La evidencia demuestra que Córdoba se aleja del paradigma de la violencia extrema predominante en América Latina. Diversos estudios y reportes demuestran que el año 2021 ha sido trágico en toda la región, a pesar que muchos países latinoamericanos han implementado políticas públicas contra la violencia y el homicidio.
Sin embargo, las tasas de homicidios intencionales medidas para el año que pasó recientemente demuestran que la violencia letal, lejos de atenuarse, se ha mantenido en el mejor de los casos, o se ha incrementado en el peor de ellos. En Colombia, Medellín ha logrado bajar su tasa de homicidios a 15,7 muertes c/100.000 habitantes, pero Cali mantiene niveles preocupantes midiendo 54 víctimas c/100.000 hab. Montevideo, tradicionalmente con tasas bajas, midió en 2021 7,3 c/100.000 hab. mientras que Porto Alegre, con políticas activas en contra de la violencia, bajó su tasa de homicidios a 16 muertos c/100.000 hab. Estas medidas hablan de una Latinoamérica cada vez más compleja en la medida y en las intervenciones de la violencia extrema, lo que, consecuentemente, ubica a la región en la que vivimos en los niveles más altos del mundo en cuanto a tasa de homicidios.
En el contexto nacional, la medida de la violencia es igualmente dispar. Mientras que nuestra vecina Santa Fe terminó el 2021 con una tasa de 10 homicidios c/100.000 hab., Córdoba registró un índice de 2,3 muertes c/100.000. Esta situación habla de la expresión profundamente dispar de la violencia letal tanto en la región como en nuestra Argentina. Situar a nuestra provincia en el contexto latinoamericano pone de manifiesto las grandes diferencias que existen entre una tasa cordobesa que se acerca más a la de un país europeo y cualquier otra, como la de Costa Rica, de 7,8 muertes c/100.000, más cercana al promedio de la región. Sin embargo, cuando analizamos otras variables de la geografía de América Latina, como la composición poblacional de las ciudades y la heterogeneidad manifiesta en el aspecto socioeconómico, es que vemos que Córdoba expresa como cualquier otra, la realidad latinoamericana.
Un factor clave en cualquier medición de una variable es el registro de los datos y la consistencia de los mismos para poder lograr un resultado confiable y digno de ser expuesto ante la ciudadanía cordobesa, como lo asumido por el Observatorio de Estudios sobre Convivencia y Seguridad Ciudadana de Córdoba.
En este sentido, vemos que en México, hablar sobre una medida real de la violencia es prácticamente imposible. Los registros difundidos y los estimados varían demasiado, por lo que muchos analistas llegan a considerar aproximadamente 30.000 muertes como no registradas o mal registradas, siendo parte de la violencia criminal. Al contrario, en nuestro sistema de datos, el registro de homicidios es cuidadosamente revisado e, inclusive, auditado por las universidades locales que colaboran con el Observatorio.
Por otra parte, en la producción autónoma de evidencia científica, es que también se asienta uno de los pilares de este organismo donde la ciencia se desarrolla de manera objetiva sin intervenciones ni presiones de los gobiernos actuales.
Si analizamos de manera aislada la Tasa de Homicidios Dolosos en Córdoba para el año 2021, medida en 2,3 víctimas c/100.000 hab., nos arriesgaríamos a pensar en un resultado extraordinario de la cuestión. Es decir, podríamos pensar equivocadamente de un índice atípico para la medida más clara de la violencia en una comunidad, según la ONU. Pero solo tenemos que echar mano a los informes difundidos por este Observatorio para analizar que durante los últimos años, la Tasa de Homicidios en Córdoba midió 2,9 c/100.000 (2018); 3,4 c/100.000 hab (2019), 3 c/100.000 hab.
(2020) y 2,3 c/100.000 hab. (2021).
Según esta evidencia científica, el índice del último año responde a una continuidad en la cual no se advierten arritimias (picos de aumentos y descensos) sino simplemente “suaves” variaciones, lo que implica que la violencia extrema en nuestra provincia puede ser considerada como estable en su visiblemente baja magnitud.
Director del Observatorio de Seguridad Ciudadana