A partir del 20 de agosto, el fútbol argentino será lo más parecido a un monstruo de dos cabezas. Por un lado, una AFA que la juega de “nueva” y sigue mostrando viejas hilachas, con Claudio “Chiqui” Tapia al gobierno y el tándem Daniel Angelici-Hugo Moyano al poder. Por el otro, la Superliga, una estructura de ostentosa denominación que encierra el afán de los clubes “grandes” de sacarle más réditos a la pasión popular y que exhibe como cabeza visible a Mariano Elizondo, un contador público que supo lucir la camiseta de “Ideas del Sur” y que hoy pertenece a filas del Grupo Indalo. Los une la pelota, y en cierto modo también el espanto. Lo que sobrevino a la muerte de Julio Humberto Grondona, amo y señor del balompié criollo entre 1979 y 2014, ha sido “menos de lo mismo”, y eso no es poca cosa. Y un matrimonio por conveniencia, se sabe, siempre puede ser una salida elegante como para salvaguardar un poco de riqueza y algo de honor.
Los arreglos ya están encaminados y se harán públicos en muy pocos días. Entre la flamante liga profesional y la vieja casona del fútbol se firmará un “Convenio de coordinación” que dejará bien en claro los derechos, las obligaciones y sobre todo las ganancias de unos y otros, empezando por los dineros del nuevo convenio televisivo que se firmó con la sociedad Turner-Fox hasta el 30 de junio de 2022, con una opción por cinco años más. “Generar recursos y controlar gastos” serán, según el propio Elizondo, las premisas fundamentales de esta incipiente estructura que cobijará a los clubes de Primera División y que intentará de replicar los modelos de organización, fiscalización y distribución de algunas ligas “top” del universo futbolístico, como las de España, Inglaterra, Italia y Alemania.
Los cordobeses Talleres y Belgrano integran el selecto grupo de los 28 clubes que darán el puntapié inicial a la Superliga en la temporada 2017/2018, con la ilusión de poder incrementar sus ingresos en un 40 ó 50 por ciento respecto al certamen anterior, según el vaticinio de sus autoridades. “Yo considero que podemos llegar a esa cifra”, asegura Rodrigo Escribano, vicepresidente de Talleres y representante del club de barrio Jardín en la conducción de la Superliga. “El fútbol argentino es un producto que tiene mucho potencial y ya estamos avanzando en la búsqueda de un patrocinador oficial y en otros acuerdos de sponsorización y derechos de imagen, pero hay que tener en cuenta que esto recién se está armando. Las expectativas son buenas, pero a mediano plazo”, puntualiza el directivo.
Por el lado de Belgrano, uno de los clubes que en los últimos tiempos más cuestionó la desigualdad entre “cumplidores” e “incumplidores” que existe en el fútbol argentino en relación al ordenamiento económico, las expectativas parecen ser más escuetas: “Tengo entendido que lo único que va a cambiar con la instrumentación de la Superliga es el monto de algunos ingresos”, señaló Ramón de la Rúa, vicepresidente 2º y representante ante la AFA de la institución de barrio Alberdi.
Grandes y chicos, la grieta del fútbol
Mientras ajusta los detalles del acuerdo de convivencia con la AFA –la entidad mantendrá la potestad respecto a árbitros, sanciones e inscripciones (cobrará 14 millones de pesos por la prestación de esos servicios esenciales) y la representación ante la Conmebol y la Fifa -, la “Superliga Profesional del Fútbol Argentino-Asociación Civil” se va acomodando con una primera y única certeza económica: la disponibilidad del 80 por ciento de los 3.200 millones de pesos anuales que pagará la sociedad Turner-Fox. En el reparto del dinero de la TV le tocarán 64 millones de pesos correspondiente al 2 por ciento destinado a sus arcas, y 2.496 millones de pesos que serán destinados a los clubes de la máxima divisional. El restante 20 por ciento (640 millones de pesos) se distribuirá entre la Primera B Nacional (12 por ciento), el resto del ascenso y los clubes del interior (7,5 por ciento) y la AFA (2,5 por ciento).
El reparto de los 208 millones de pesos que los clubes de Primera División cobrarán de la TV cada 30 días es un tema que divide aguas en la Superliga. “Todavía lo estamos discutiendo. Hay diferentes posturas sobre cómo distribuir los ingresos. Por el momento, lo más probable es que se aplique el mismo criterio que estuvo vigente para el Fútbol para Todos”, apunta Escribano. De imponerse esta posición, muy resistida por algunos clubes que buscan achicar la grieta entre grandes y chicos –entre ellos, Rosario Central, Huracán y Banfield-, habría tres escalas: para Boca y River, 9,5 millones; para Independiente, Racing, San Lorenzo y Vélez, 6,5 millones; y para cada uno de los restantes 22 equipos, entre ellos Talleres y Belgrano, 4,5 millones de pesos. De este modo, una vez cumplimentado el pago de las 12 cuotas los “superclásicos” embolsarían 114 millones de pesos, los otros cuatro “grandes” facturarían 78 millones y los de La Docta y el resto llevarían a sus tesorerías 54 millones de pesos. El remanente de cada partida mensual, 64 millones de pesos, iría a un fondo común que se distribuiría la mitad en partes iguales y la otra mitad según la posición final de cada club en el torneo, por lo que cada participante se aseguraría al menos otros 15 millones al término de la competencia.
