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HISTORIAS ASOMBROSAS DE CÓRDOBA

La princesa rusa y sus dos castillos, al sur de Río Cuarto

Ernestina Leontina Allaire Princesse Mestchersky fue una princesa rusa que nació en Francia y se arraigó en la Argentina. Vivió varios años entre dos castillos, los mismos que años después sufrieron un destino cruel.

El castillo de la princesa a orillas del Lago Epecuén 20220110
El castillo de la princesa a orillas del Lago Epecuén | Cedoc Perfil

Tenía un magnífico palacio fortificado, casi de un cuento de hadas, en el sur profundo de Córdoba, en el triángulo formado por esas tres localidades llenas de historia llamadas Huinca Renancó, Mattaldi y Jovita, a unos 135 kilómetros al sur de Río Cuarto.

Iba a hacer sus compras montada en un magnífico caballo negro, vestida como una amazona: revólver en la cintura y sombrero, rubia y blanca como la más blanca de las nieves, por la Avenida Rivadavia de Jovita o la calle 25 de Mayo de Huinca Renancó, con la misma prestancia con la que hacía, también, sus compras en la Avenida Champs Elyseés, en la ciudad de París.

Su imponente castillo tenía 10 mil hectáreas rodeándolo y puertas sólidas de la más dura madera de roble europeo, escaleras de cedro, así como toda su grifería con incrustaciones de oro en sus baños. No hablaba casi nunca con los vecinos y cualquiera, al verla pasar acompañada de uno de sus empleados, hubiera pensado que actuaba con los aires de una princesa, allí, en medio de la pampa más agreste y más argentina, recién arrebatada a los casi indomables ranqueles.

Es que, realmente ella lo era. Ernestina Leontina Allaire Princesse Mestchersky era, en verdad, una princesa rusa. Nacida en Francia, en Fontenay -Le Comte, en la región de Vendeé, se había casado con el príncipe Sergei, un noble de la conocida dinastía Mestchersky, del norte de Rusia que vivía en Francia.

Él era pariente del famoso escritor Víctor Hugo, autor de Los Miserables, Nuestra Señora de París y creador de personajes como el jorobado Quasimodo. Sergei era valiente y se enroló en la Legión Extranjera Francesa, el cuerpo militar más condecorado de la historia, donde se destacó y llegó a coronel. Murió luchando contra los alemanes en la Batalla del Marne, en la Primera Guerra Mundial. Su cuerpo jamás fue encontrado.

Si bien se divorciaron en 1912, ella siguió firmando sus documentos como Princesa Mestchersky o Eny. Hubo algunos, en la zona, que hasta pensaban que podía tratarse de la Princesa Anastasia Romanov, la hija perdida del Zar Nicolás II, que se habría venido a vivir a un país muy alejado de la Rusia comunista para no ser asesinada como todo el resto de su familia por orden del gobierno que lo depuso.

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Ella vivió entre su imponente castillo de Córdoba por más de diez años rodeada de un mar de lilas silvestres y una arboleda verde y añosa. Y pasaba parte de su tiempo también en Epecuén, al borde de su famosa laguna, donde tenía otro castillo, con tres pequeños lagos, casi al lado del Hotel Plage, propiedad de su hermano Fernando.

El castillo de la princesa a orillas del Lago Epecuén 20220110
El castillo de la princesa a orillas del Lago Epecuén.

Cuando se enfermó, en 1929, se internó en el Hospital Francés, donde falleció dejando su herencia a la Sociedad de Beneficencia Francesa para Orfanatos de Varones. Su castillo, esa joya rusa engarzada en medio de la pampa, fue abandonado y ocupado por vagabundos. Terminó derrumbándose, aunque se cuenta que fueron muchos quienes se llevaron a sus casas algunos de sus lujosos muebles y otros detalles, como mármoles y valiosos materiales de construcción.

Se cuenta que debido a un crédito impago la propiedad se remató en 1950, subdividiéndose en varias partes, que ahora son de propietarios privados. Su famoso castillo de Epecuén, ese que tenía hasta una enorme construcción que imitaba a la Gruta de la Virgen de Lourdes, no tuvo mejor suerte. Vendido por su hermano a una acaudalada mujer de Hungría, lo cubrió la gran inundación de 1985, la que destruyó completamente esa localidad e hizo que todos sus habitantes abandonaran el lugar, en un evento similar al ocurrido en Miramar, con Mar Chiquita.

Misteriosa, quizás dura, distante y fría como la más fría de las estepas del blanco país de los zares, la princesa Eny ya es parte inevitable de la increíble historia de Córdoba.

(*) Autor de cinco novelas históricas bestsellers llamadas saga África.