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El humor al poder

¡Qué gran mentira la verdad!

3-5-2020-mentira verdad
Pedirle a Juez que no haga chistes es como decirle al Coyote que, por la cuarentena, lo deje de perseguir al Correcaminos. | CEDOC PERFIL

Se está volviendo cada vez más difícil para mí separar las noticias falsas de las que no lo son, porque se empiezan a parecer cada vez más entre sí. Es como enamorarse de alguien que tiene una hermana gemela: siempre nos quedamos con la sospecha de que nos hayan hecho pasar una por otra. En estos días se habla mucho de novelas, películas o series sobre distopías que se adelantaron a lo que nos está pasando hoy.

Pero lo más grave es que cualquier idea descabellada que se nos ocurra en este momento, dentro de dos horas podría ser real, desde los médicos chinos cuya piel se ennegreció luego de un tratamiento contra el coronavirus, hasta la recomendación de Donald Trump de inyectarse lejía para combatir esa enfermedad.

Una pandemia, un asteroide que podía llegar a colisionar con la tierra, asesinos que habrían sido liberados en las prisiones, volcanes que entran en actividad de manera simultánea… ni a los guionistas que trabajan para Marvel se les hubiese ocurrido que sus superhéroes tuviesen que enfrentar semejante cadena de catástrofes.

Por eso, no es de extrañar que resulte tentador para la clase política mostrarse con ese perfil de titanes ante los ciudadanos. Ya me pasó con un par de casos de clientes míos a los que tuve que hacer desistir de vestirse como el Hombre Araña o como Iron Man. “Es para promover el uso del barbijo”, se justificaban.

Como si eso fuera poco, a los del Pentágono se les ocurre difundir justo ahora unos videos donde se ven supuestos platos voladores, lo que llevaría a pensar que habría que incorporar a “Chicken Little” en la lista de filmes proféticos. Tan descabellada es esta noticia, que ni Donald Trump se la creyó. Pero hay gente que está convencida de que nos encontramos en las vísperas de una invasión extraterrestre y, por eso, quien realice el famoso saludo vulcano del señor Spock, aunque sea en broma, corre el riesgo de que un vengador vocacional lo cocine a balazos.

En este marco, he aconsejado a quienes me consultan que desconfíen de todas las noticias y que se abstengan de reenviar cadenas de mensajes que denuncien la ocurrencia de calamidades como un ataque de Godzilla en Ciudad de los Cuartetos, la aparición de lágrimas bajo los ojos de la estatua del indio en el bulevar San Juan o el estreno de la sexta parte de “Los bañeros más locos del mundo”. Y les sugiero también ser muy cuidadosos en las redes sociales, sobre todo con las selfies que publican, porque algunos subieron fotos con pañuelo en vez de barbijo y parecía que estuvieran preparándose para la toma de una cárcel.

Con respecto a las declaraciones en los medios, les he prohibido que hablen de política partidaria, porque van a quedar más desubicados que Paul McCartney en una carnicería. Si les preguntan por fechas de internas, aspiraciones electorales o próximas candidaturas, deben poner la cara del Sargento García cuando el Zorro le marca la zeta en la barriga. Y esgrimir excusas como “hay otras prioridades”, “no es oportuno hablar de esos temas”, “mejor dejarlo para más adelante” o “estamos todos unidos en esta”, en vez de prenderse en la chicana fácil que tan efectiva se mostraba antes.

El ejemplo más evidente es el de Luis Juez, quien en la tv porteña afirmó que Alberto Fernández “está abrazado a la pandemia como cordobés al fernet” y se ganó el repudio de los que consideran que no se deben hacer chistes sobre la tragedia de la expansión del virus. Encima, pedirle a Juez que no se haga el gracioso es como decirle al Coyote que, por la cuarentena, lo deje de perseguir al Correcaminos.

En estos días, nuestro trabajo como asesores de imagen y consultores es más importante que nunca, porque la opinión pública está muy sensible y cualquier palabra de más puede ser muy difícil de remontar. Y si no, pregúntenle a Luis Barrionuevo, que en 1990 pidió dejar de robar por dos años, un lapso que hoy –por efecto del aislamiento social- se hubiera visto reducido a dos semanas… con posibilidad de renovación.