María Teresa Andruetto coronó el 2020 recibiendo el Premio a la Trayectoria Artística en la disciplina Letras, que otorga el Fondo Nacional de las Artes (FNA).
La escritora cordobesa, que ya cuenta en su haber con el premio Hans Christian Andersen (o el Pequeño Nobel) y está nominada al Astrid Lindgren Memorial Award (ALMA), acaba de llegar a las librerías argentinas con ‘Extraño oficio’, de la mano de la editorial Random House.
Desde su casa en Cabana, Andruetto dialogó con PERFIL CÓRDOBA acerca de este libro, una nueva novela que escribió durante 2020 y sus actividades en torno al fomento de la lectura.
—¿Cómo pasaste el 2020?
—Bien, en ese año raro que pasó nos hemos cuidado mucho, he estado en casa casi todo el tiempo, diría. He tenido mucha actividad virtual y también escribí y leí bastante. En el contexto, puedo decir que bien.
—¿Te costó amoldarte a la virtualidad?
—No tuve mayores problemas porque ya venía haciendo algunas cosas afuera, con esa modalidad; hice algunas participaciones en seminarios, cursos o posgrados, que han trabajado con mi obra. Así que no fue tan tremendo el salto. Por supuesto que yo no he hecho nada, en el sentido de haber armado cosas. Solo entré a los enlaces que me invitaban. Sí, al principio como consumidora tuve una superoferta de cosas, porque al comienzo uno quiere ver y escuchar a todos los que aparecen propuestos por otro lado. La oferta ha sido tanta y tan variada, que al comienzo fue como una voracidad, pero que luego uno va regulando porque se produce cierto cansancio.
—¿Cómo fue la génesis de ‘Extraño oficio’, tu nuevo libro?
—’Extraño oficio’ estaba listo para entrar en imprenta el día que empezó la cuarentena y a último momento la editorial me pidió que esperáramos a que pasara, para que no saliera en mal momento. Al principio iban a ser 15 días o algo más y luego, cuando esto se fue extendiendo, conversamos nuevamente, ellos me propusieron –y yo estuve de acuerdo– que saliera a fin de año. Y en ese momento definimos que sería en el arranque del año, porque siempre es más efectivo desde el punto de vista editorial.
—Es un libro de relatos.
—Son crónicas. Algunas eran ya de la revista Deodoro y el resto son parte del programa ‘Nada del otro mundo’ (conducido por Cristian Maldonado en la FM de Radio Universidad), donde todos los viernes hago una salida contando una historia. Yo anotaba en una libreta algunos puntos, sobre una historia o escena que quería contar, y la contaba por teléfono en una charla con Cristian. Luego, aunque algunas se perdieron, rescaté esas charlas de Radio Cut, las desgrabé y las escribí porque estaban conversadas. Entonces la escritura es a partir de esos pequeños relatos que conté alguna vez en la radio. Pero no son ficciones, por eso diría que son más bien crónicas, cosas reales que vi, escuché o me contaron; y todas tienen algún punto de relación con algo que leí. Más bien es la vida la que me lleva a los libros y no al revés. Además de este libro tengo un archivo de más de 500 páginas con crónicas.
—No sería extraño que se viniera el volumen dos.
—(Se ríe) No. Si funciona, no sería extraño porque además este último año a raíz de la pandemia y como cada uno de los integrantes del programa estaba en su casa, funcionaba mejor que yo grabara mi participación y la mandara. Entonces las de este último año ya están escritas. Las que componen ‘Extraño oficio’ fueron seleccionadas con la ayuda de la editora, esa selección fue en el 2019.
—¿Tienen algún hilo conductor o son crónicas al azar?
—Sí, la editora me propuso que fueran aquellas crónicas que se relacionaran con los libros, con algunas lecturas. Porque otras no se relacionan. Así que esa es la línea de este ‘Extraño oficio’. El extraño oficio de contar, sería.
—¿El título fue decisión editorial o tuya?
—Fue mía. Es una deuda con Syria Poletti y hay un epígrafe al respecto en el libro. Ella tiene una novela que se llama así, Extraño oficio. En realidad son dos las deudas, porque al ponerle un título a mi columna en la radio le puse Gente conmigo, que es el nombre de una novela de Poletti también. Surgió en parte porque la estábamos editando en la colección de narradoras argentinas y la tenía fresca, pero también porque en esas novelas, la narradora es una mujer que traduce documentos de inmigrantes y la gente va y le cuenta sus problemas y sus cosas.
—¿Hay un poco de esa vuelta a lo oral y a lo contado en este libro?
—Sí, hay mucho de eso porque son cosas que he escuchado o visto andando por ahí. Siempre me ha apasionado que en cada ser humano hay un universo: dramas, alegrías, tragedias, sorpresas, capacidad de resistir, cosas que uno ve a diario. Eso me atrae mucho y siempre voy a mirar ahí, casi involuntariamente, mientras la vida transcurre. De ahí viene este material.
—Decías que en 2020 escribiste bastante también.
–Sí, escribí una novela que estoy ajustando y revisando. La tenía apenas empezada a finales de 2019, había hecho unas 20 páginas y luego paré por algunos viajes. La idea era retomarla en marzo, cuando arrancara el año más fuerte. Se vino la pandemia y al comienzo me agarró como una obsesión, creo que compartida con muchos, de leer todo lo que aparecía sobre la pandemia y no poder leer ficción u otras cosas y eso duró un par de meses. Luego todo se “normalizó” en mi modo de leer y de estar y volví a la escritura y a la lectura, entre otras cosas.
—¿En qué etapa está la novela, tiene título ya?
—Tiene un título provisorio, pero lo voy a cambiar y no sé todavía bien cuál será. Una vez escrita, la hago descansar, la hago leer y recojo información que luego reviso. Escribo sin plan, si por plan entendemos entrega, lugar y demás. No hago eso porque hasta que no está, no la ofrezco. Podría hacerlo, pero nunca lo he hecho porque me parece que frenaría un poco mi modo de escribir. Así, la obligación es solo conmigo.
—¿O sea que no tiene editorial aún?
—No, pero no es algo que me preocupe. Yo sé que si no es un lugar, será otro. Sí me preocupa pulirla lo más posible hasta que sienta que la puedo soltar. Entonces sí, se la daré a mi representante y le buscaremos un lugar.
Militar el libro
En 1983 María Teresa Andruetto cofundó el Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil (Cedilij) y se metió de lleno en la tarea de construir lectores.
Convencida de que los lectores del futuro deben ser construidos desde niños, durante 2020 reconvirtió sus actividades presenciales a la virtualidad y asistió a varios encuentros. “He hecho una suerte de militancia con el tema del libro. Este año que pasó tuve entre tres y cuatro encuentros semanales con maestros y profesores”, detalla.
Aprovechando la potencialidad de la virtualidad, la escritora reconoce que en 2020 pudo aceptar más invitaciones que las que acepta en tiempos de “normalidad”. “Son profesores de distintos lugares del país que han trabajado con mis libros y con quienes hacemos trabajos para los alumnos. Es una colaboración por lo difícil que ha sido para los docentes resolver cuestiones pedagógicas desde la virtualidad. Ese ha sido mi pequeño aporte. Antes lo hacía presencial y ahora lo hice virtual. Y como es virtual, he podido hacerlo con más lugares”, finaliza.