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OPINIÓN

Por primera vez la sociedad pide cambios disruptivos

Los resultados de las PASO agregaron incertidumbre y aceleraron la crisis. Pero también trajeron la novedad de que la gente demanda transformaciones profundas e innovadoras. Es un hecho político inédito que si bien tiene riesgos, representa una gran oportunidad.

26-8-2023-Bullrich Massa Milei
. | CEDOC PERFIL

La producción está estancada desde 2010 y la tasa de inflación no para de subir desde 2018. En lo que va de año, los precios al consumidor acumulan un incremento del 60% y 113% en el comparativo interanual. Las pérdidas de poder adquisitivo de los salarios y las jubilaciones llegan al 13% y 8%, respectivamente. No sorprende, por lo tanto, la degradación de la situación social, con la tasa de pobreza cercana al 40%.

La estrategia que viene aplicando el gobierno se concentra en reprimir la inflación apelando a una amplia y potente batería de instrumentos. Entre los más importantes se pueden mencionar controles de precios, atraso de las tarifas y esterilización de los pesos emitidos en exceso a través de un aumento exponencial en las Leliqs. A esto se agrega el atraso cambiario sostenido con un cepo cada vez más restrictivo y el consumo de las reservas del Banco Central. El “plan llegar” llevó a una macroeconomía plagada de profundas inconsistencias.

En este contexto de alta incertidumbre y malestar se desarrollaron las PASO. Entre las opciones estaban dos listas de Juntos por el Cambio que se diferenciaban por transformaciones más profundas y rápidas (Patricia Bullrich) versus cambios más pausados y consensuados (Horacio R. Larreta). Mientras que aparece el principal candidato oficialista (Sergio Massa) representando un mayor apego a las líneas tradicionales de la política argentina y, en el otro extremo, Javier Milei con postulados radicalizados de ruptura total.

Por varios motivos los resultados fueron sorprendentes. Uno particularmente importante es que sumados los votos de Milei (30%) y Bullrich (17%) aparece que prácticamente la mitad de la gente votó a favor de cambios disruptivos. Por primera vez en 40 años de democracia no ganaron candidatos ajustados a posicionamientos conservadores. Dicho de otra manera: la gente apoyó con su voto lo que hasta antes de las PASO eran considerados cambios “políticamente incorrectos”

Una oportunidad inédita
Padecemos las consecuencias de sostener una mala organización del Estado de la que se derivan crónicos déficits financieros y de gestión. Sucesivos gobiernos, de muy variadas ideologías, se aferraron al consenso de sostener políticas equivocadas en materia de organización del Estado. La principal consecuencia es la sistematicidad de los fracasos y la perseverancia en la decadencia.

Que tanta gente haya rechazado las políticas tradicionales, y adhiriendo a cambios disruptivos, es un hecho inédito en la política argentina. Las motivaciones pueden ser muy variadas. Seguramente opera un alto componente de enojo y resignación.  Pero aún así no deja de ser una oportunidad para replantear integralmente la organización del Estado con enfoques disruptivos e innovadores.

La mejor manera de capitalizar este cambio es que el nuevo gobierno no se limite a repetir las viejas y fracasas estrategias de ajuste fiscal. Asumir que el sector publico padece una conformación irracional, plagada de solapamientos y malas prácticas. Más allá de quién esté a cargo de la conducción, el sector público argentino es estructural y crónicamente deficitario como consecuencia de su mala organización.

Un problema organizacional no se resuelve con ajustes sino replanteando integralmente la conformación. Se trata de transformaciones que requieren mucha más innovación y audacia que las estrategias tradicionales, pero tienen la ventaja de que además de generar las condiciones para alcanzar y sostener el equilibrio fiscal, permiten simultáneamente mejorar la calidad de la gestión pública.

Consiste en asumir una agenda de transformaciones muy desafiante que incluye, entre sus capítulos medulares, la simplificación y unificación de impuestos, la eliminación de la coparticipación para que cada provincia se financie con lo que genera en su territorio y el ordenamiento de funciones para que los tres niveles de gobierno no se superpongan entre sí en los servicios que tienen que brindar a los ciudadanos.

El riesgo: pasar por alto que somos un país federal
Desde sus orígenes, Argentina adoptó un régimen federal. Bajo esa lógica, la Constitución previó la distribución de potestades tributarias y funciones entre jurisdicciones. Una definición muy importante es que los principales servicios a cargo del Estado –como salud, educación, justicia, vivienda, seguridad, infraestructura local, asistencia social- son responsabilidad de las provincias. Esto alerta de que la Nación no debería seguir ejecutando de manera superpuestas políticas en estas áreas. Se trata de un tema decisivo porque involucra una enorme masa de recursos y contribuye a deteriorar la calidad de la gestión.

Los aires transformadores que trajeron las PASO serán desperdiciados si se pasa por alto este rasgo central de la arquitectura organizacional del Estado argentino. Un ejemplo muy ilustrativo de planteo inconducente se da con el debate alrededor de los vouchers en educación. Desde La Libertad Avanza se lo menciona como la herramienta para superar la anacrónica gestión estatal de las escuelas. Pero pasan por alto que el Estado nacional no gestiona las escuelas. El artículo 5° de la Constitución Nacional establece, explícitamente, que cada provincia se reserva para sí la administración de la educación básica. El Estado nacional puede inducir a que la gente presione a sus gobernadores para que mejoren la gestión educativa, pero carece de instrumentos para intervenir de manera directa en la gestión a fin de mejorar la calidad educativa.

También carece de sentido el planteo de cerrar ministerios nacionales que interfieren en responsabilidades provinciales (Educación, Salud, Desarrollo Social, Hábitat), para crear un gran Ministerio del Capital Humano. Que los actuales ministerios pasen a ser un nuevo ministerio es un cambio cosmético. La transformación disruptiva es desmantelar las burocracias y los programas nacionales solapados con las provincias.

No volver a desaprovechar oportunidades
El gobierno alcanzó a llegar a las PASO eludiendo la devaluación que tuvo que hacer al día siguiente. De todas formas, se trata de un pequeño escalón en el tortuoso proceso de sinceramiento de inflación reprimida que tendrá que ser explicitada en el futuro.

Esto acrecentó el malestar, la incertidumbre y la crisis. Pero las PASO también canalizaron un mensaje novedoso para el contexto político argentino. De la capacidad de los candidatos a encauzar en el sentido correcto el apoyo que manifestó la población a instrumentar reformas disruptivas depende la posibilidad de que la Argentina salga de la decadencia.

(*) Coordinadora de Investigación IDESA