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ESCENARIO POSTCOVID

Nuevas realidades: el ocaso de los streamings

Ganaron público gracias a lo novedoso del formato, pero con el tiempo fueron decayendo. Cansancio por la virtualidad y necesidad de vínculo presencial. Solo subsisten grandes bandas y mega producciones.

El ocaso de los streamings
MEGA PRODUCCIONES. Bandas como La Mona, Caligaris o La Renga montan supereventos que suponen inversiones millonarias. | Cedoc Perfil

“El público está cansado de la virtualidad y los artistas necesitamos el vínculo con la gente”, se oye decir tanto a productores como a artistas.

Sucede que lo que al principio de la pandemia era novedoso, hoy ya no lo es tanto y solo ‘funcionan’ los espectáculos de bandas consagradas y sus mega producciones. Por caso, el jueves 24 y viernes 25 pasados, Los Caligaris dieron un show vía streaming (‘De Córdoba son’) para México, Argentina y España, que supuso una gran producción: grabado en Studio Theater y con tomas de exteriores realizadas en distintos puntos de la ciudad, lo que implicó equipos de producción, estudios de posproducción, cámaras y hasta drones. 

Una producción similar tuvo La Renga el pasado 19 de junio, que transmitió su show desde el Autódromo Oscar y Juan Galvez (en noviembre del año pasado habían puesto en escena ‘Inventa un mañana’ desde su sala en Ezeiza).

En Córdoba, Carlos ‘La Mona’ Jiménez –quien ya había hecho en diciembre su primer espectáculo por streaming en el Monumental Sargento Cabral y que contó con más de 20 mil tickets vendidos– en abril de este año tuvo más de 150 mil personas conectadas.

Sin embargo, para los artistas y productores que se embarcan en estos shows, las variables a tener en cuenta son muchas: el precio de los tickets, la rentabilidad y las condiciones de producción, por nombrar algunas. Y las potencialidades de la virtualidad parecieran no ser tantas: si bien es posible llegar a un público al que de otra manera no se llegaría, es imposible controlar la cantidad de personas que ven un streaming pagando un solo ticket.

Al respecto, José Palazzo afirma que lo único relacionado al streaming que funcionó fueron, al comienzo, los más novedosos, algunos de teatro y shows puntuales. “El Cosquín Rock fue muy novedoso porque tocaban las bandas simultáneamente en distintos estadios y porque tuvo mucha venta de entradas en Chile, Paraguay, Uruguay, Perú y México. Eso le dio un volumen de venta que superó la media en Argentina, porque llegamos casi a 120 mil pagas. Pero ha habido mucho fracaso en los streamings. Los únicos que han funcionado en 2021 fueron el del Indio Solari y los Fundamentalistas del Aire Acondicionado y el de La Renga. Pero la información que yo manejo es que los streamings han perdido completamente el interés, porque ya se empezó a combinar la música en vivo”, señala.

Así, la esperanza de vida del formato se redujo también a causa de la presencialidad que hubo entre restricción y restricción. Al respecto, Palazzo detalló que durante enero y febrero, en todo el país, tocó el 80% de los artistas argentinos. “Nosotros hicimos un streaming de Don Osvaldo con gente en vivo y funcionó muy bien, vendió como 9.000 entradas, pero eso es como el techo. Estamos hablando de capacidades muy limitadas para lo que significan las inversiones de algunos streamings, que son eventos muy masivos y con producciones muy grandes. Creo que va a ser un complemento –de eventos en vivo que agoten sus entradas o eventos masivos que ocurran en otros lugares– que ha venido para quedarse, pero no tengo la sensación de que hoy el público los consuma”, añade Palazzo.

En este sentido, el empresario y productor dice que todas las expectativas de artistas y público están puestas en el regreso, lo que ha aplacado mucho el formato virtual. “Hoy los artistas están teniendo la necesidad de tocar en vivo y el consumidor entró como en una meseta de gusto. Ya no le llama mucho la atención”, destaca.

En primera persona. Juan Iñaki tuvo una experiencia el año pasado, muy por debajo de las expectativas que tenía, y desistió del formato este año. “Fue un trabajo hermoso, lo hicimos en el centro cultural Graciela Carena. Con un equipo de 10 personas, la idea era que lo que entrara se dividiera en partes iguales, pero quise trabajar con una plataforma local y lamentablemente funcionó muy mal. El esfuerzo fue el mismo que se hace para un concierto real, pero por estas fallas estuvo muy por debajo de lo que pretendíamos en cuanto a las ventas”, sostiene.

El cantautor reflexiona al respecto y dice además que el público ya no quiere saber nada con el streaming. “El año pasado la gente no tenía otra manera de encontrarse y todo se vio sustituido por Internet; aun así había una gran resistencia por parte de quienes tenían que trabajar todo el día con la computadora, para que en el momento de la recreación también tuvieran que sentarse a prestar atención a un show de música”, dice Iñaki.

En efecto, los shows musicales requieren de una dinámica de presente absoluto, lo que no sucede con el teatro: “Pienso que ver una obra de teatro, con Teatrix por ejemplo, tiene algo más cercano al cine, pero con la música no es igual. La energía de un show es presente absoluto, irrepetible”.

Alejado del streaming, Iñaki resolvió trackear todo el material de ese streaming fallido y subirlo a YouTube para que no se pierda.

Entradas y sponsors. Encontrar el equilibrio entre el valor del ticket y los costos que supone producir espectáculos en estos nuevos formatos pareciera ser una ecuación compleja. Por un lado, poner en escena un mega show implica una producción de iguales características, y por el otro, el precio de las entradas no puede ser tan elevado si la intención es captar público.

“Los costos del streaming son muy caros: una banda como La Renga alquiló un autódromo para hacer el suyo, hizo una producción que cuesta varios millones de pesos. Y no pueden cobrar entradas de 2.000 pesos, que es lo que valdría un espectáculo de esas características”, sostiene Palazzo.

La Renga comercializó tickets a 700 pesos y el streaming de abril de La Mona tuvo en preventa entradas también a 700, para luego aumentar a 900.

No obstante, en cuanto a los sponsors, Palazzo señala que las experiencias han sido muy buenas. “Para una marca, y como evento llave en mano, es un producto muy interesante; hay muchos que se han capacitado y hasta tienen buenos estudios”, dice.

En ese sentido, el productor indicó que brinda una posibilidad comercial tanto para bandas como para marcas: “Por ejemplo, que Coca-Cola le compre los derechos a un determinado artista para un show puntual, exclusivamente para sus clientes. En eso sí apareció un nuevo mundo comercial, pero la venta de entradas creo que por ahora va a volver a amesetarse”.


¿La potencialidad de la virtualidad?
Si bien al inicio de la pandemia la modalidad de juntarse entre varios y pagar un solo ticket no era viable (las restricciones eran aún más estrictas), lo cierto es que tiempo después esta variante empezó a cobrar vida.
“Después, muchos de esos streamings se realizaron con ese objetivo. Nosotros hemos armado streamings sabiendo que el público se iba a juntar en una casa para verlo. Cuando Don Osvaldo tocó en Córdoba, hizo 11 shows y dos streaming, en ambos tuvimos la posibilidad de hacer que casi 16 mil personas compraran tickets pero sabemos que lo vieron más de 30 mil personas. Y hubo varios restaurantes que nos pidieron permiso para pasarlo”, afirma José Palazzo.