El retorno de Rubén Daniele como el máximo exponente del sindicalismo combativo en la ciudad, se da en un contexto muy distinto al que quisieran los municipales.
Porque, aunque se recrudezca el conflicto y desde este lunes se multipliquen las asambleas, el Suoem se encuentra con una Municipalidad pospandemia que aceleró procesos pensados para cuatro y hasta ocho años de gestión y que, después de décadas, cuenta con la ancha espalda de la Provincia a su favor.
Desde el primer día, cuando al canto de “Mestre chau” el sindicalista despedía el intendente que lo quiso jubilar, la relación entre Martín Llaryora y el gremio se pronosticaba compleja. No pasó ni un mes desde que asumió el sanfrancisqueño para que, emergencia económica mediante, el sindicato se movilizara como hacía años no lo llevaba adelante.
La primera medida como intendente de Llaryora fue recortar beneficios y comenzar a rodar un proceso de reorganización que permitiera disminuir el gasto en salarios. Dinero que, según indican desde dentro y fuera del Palacio 6 de Julio, fue el tendón de Aquiles para que distintas gestiones no pudieran concretar obras de envergadura y transformaran a la ciudad en una silla eléctrica.
Mientras esa rueda giraba, el aislamiento permitió acelerar procesos. Cuando los mandos que responden directamente al intendente se encontraron con todas las herramientas de gestión y control a su disposición, llevaron adelante tareas que antes solamente las realizaban personas con directivas del Suoem.
“Recuperamos el control de un montón de procesos que antes te los frenaban hasta que acordaras la paritaria que ellos querían”, admitió un subsecretario con línea directa al intendente. También llegaron los promotores de convivencia junto a otros trabajadores monotributistas que, sin influencia del gremio, continúan al día de hoy llevando adelante tareas a pesar del conflicto.
Los quites de chapas, la reducción de horas extras, los cambios de tareas, la polarización de áreas entre los Centros Operativos, entre otras modificaciones, acumularon malestar entre algunos empleados hacia la conducción de Beatriz Biolatto, secretaria General que reemplazó a Daniele hasta que fue solucionada la cuestión judicial del dirigente.
Hoy no son pocos los que indican que el malestar persiste y por eso lo multitudinario de las marchas encabezadas por la actual cabeza del gremio. El problema es hasta qué punto el oficialismo llegará a aumentar su oferta salarial, mientras los focus group indiquen que pelear contra el sindicato suma muchos más puntos que garantizar la atención en dependencias municipales que están virtualmente paralizadas.
En frente, un Suoem que ve los golpes, pero que no reconoce derrotas, teniendo en cuenta que la última vez que los municipales habían cedido fue durante la intendencia de Ramón Bautista Mestre, que en 1984 se negó a renovar contratos firmados por Eduardo Cafferata, anterior intendente de facto.
El 8 de mayo de 2020, casi sin tratamiento por parte del Concejo Deliberante y en medio de negociaciones por ítems salariales no remunerativos, se aprobó un recorte de casi el 14% por la reducción de horas que dinamitó la tensa paz capitalina.
Hoy, en medio de una tácita campaña electoral, no está claro quién volverá a ceder.