Además de incorporar el tan en boga criterio de “la meritocracia” (según la textual expresión de su vicepresidente 1º Jorge Brito), la Superliga buscará que el “rating televisivo” también juegue a la hora del reparto de dinero. De todos modos, las mediciones de audiencia –resistidas por la parcialidad de su metodología y también por la discrecionalidad de la asignación de los horarios centrales en las pantallas- recién entrarían a tallar en 2018.
Otra de las medidas que se estima implementar en un futuro no muy lejano es la creación de una comisión de control económico y financiero, que hará un seguimiento trimestral de los presupuestos de los clubes, controlando ingresos y egresos. "Necesitamos el fair play financiero para garantizar la competitividad", dejó en claro Elizondo, el CEO de la Superliga, quien ya anticipó una escala de sanciones –advertencias, multas, quita de puntos, descensos y hasta desafiliación- para los incumplidores. “Esto no significa que los clubes vayan a perder su autonomía respecto al armado de sus presupuestos”, destacó Escribano, el vice 1º de Talleres. “Hay una disposición establecida por el Reglamento General de la AFA que es muy clarita y que está plenamente vigente. Simplemente hay que aplicarla, y hacer un mayor control”, precisó.
En los casos de Talleres y de Belgrano, el aporte de la televisión cubre alrededor de un 35 por ciento de sus presupuestos, por lo que los ingresos extras que pueda generar la Superliga podrían significar un gran alivio. Mientras tanto, habrá que seguir agudizando el ingenio para poder subsistir. Sin descuidar los proyectos de infraestructura que ya tienen encaminados (la “T” con la construcción de un nuevo predio deportivo y la “B” con la remodelación del Gigante de Alberdi y), los clásicos rivales del fútbol cordobés apuestan a engrosar sus listas de auspiciantes, reforzar la identidad con sus seguidores ampliando servicios y beneficios, y fundamentalmente repetir los números de las exitosas campañas de conscripción de socios de la temporada anterior: 52 mil en el caso de los albiazules y 28 mil en el caso de los celestes.
Con diferentes objetivos deportivos, clasificar a las copas en el caso de Talleres y engrosar el promedio del descenso en el caso de Belgrano, uno y otro tienen previsto ajustar en casi un 30 por ciento sus partidas para solventar los gastos que les demanda “ser de Primera”, tanto dentro como fuera de la cancha.
Instituto, el tercero en discordia
El acta de fundación de la Superliga dio a luz el 4 de noviembre de 2016, con la rúbrica de 27 clubes de Primera División y la expectativa de sumar a las entidades que compiten en la Primera B Nacional, entre ellas Instituto Atlético Central Córdoba. Siete meses más tarde, el 9 de junio de 2017, la nueva estructura eligió a sus autoridades y se puso en funcionamiento, pero sin la adhesión de la segunda categoría, que ya había mostrado los dientes con un paro de actividades. “No vamos a instaurar la desigualdad en nuestro fútbol ni vamos a ser funcionales a un negocio para pocos”, argumentó Daniel Ferreiro, vicepresidente de Nueva Chicago y voz cantante de la principal divisional del ascenso.
Los clubes de la B Nacional pretendían un 20 por ciento de los ingresos de la TV, pero el sistema de reparto acordado entre la Superliga y la AFA les otorgará sólo un 12 por ciento, por lo que Instituto y los demás equipos de este torneo recibirán una mensualidad de 1,2 millones de pesos, más 300 mil pesos extras provenientes de un “fondo solidario” que se solventa con los dineros que aporta TyC Sports, la señal que televisa los torneos de Primera B Nacional y Primera B Metropolitana, y los partidos del seleccionado argentino.
BELGRANO
Presupuesto anual: 150 millones de pesos (12,5 millones mensuales).
Ingresos anuales por cuotas societarias: 84 millones de pesos (se calcula sobre una base de 28 mil socios y un pago de 250 pesos por cada mes).
Ingresos por abonos: 24 millones de pesos (se calcula sobre una base de 28 mil abonados y un promedio de 860 pesos en el costo de las ubicaciones).
Ingresos anuales por televisación: 54 millones de pesos (más una cifra adicional a determinar, que tendría un piso de 15 millones de pesos).
Ingresos anuales por sponsors: 18 millones de pesos.
TALLERES
Presupuesto anual: 204 millones de pesos (17 millones mensuales).
Ingresos anuales por cuotas societarias: 150 millones de pesos (se calcula sobre una base de 50 mil socios y un pago de 250 pesos por cada mes).
Ingresos por abonos: 49 millones de pesos (se calcula sobre una base de 50 mil abonados y un promedio de 983 pesos en el costo de las ubicaciones).
Ingresos anuales por televisación: 54 millones de pesos (más una cifra adicional a determinar, que tendría un piso de 15 millones de pesos).
Ingresos anuales por sponsors: 30 millones de pesos.