El teatro Real se encontraba a oscuras. Las pocas luces que se encendieron durante la presentación de la edición conmemorativa de la novela Rayuela de Julio Cortázar, solo dibujaban las figuras del cuarteto encabezado por el maestro Horacio Burgos, que interpretó una pieza de jazz, la música favorita del autor de El Perseguidor.
Con semejante introducción, las luces se extendieron solo al panel que con claras diferencias valoró la obra de Cortázar desde lo personal, lo histórico, lo comercial y lo político.
El auditorio estaba extasiado y probablemente dividido en su interés entre Cortázar y su amigo,Mario Vargas Llosa, quien cerró las alocuciones al contar una infinidad de detalles de su vida en común para luego dar lugar a una valoración compartida por los cultores del escritor franco- argentino: Son los cuentos los que pasarán a la posteridad y no la celebrada novela.
"¿Es la mejor obra de Cortázar, Rayuela? Yo creo que no. Yo creo que el Cortázar del futuro... Estoy seguro de que será siempre leído, que tendrá siempre admiradores, devotos y discípulos literarios, pero que probablemente el Cortázar más duradero, el Cortázar eterno, si es que hay eternidad en el mundo de la literatura –algo que es muy discutible–, será probablemente el de los cuentos", afirmó el Premio Nobel.
Por otra parte, fue una pena que el escritor y expresidente nicaragüense Sergio Ramírez, también presente, quedara opacado por la fascinación que despierta el peruano.
Ramírez se ocupó de describir en primera persona el contexto de producción de la obra celebrada, los años ‘60 y su profundo impacto hasta hoy.
"Escribir no se separaba de la idea de acción, era un solo frente de rebeldía", dijo, y más tarde agregó: "Los principios eran letra viva y no, como hoy, reliquias a exhumar".
Editada por Alfaguara, en conjunto con la Real Academia Española, la Asociación de Academias de la Lengua Española y la Academia Argentina de Letras, Rayuela espera seguir el camino de la rentabilidad que le dio a la editorial las anteriores ediciones conmemorativas.
Graciela Montaldo, representante del sello, advirtió que de El Quijote se vendieron tres millones de ejemplares, mientras que de Cien Años de Soledad, un millón.