En sus primeras dos semanas en Economía la ministra Silvina Batakis comenzó a aplicar algo de la olvidada “sintonía fina”. Luego de una conferencia de prensa en la que trazó los lineamientos generales de su plan y apuntó a que buscaría la sustentabilidad fiscal con un ordenamiento del gasto público y que ratificara que no está en los planes del gobierno devaluar el tipo de cambio, esta semana comenzaron a verse las primeras medidas.
El jueves se publicó en el Boletín Oficial un incremento del 10% en la percepción a cuenta de Ganancias de la alícuota que se paga sobre los consumos en dólares con tarjeta de crédito. Así, el llamado dólar turista pasó de pagar un impuesto del 35% al 45%. La inquietud sobre la solvencia de algunas medidas y del rumbo general de la macro no cedió. Lo demostró un nuevo repunto en el Riesgo País y la valuación de los dólares financieros que siguieron cotizando en la línea de los $300.
Pero el mensaje estaba lanzado. Ir sobre ciertas operaciones para desalentar la fuga de los dólares, sin generar un incremento en el tipo de cambio, muy caro, en términos de impacto social y político. Con todo, el dólar turista a $236 está todavía bastante lejos de los dólares libres y financieros y los operadores turísticos, aún molestos con la medida, reconocen que quienes quieren viajar y consumir en el exterior no van a dejar de hacerlo tras este nuevo incremento.
Segmentados. Pero el movimiento más simbólico en términos de una política de “sintonía fina” es, sin dudas, la habilitación online que comenzó el viernes del Registro de Acceso a los Subsidios a la Energía (RASE), para que los clientes se inscriban y sean ser exceptuados de la quita del beneficio.
"El Estado cubre, en promedio, más del 70% del costo de la energía que llega a los hogares. En el esquema aplicado hasta junio de 2022, el subsidio alcanzaba incluso a los sectores de mayores ingresos que no necesitaban del acompañamiento del Estado. Esta nueva propuesta de segmentación tiene como objetivo asignar los subsidios a la energía según la capacidad económica de los hogares, manteniendo los subsidios en aquellos con ingresos bajos y medios que requieren de la asistencia estatal para pagar sus boletas de electricidad y gas”, apuntó el gobierno.
Para avanzar en esta segmentación en la quita de los subsidios hubo un cambio clave respecto del plan de Guzman: la aplicación de criterios de geolocalización. En concreto, se avanza en la quita de subsidios porque entre el Instituto Patria, Economía y Energía se negocio que una vez elaborado el padrón se analizará si la cantidad de usuarios inscriptos tiene relación con la población de cada jurisdicción.
Para el estado nacional, la quita de subsidios recaerá sobre el 10% de la población con ingresos más altos. Ese criterio no estaba contemplado en la poda de subsidios que buscaba Guzmán. Así, se espera que una vez consolidado el padrón de beneficiarios, se lo analizará y se contemplarán las cantidades de inscriptos que corresponden a cada jurisdicción para luego avanzar. Es un plan más lento, más fino y con el aval del kirchnerismo. Todo lo que no tenía el plan de Guzmán.
Batakis no logró calmar del todo a los mercados ni achicar la brecha ni bajar la tensión cambiaria. Pero si la segmentación tarifaria y la quita de subsidios funciona se anotará algunos “porotos” interesantes en esto de dar solvencia fiscal al funcionamiento del Estado.
Hay que recordar que el ítem de los subsidios vinculados a la energía es una de las mochilas más pesadas. Entre enero y mayo de este año esa cuenta se comió el 14% del gasto primario. Avanzar hacia esa meta parece una de las claves y uno de los pocos logros que se podrán mostrar en un segundo semestre que será más seco en términos de reservas de Central, en el que se seguirá sufriendo por la restricción externo y en el que la inflación, el mal de males, comenzará a pegar aún más fuerte.