”. /// FOTO: FINO PIZARRO.
“La expectativa no fue defraudada aunque el visitante acusara una leve indisposición en su salud, lo cuál no fue óbice para que pudiera desplegar en línea generales, alguna de las grandes virtudes del baile académico”, destacó la información. En otros párrafos quedaron consignados “momentos estupendos” en la interpretación y la “jerarquía incuestionable” del espectáculo. También se destacó que Nureyev fue premiado con “el generoso aplauso que se tributa a los grandes artistas”.
La función fue presenciada por alrededor de mil personas y arrancó algo más tarde de lo previsto, debido a un inesperado corte de luz en el teatro.
El ídolo y el mito
Ángel Hakimian, primer bailarín del Teatro del Libertador General San Martín entre 1983 y 2001, fue uno de los testigos privilegiados de la actuación de Nureyev en Córdoba. “Fue una experiencia hermosa verlo en el escenario, aunque no tuve la chance de estar con él. Recuerdo que llegó, ensayó, bailó y se fue ahí nomás”, cuenta el referente de la danza local.
FIEL RETRATO. Una de las imágenes preferidas del reportero gráfico Fino Pizarro. A tal punto que la foto adorna las paredes de su casa. /// FOTO: FINO PIZARRO.
“Nureyev fue el mito de la danza clásica por excelencia, un avanzado en un montón de cosas”, sostiene Hakimian. “Fue mi ídolo de toda la vida, la persona que uno miraba actuar y decía ‘yo quiero ser como él, ojalá pueda llegar a hacer todo eso’ cuando empezaba mi carrera”, puntualiza.
El artista cordobés, que también bailó en la Ópera de Nancy y en el Teatro del Capitolio de Toulouse, evoca con emoción el paso de su ídolo por el Libertador y se muestra entusiasmado por su propio regreso a esas tablas. Será el 20 de setiembre próximo, en el marco del ciclo ‘Danza Contemporánea-Adulto- Cuerpo’ que organiza la Agencia Córdoba Cultura.