Agustina, una mujer policía de Córdoba, vive aterrada desde que hace tres semanas venció la restricción perimetral que la protegía de su expareja, un efectivo del Equipo Táctico de Emergencia y Respuesta (ETER) que la amenazó de muerte y que, pese a estar imputado, continúa en funciones con su armamento reglamentario.
En una entrevista con el programa Última Pregunta de radio Continental Córdoba, la denunciante reveló los detalles escalofriantes de las amenazas que recibió durante su relación con el policía, quien actualmente mantiene su puesto operativo e incluso dicta el curso básico para nuevos ingresantes al equipo táctico.
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"Me decía que me iba a matar a mí, que iba a matar a mi familia, que iba a matar hasta a mi perro", relató Agustina. Las amenazas incluyeron métodos específicos de violencia: "Decía que me iba a tirar a la Laguna Azul con ladrillos para que nadie me encontrara, y que iba a repetir lo mismo que hizo el expolicía Pedraza con sus hijos", agregó en referencia al caso de filicidio que conmocionó a la provincia.
La situación comenzó cuando Agustina intentó terminar la relación. Según su testimonio, el policía la coaccionó para mantenerla en pareja bajo amenaza, aprovechando que ella tenía conocimiento de irregularidades en su trabajo. "Él había armado un procedimiento de un arma que perdió, entonces no me dejaba salir de la relación porque yo sabía eso", explicó.
Las amenazas escalaron hasta incluir a la familia de Agustina y, en un giro perturbador, a los propios hijos del agresor. "Ya no solo era a mí, sino que amenazaba mi familia y hasta amenazaba con matar a sus propios hijos que tiene con otra pareja", contó la denunciante.

Durante la relación, Agustina sufrió diversos tipos de violencia. "La mayoría de los tipos de violencia sufrí con él", confirmó cuando se le preguntó si había padecido violencia física, económica y psicológica.
Las amenazas se concretaron el año pasado y, tras la denuncia, el acusado fue imputado por la justicia. Sin embargo, la respuesta institucional parece insuficiente. Agustina solicitó con apoyo psicológico que la restricción perimetral se extendiera al vencer, pero su pedido fue rechazado.
"Al vencerse esa restricción, él volvió a sus tareas normales, a trabajar normal con su armamento y por eso es el miedo que yo tengo de que me pase algo. No puedo salir de mi casa por temor", relató.

Lo más inquietante es que, lejos de ser apartado o relegado en sus funciones, el efectivo denunciado recibió mayor protagonismo dentro de la fuerza. "Estuvo dictando el curso básico para los ingresantes nuevos del equipo táctico", denunció Agustina.
Como única medida de protección, la denunciante retiró un botón antipánico del Polo de la Mujer, pero tuvo que hacer pública su situación para obtener al menos esa herramienta.