Avanzan las semanas y el gobernador Juan Schiaretti tiene claro que se acercan los tiempos de definiciones. En su panorama aparecen dos posibles horizontes: el primero y más factible es provincial, en el que su objetivo fundamental es convertirse en el sostén de la campaña del candidato a gobernador de Hacemos por Córdoba, Martín Llaryora.
El segundo consiste en atravesar las puertas de la provincia para formar parte de “algún esquema con otros sectores”, repiten en su entorno. Aquí, curiosamente, el panorama y las opciones son variados, especialmente si se tiene en cuenta la elección de los posibles socios de lo que sería la aventura nacional.
Por un lado, está Facundo Manes, hombre del radicalismo, con quien volvió a reunirse el jueves, aunque esta vez no hubo fotos. Las coincidencias son generosas y casi hay una mesa de trabajo conjunta. El diputado schiarettista Carlos Gutiérrez actúa como nexo con Manes, pero en el Centro Cívico hay algunas dudas sobre si el neurólogo se alejará del radicalismo. Tampoco está claro que Schiaretti deba cortar el cordón umbilical con el justicialismo, luego de más de 50 años de militancia.
Los schiarettistas relativizan esta posibilidad porque se abrió una nueva puerta con los gobernadores justicialistas, sobre todo después de que Cristina Fernández de Kirchner aseguró que en las elecciones de 2023 no será candidata a nada.
Allí Schiaretti ingresaría al selecto club de los gobernadores peronistas —que voluntariamente abandonó en algún momento— para definir un esquema y roles de cada uno. El sanjuanino Sergio Uñac y Omar Perotti (Santa Fe), entre otros, lideran la tabla de contactos.
Gordos en la mira. Acá apareció un subgrupo: los gordos de la CGT, que pueden llegar a tener injerencia en el armado de lo que podría ser una corriente interna novedosa, a esta altura de las circunstancias. A propósito, esta semana el jefe del peronismo cordobés se sentará con los principales sindicalistas para repasar el futuro electoral y la posición que tendrá el peronismo no kirchnerista, los históricos Luis Barrionuevo y Armando Cavallieri, más Gerardo Martínez, Rodolfo Daer y Carlos West Ocampo.
Si bien pareciera que no hay disposición para librar la batalla de Normandía en un plazo perentorio, sí se analiza el panorama. Todo el peronismo sabe perfectamente que si el ministro de Economía Sergio Massa consigue hacer ceder la inflación, es un candidato casi cantado del Frente de Todos, más si Cristina se autoexcluye de la carrera presidencial.
Verán en este grupo los pasos a seguir, aunque Schiaretti ya sabe lo que hará. Su posición antikirchnerista lo hará buscar otros horizontes.
Maldito cronograma. Si Schiaretti se decide a jugar sus cartas y avanzar junto al grupo de gobernadores, sindicalistas u otras opciones que incluyan a extrapartidarios, la elección del gobernador sería en agosto, junto a las Paso. Eso serviría para potenciar sus chances, imaginando que formaría parte de alguna fórmula nacional, ya sea como candidato a vicepresidente o al frente de una boleta. Asegurar Córdoba es una aspiración que no puede escapársele de las manos, si no quiere retroceder algunos casilleros en este juego.
Si se decide por junio y montarse sobre la campaña de Llaryora en la provincia, tendrá hasta comienzos o mediados de marzo para formalizar el llamado. Con esto, el gobernador tiene tiempo suficiente para realizar la convocatoria (90 días antes). Así las cosas, tensaría la cuerda con los opositores porque seguiría jugando a las escondidas y alteraría los ánimos en no pocos referentes del justicialismo. “Son riesgos, pero riesgos menores”, se atreven a manifestar en el Centro Cívico.
Si finalmente opta por el esquema nacional, la elección sería en agosto, con lo cual la convocatoria puede postergarse mucho más todavía. Hoy la preferencia o, mejor, la conveniencia, sería apostar al juego en Córdoba para defender las chances de Llaryora, según observan fuentes del entorno del gobernador.
Y acá empieza otro divertimento que en el verano será furor: las encuestas. En los últimos días, el juecismo difundió un sondeo que le da ventajas a Juez sobre Llaryora en la ciudad de Río Cuarto. Y también le concede un triunfo sin objeciones ante su posible adversario en la interna de Juntos por el Cambio, Rodrigo de Loredo. El trabajo corresponde a la consultora Lephare, que también consultó a los riocuartenses sobre un hipotético segundo escenario con tres candidatos: Juez, De Loredo y Llaryora. Allí también gana el senador nacional, aunque con una ventaja de algo menos de tres puntos sobre el intendente. Eso sí, el diputado radical queda en un lejano tercer puesto.
Los llaryoristas muestran orgullosos una encuesta de la consultora Zuban, Córdoba y asociados, de fines de noviembre, que tiene otros guarismos. Aquí Llaryora lograría una victoria inobjetable. La novedad que distingue a esta investigación es que fue presentada en un encuentro de concejales y tribunos de cuentas del radicalismo.
Por lo pronto, ni el gobernador ni Juntos por el Cambio quieren mostrar sus cartas. Protagonizan una carrera de largo aliento que tiene a Schiaretti, Llaryora, Juez y De Loredo como actores centrales de una película cuyo guión no terminó de escribirse ni mucho menos.