Lo primero que vio la luz fue el corto ‘Metro veinte: cita a ciegas’, hecho íntegramente en Realidad Virtual (RV) y que se mostró en festivales como Biennale di Venezia, Sundance, South by southwest, el Festival de Cine de Londres y Annecy, por nombrar algunos.
La historia, que recrea los pasos de una chica en silla de ruedas que va a una cita a ciegas, se convirtió rápidamente en una serie de 10 capítulos que se corre de los lugares comunes –como las miradas lastimosas o inspiracionales que suscitan determinadas discapacidades– para poner el acento en ecosistemas actuales: la búsqueda de la identidad en la adolescencia y las luchas por educación sexual en las escuelas.
En 2018 el proyecto fue seleccionado para financiamiento, tutorías y estreno por la Selección Oficial del Festival Internacional de Cine de Venecia y hoy contempla seis capítulos tradicionales y cuatro en RV.
“Escribimos durante un año con Rosario Perazolo (codirectora) y Ezequiel Lenardón (productor ejecutivo y creativo) y la manera de financiación que encontramos fue la Clínica Biennale di Venezia College Cinema VR, que financia cortometrajes. Entonces decidimos hacer el primer episodio como un corto en RV. A partir de la visibilización que nos dieron los festivales, pudimos conocer a quienes nos ayudarían a financiar la serie, principalmente Arte France y Red Corner. También tuvimos el apoyo del Incaa y del Polo Audiovisual”, detalla Belén Poncio, directora de ‘Metro veinte’.
Mix de formatos. Cuando empezó el rodaje el equipo tuvo que replantear el formato puesto que el público no tendría demasiado acceso a verlo. “No tenía mucho sentido hacer algo que hablaba de accesibilidad y que no era accesible a la mayoría de la gente”, continúa Poncio. Entonces, idearon un formato mixto que incluye seis capítulos en formato tradicional y que duran 15 minutos y los otros cuatro capítulos restantes en RV, con una duración de entre 10 y 12 minutos. “Es un multiformato que funciona de manera independiente pero que construye un universo en conjunto. Uno puede ver solo los seis capítulos ‘flat’ y no necesita ver los otros cuatro en RV para entender la historia”, señala.
REALIDAD VIRTUAL. La serie mixtura capítulos en formato tradicional y RV bajo la dirección de Damián Turkieh.
La narrativa. Si bien el personaje principal está en una silla de ruedas, sus creadores buscan correrse de ciertos estereotipos y exploran cuestiones que van más allá de las discapacidades. “La discapacidad está presente pero no es el conflicto principal sino simplemente la forma que tiene este personaje de atravesar determinados conflictos, que cualquiera de nosotros atravesamos a esa edad”, sostiene Poncio.
Tomando como eje el contexto actual, la serie va tras los pasos de una adolescente que vuelve a Córdoba, entra a un nuevo colegio y empieza una búsqueda para encontrar su lugar, su identidad y explorar su sexualidad en un contexto donde hay luchas políticas por la educación sexual. “Son reminisencias de lo que pasó hace un tiempo en las escuelas, cuando había tomas por el tema del aborto y los estudiantes luchaban por la ESI (Educación Sexual Integral)”.
DIVERSIDAD. Los creadores de Metro veinte rompen con los estereotipos para mostrar en pantalla cuerpos diversos.
El humor como forma de contar. Quizás por la impronta que le imprimió Rosario Perazolo al guión (Perazolo y Lenardón se conocieron en una charla TEDx en la que ella contó que “en el 99% de los espejos lo único que me puedo ver es la frente”), la dinámica es desdramatizar la discapacidad. “Lo charlamos desde un inicio. Al margen de que no queríamos que la discapacidad fuera el centro de la historia, también queríamos desdramatizar. Y el humor ayuda a naturalizar. También es una forma que Rosario tiene de vivir, es una persona que siempre va a hacer un chiste sobre su silla y nos parecía que era también ser fieles a su esencia. Tener esa impronta en el personaje y en cómo el resto de los personajes la incorporan en el grupo”, define Poncio.
La protagonista. Fieles a estas decisiones, era importante que el rol protagónico estuviese ocupado por una actriz con esa discapacidad. “No solo para darle esa oportunidad a alguien con discapacidad sino también por una cuestión estética y artística, de poder ver en la pantalla cuerpos que no estamos acostumbra dos a ver y buscar la belleza de esos cuerpos”.
PROTAGONISTA. Marisol Agostina Irigoyen en la piel de Juana.
Así, después de un casting complejo que duró tres meses (“la realidad es que la gente con discapacidad muchas veces no tiene acceso a los espacios de formación teatral y es difícil que se animen”, dirá Poncio) dieron con Marisol Irigoyen, casi de casualidad. “Ella no pudo ir al casting porque tenía problemas logísticos para llegar y revisando la lista de postulantes vi que había mandado un video; le propuse hacer un casting a ella sola, la vi y fue un gran descubrimiento: es muy talentosa y es la primera vez que actúa”, precisa Poncio.
El rodaje. Con dos sillas de ruedas en el set de filmación, el equipo debía buscar lugares accesibles (o hacerse de rampas para el caso que no lo fuesen): “Fue un gran aprendizaje, quizás al principio había algunos que estaban un poco más asustados por los tiempos pero todo fluyó muy bien y desestructuró la manera que tenemos de hacer las cosas”.
De Córdoba a Europa. Tras el recorrido obligado por festivales, ‘Metro veinte’ tuvo su primer estreno al público en Europa, en Arte.tv, una plataforma web que además es un canal de televisión. “Por ahora solo puede verse allá, pero calculo que habrá un estreno en Argentina pero no tiene fecha todavía”, finaliza Poncio.