No va a ser un año fácil de olvidar el 2018 para Rolando “Roly” Serrano. Además de haber protagonizado con éxito distintas películas y obras de teatro, le tocó interpretar en la serie El Marginal 2 a El Sapo Quiroga, el líder de la banda criminal que manejaba los destinos de la cárcel de San Onofre. Un papel intimidante y sanguinario, actuado por Serrano de una manera magistral, que le valió el reconocimiento del público que se lo manifiesta de manera permanente mientras recorre las calles de Carlos Paz, ciudad en la que se instaló hace unos días para participar en la obra Sé infiel y no mires con quién (Teatro Candilejas 2), acompañado de un gran elenco. “La verdad es que no tenía pensado hacer temporada. A esta altura del año no imaginaba estar trabajando. Pero hace unos meses, mientras estaba haciendo Búfalo Americano con Claudio Rissi y Abel Ayala -una obra en la que nos fue maravilloso-, me llamó Javier Faroni y me propuso hacer este personaje en Carlos Paz, ciudad a la que considero como mi segunda casa, y tomarlo como un descanso. Es una comedia hermosa, con un lindo elenco. Me divierto la paso bien y son mis vacaciones trabajando”, cuenta Serrano en diálogo con PERFIL CORDOBA.
—¿Qué balance hace de este año que termina?
—Es absolutamente positivo el balance del 2018, tanto en teatro como cine. He filmado una película con Pablo Echarri y otra que se llama Capitán Menganno con el Puma Goity, un film hermosísimo. Además pude hacer Búfalo Americano y Casa Valentina, obras muy gratificantes para mí.
—Y para completar todo eso, el Marginal 2.
—Así es, una experiencia espectacular, con el Sapo Quiroga que rompió todas las expectativas.
—¿Por qué cree que tuvo tanto impacto ese personaje?
—Para hacer al Sapo Quiroga emule mucho al coronel Kurtz, interpretado por Marlon Brando en Apocalypse Now. Ese coronel hablaba del horror de la guerra. De alguna manera al emularlo, trabajé esas características. Lo que significa un hombre dentro de la cárcel, donde los códigos no existen, donde la vida pierde valor, el hombre se transforma en un animal, con el perdón de los animales. Eso también se ve un poco en esta sociedad en la que vivimos donde escasean los valores y cada uno se salva como puede porque no hay un sistema social que apunte a un mejor lugar. Todo eso representa el Sapo y por eso el impacto que tuvo.
—¿Qué le genera cuando se ve en ese papel?
—Por lo general, siempre soy muy crítico y pienso que lo que hago está mal pero esta es la primera vez en toda mi historia actoral que me sorprendo mucho al verlo. Creo que se sumaron años y años de experiencia. El personaje en sí tenía una calidad impresionante y yo me sumé bien, me sumé entendiéndolo y pude construirlo. Es la primera vez que lo vivo así de esa manera. En otros personajes me reconozco, pero en este me desconozco absolutamente y pienso: ´¿este soy yo, no puede ser?´.
—¿Hubo alguna preparación especial para construirlo?
—No, hay actores más jóvenes que sí tienen que hacer un pordiosero, tal vez se juntan con un pordiosero para ver qué vive o qué siente. Yo tengo otras maneras de construir un personaje. Lo voy armando desde la verdad. Son métodos, no hay uno que sea el elegido por todos y también sobre la marcha también se van ajustando detalles. La estética fue importante. Esos dientes de plata eran monstruosos (risas).
—¿Cuáles son sus proyectos para el 2019?
—El Sapo. Vamos a ver un poquito más del Sapo en 2019.
“Durante mucho tiempo arruiné mi salud, pero de a poco voy mejorando”
A lo largo de su carrera, muchas veces el estado de salud de Serrano preocupó a sus seguidores. Obesidad y depresión fueron algunas de las enfermedades que lo tuvieron a maltraer, sin embargo en los últimos años el actor fue recuperándose. “La gente se preocupa siempre mucho por mi salud y les estoy agradecido. Estoy mejorando mucho, pero de a poquito. Soy gasolero en ese sentido. Así como me tomó años arruinarme, calculo que va a llevar un tiempo mejorarme. Es todo a conciencia, no voy con una fórmula fija, pero siento que voy mejorando cada día y eso para mí es muy importante”, cerró.
