Dos de los artistas más influyentes y reconocidos de nuestro país, Marcia Schvartz y Eduardo Stupía, se reúnen por primera vez en “Dibujo y pintura”, una muestra que, con curaduría de Alejandro Dávila, promete un recorrido revelador por los caminos que los llevaron a la cúspide.
Sus obras, que ya habitan los museos más reconocidos del mundo, ahora dialogan en un espacio que celebra no solo su talento, sino una amistad de décadas.
El propio Stupía lo revela en el texto de sala, con una sinceridad que emociona: se conocieron en 1968, en la Escuela Nacional de Bellas Artes, y desde entonces, el arte ha sido su lenguaje compartido.
Sin embargo, nunca antes habían expuesto juntos de esta manera, en una suerte de “microcosmos” que sintetiza décadas de trabajo, desvíos y reinvenciones.
La crudeza social de Schvartz
Marcia Schvartz es un torbellino creativo que irrumpió en la década de 1980 con la “nueva imagen” y nunca dejó de evolucionar.
Sus lienzos son un espejo de la realidad, un mapa de los márgenes y los olvidados. Desde los personajes lumpen de las bailantas y hoteles de mala muerte de Buenos Aires hasta los paisajes áridos del norte argentino, Schvartz traduce en pintura y collage las expresiones más crudas de la condición humana.
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En la muestra se destacan series emblemáticas como “Infierno”, una recreación del derrotero lírico de Dante con una paleta de “casi pavorosa intensidad”, según escribe Stupía y “Las Erinias”, donde el uso de la arpillera como soporte es un manifiesto social. Su obra es un ejercicio sensitivo, una decodificación de la realidad silenciada.
Stupía: El jazz hecho dibujo
Con un lenguaje completamente propio, Eduardo Stupía navega por un universo de líneas, grafismos y juegos visuales.
Su impronta es tan personal que es casi un género en sí mismo. Las obras de Stupía son verdaderas “zapadas” de gestos libres e improvisados, donde el conocimiento de la historia del arte, la literatura, el cine y su amor por el jazz se funden en una narrativa visual única.
En sus creaciones conviven lápices, carbonillas, pasteles y acrílicos en una sinfonía de manchas, sombras y texturas que exploran la condición humana y la sociedad contemporánea a través de imágenes fragmentadas. *
Con su trazo, el artista visual demuestra que el dibujo no solo es una técnica, sino un modo de decir, un pulso vital que atraviesa el lienzo.
“Dibujo y pintura” es una oportunidad para sumergirse en la obra de dos gigantes que, desde caminos distintos, han enriquecido el arte nacional y lo han proyectado al mundo, como lo confirman sus galardones y la presencia de sus obras en colecciones como la del Museo Reina Sofía o el Tate Modern.