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Historias de Selección

Nuestro Bocha

El labordense Raúl Alberto Páez fue el primer cordobés que jugó un Mundial con la camiseta argentina. Lo hizo hace 60 años en Chile. La historia de un eslabón perdido del fútbol nacional.

Raúl Alberto Páez
AZULGRANA. Raúl Páez jugó 227 partidos en San Lorenzo. Antes vistió los colores de Recreativo de Laborde y de Lambert de Monte Maíz. | CEDOC PERFIL

El 30 de mayo de 1962, el seleccionado argentino de fútbol comenzó a desandar su cuarta Copa del Mundo. El debut en Chile ’62 fue con el pie derecho: victoria 1-0 ante Bulgaria en el Estadio Teniente de Rancagua, que por entonces se llamaba Braden Cooper Company, igual que la minera estadounidense que financió su construcción. Aunque se disputó a 1.050 kilómetros de nuestra provincia, aquel partido fue histórico para Córdoba: la participación de Raúl Alberto Páez representó la primera presencia de un jugador cordobés con la casaca albiceleste en el máximo torneo de la FIFA.

Oriundo de Laborde, “el Bocha” Páez fue un destacado defensor de San Lorenzo de Almagro, donde jugó 227 partidos y anotó tres goles en el lapso de una década. Debutó el 4 de mayo de 1958, en el 1-1 ante Gimnasia por la Copa Suecia en el Viejo Gasómetro. En el mismo escenario se despidió el 17 de diciembre de 1967, en el 2-2 ante Vélez por el Nacional. Esa tarde, Daniel Willington marcó los dos tantos del conjunto de Liniers.

  • Raúl Alberto Páez jugó dos partidos en el Mundial de Chile 1962. Estuvo en el debut ante Bulgaria (1-0) y en el partido posterior frente a Inglaterra (1-3), ambos en Rancagua. Se desempeñó como marcador lateral derecho.

Páez integró el plantel campeón de 1959 y al año siguiente jugó el primer partido de un equipo argentino en la Copa Libertadores: 3-0 ante Bahía de Brasil, en cancha de Huracán y con Carlos Bilardo de compañero. En esa primera edición del torneo de la Conmebol disputó otros dos encuentros en la semifinal que ‘el Ciclón’ perdió ante Peñarol de Montevideo, que tenía en sus filas al cordobés Juan Hohberg, mundialista con Uruguay en 1954.

La etapa como jugador azulgrana es lo más conocido en la vida de Páez, de quien también se logró rastrear un frustrado pase a River Plate (se lesionó mientras se llevaba adelante la negociación) y un breve paso por Quilmes en 1968. Del antes queda poca memoria. Y el después es casi un misterio.

Selección Argentina 1962MODELO ’62. Argentina en el Mundial de Chile. Arriba: Sáinz, Roma, Páez, Sacchi, Navarro y Marzolini. Abajo: Facundo, Rossi, Pagani, Sanfilippo y Belén. FOTO: CEDOC PERFIL  

Ciudadano ilustre

“¡No se olvide que en la selección también hubo un labordense!”. Pedro Juan Mario Villa recuerda el día en que interrumpió la exposición de un periodista que visitaba su ciudad y que omitió el nombre del crédito local al hablar de futbolistas cordobeses destacados. Villa, “Don Cacho”, tiene 85 años y es reconocido como el memorioso de Laborde. “Un datero”, dice él. En la década del ’60 fue presidente del Club Atlético Cultural y Biblioteca Popular Recreativo, la cuna de Páez. “Con ‘el Bocha’ nos unía una amistad desde niños, ya que los dos somos nacidos en 1936. Recuerdo que todas las siestas nos escapábamos juntos para jugar al billar”, sostiene.

“Desde sus inicios en el baby fútbol se destacó como un muy buen jugador. Alternaba en la defensa, aunque más que todo jugaba de lateral izquierdo. La gente lo reconocía porque se prodigaba en la cancha”, cuenta Villa al hablar del primer cordobés mundialista con Argentina. “Él era muy hincha de Olimpo, el otro club de acá, que en esa época aún no tenía fútbol. Su padre, Próspero Páez, estuvo muy ligado a Olimpo, a tal punto que sus cenizas fueron esparcidas en la cancha de bochas”, apunta “Don Cacho”.

El relato de Villa resulta clave para atar todos los cabos sueltos sobre Páez. “Recreativo competía en la Liga Beccar Varela, que en aquellos tiempos era bastante pobretona. Páez se fue a jugar para Lambert de Monte Maíz en la Liga del Sur, que era más competitiva, y allí sus actuaciones adquirieron preponderancia. De ahí se lo llevó San Lorenzo”, afirma. “Yo lo vi jugar en el Viejo Gasómetro al ‘Pinocho’. Así le decíamos en la barra”, puntualiza.

Club Recreativo de LabordeLA CUNA. Club Atlético Cultural y Biblioteca Popular Recreativo de Laborde. Aquí arrancó “el Bocha”. FOTO: CEDOC PERFIL

Contigo a la distancia

“Raúl siempre fui muy introvertido, pero conmigo tenía un vínculo especial”, cuenta Villa. Destaca los obsequios que Páez envió para el 50° aniversario del Club Recreativo, el 30 de agosto de 1967: “Hicimos una fiesta muy grande, y hasta vinieron a cantar ‘los Chalchaleros’. La esposa del ‘Bocha’ viajó de Buenos Aires a Laborde y trajo un diploma autografiado por los jugadores de San Lorenzo y un banderín con la firma de los directivos. Esos presentes están en la sede de nuestro club”, enfatiza.

En Chile ’62, Páez jugó otro partido (el 2 de junio, también en Rancagua) con el seleccionado que dirigió Juan Carlos Lorenzo y que tuvo a jugadores como Antonio Roma, José Ramos Delgado, Silvio Marzolini, Federico Sacchi, Antonio Rattín y José Sanfilippo. Fue 1-3 ante la Inglaterra de los Bobby, Charlton y Moore. Afecto a modificar la alineación en función de las características del rival, “el Toto” Lorenzo hizo ocho cambios para el tercer y último juego con Hungría (0-0) y “el Bocha” quedó marginado.

  • "El Bocha" se inició en Recreativo de Laborde y luego jugó en Lambert de Monte Maíz. Después estuvo una década en San Lorenzo de Almagro y tuvo un breve paso por Quilmes. El Cervecero lo vendió al Bahía de Brasil, donde se retiró.

“A Laborde no volvió más, pero siempre me saludaba para fin de año. Inclusive me enviaba postales desde Brasil, cuando se fue a vivir allá”, cuenta Villa sobre Páez. Y abre el juego al final de la historia: “Los últimos cuatro años de su carrera los hizo en Bahía. Allá se asoció con Sanfilippo, quien también fue su compañero en San Lorenzo y en la Selección, y pusieron una empresa de taxis. Después se distanciaron y Sanfilippo se volvió, pero él se quedó allá”, puntualiza.

“Páez murió en 1996 en Brasil y está enterrado allá. De la familia cercana quedan una cuñada en Laborde y una hermana en Buenos Aires”, apunta Villa. Y reflexiona. “Mucha gente no sabe que ‘el Bocha’ era de Laborde. Para gran parte del mundo del fútbol, es casi un eslabón perdido”.