En la semana, la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (Fada) brindó una charla virtual titulada ‘Economía en modo pandemia’, a cargo de su economista jefe David Miazzo. La presentación comenzó con el dato que indica que las exportaciones de productos agroalimentarios y agroindustriales representan seis de cada 10 dólares que ingresan al país, y que hay previsiones que dan cuenta que esos envíos podrían descender unos US$ 4.000 millones en el año. A la vez, se remarcó que solo en el primer trimestre las exportaciones de carnes disminuyeron más de US$ 400 millones, directamente afectadas por la crisis de consumo que se sintió inicialmente en China.
Las cadenas agroalimentarias. Al observar las producciones locales, Miazzo advirtió que, en términos generales, puede esperarse que caigan los precios reales en el mercado interno por la reducción del poder adquisitivo y que también caigan los precios internacionales por la caída de demanda y los problemas económicos en el mundo. “Sin embargo, es de esperar que por efecto del tipo de cambio y las políticas de estímulo en el resto del mundo, el empeoramiento del mercado interno sea mayor al externo”, apuntó.
Semáforo. En este contexto, hizo un repaso por los distintos productos, algunos con mayores fortalezas que otros para campear la crisis. Para el economista, en este contexto, la performance de las exportaciones de las cadenas agroalimentarias y agroindustriales es una de las variables centrales a monitorear. Y señaló que productos como trigo, soja y maíz están mejor posicionados por una mayor inserción internacional que el resto, aunque maíz ha estado sufriendo mucho por su correlación con el petróleo a causa del etanol. “En una posición intermedia se ubican los sectores que exportan entre el 20% y 30% de su producción: estarán afectados por el mercado interno, pero que también tendrán una vía de escape por el externo. Aquí hay un grupo que sufrirá menos por ser bienes de primera necesidad como el arroz y la carne aviar”, marcó.
En el otro extremo está la vitivinicultura, que tiene buena inserción internacional pero cuya demanda puede caer. En el medio está la carne bovina que a nivel local es un alimento básico, pero que ante cambios puede ser sustituida por proteínas más baratas. “Por último, hay una diversidad de producciones regionales de frutas y hortalizas. La mayor parte de las hortalizas y parte importante de las frutas, tienen muy baja inserción internacional y estarán afectadas en gran medida por el mercado interno. Aunque en general son alimentos de primera necesidad, por lo que se puede prever o una caída de precios reales o un cambio hacia los productos de menor valor”, señaló.