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Carlos Alberto Cerutti

Tres décadas sin "el Palo"

El 3 de mayo de 1990 el deporte cordobés sufrió la trágica pérdida de una de sus más promisorias figuras. El basquetbolista de Morteros tenía 21 años y brillaba en Atenas y en la selección argentina.

Carlos Alberto Cerutti
“Palito | Archivo Gustavo Farías / Gentileza

Dos polideportivos llevan su nombre en la Provincia y también se llama Carlos Cerutti un Encuentro de Premini-básquetbol que ya suma 28 ediciones en la ciudad de Morteros, la cuna del ex recordado jugador de la Asociación Deportiva Atenas y del seleccionado nacional, de cuyo trágico fallecimiento se cumplen hoy 30 años.

“Fue un grande con todas las letras. Una muy buena persona y un enorme deportista. Era un jugador con un gran futuro en el básquetbol argentino”, refiere Marcelo Milanesio, ídolo del club de barrio General Bustos y compañero de equipo de Cerutti en los albores de la Liga Nacional.

“Palito”, como le decían, debutó en el “Griego” con apenas 16 años.  Atenas 119-Olimpo de Bahía Blanca 79, el 24 de agosto de 1985, fue el primero de los 148 partidos en los que defendió la camiseta del Verde. Jugaba de pivote, medía 2,04 metros y lucía la camiseta número “7” que heredó de Medardo Ligorria y que luego utilizaron Fabricio Oberto, el primer NBA cordobés, y Bruno Lábaque, actual manager ateniense. 

En su club de origen, 9 de Julio de Morteros, había alternado entre el básquetbol y el fútbol, donde algunos seguidores llegaron a bautizarlo como “Scotta”, en alusión a un delantero de fuerte pegada que jugó en San Lorenzo de Almagro y en el seleccionado argentino en la década del ’70.  

Técnica y corazón

Cerutti fue integrante del histórico plantel que en 1987 ganó el primero de los nueve títulos nacionales que suma Atenas, venciendo 3-1 a Ferro Carril Oeste en la serie final. Al año siguiente repetiría la vuelta olímpica ante River Plate, en una definición donde fue elegido el Jugador Más Valioso. Mientras tanto se consolidaba en la selección argentina, con la que llegaría a disputar dos Sudamericanos, un Panamericano y un Premundial que otorgaba cinco plazas para la Copa que en agosto de 1990 se realizó en Argentina y que tuvo como una de sus sedes al Pabellón Verde de Feriar.

“No tengo dudas de que Cerutti hubiera jugado aquel Mundial”, afirma Luis Alberto López, periodista con asistencia perfecta en la cobertura de las 36 ediciones ligueras. “En aquel tiempo había carencia de pivotes en Argentina y ‘Palito’ pintaba para ser un jugador desequilibrante en ese puesto. Tenía técnica, corazón y garra. Era un jugador muy completo y con mucha noción de juego. Antes de recibir la pelota él ya sabía si tenía que tirar al aro o descargar la pelota en un compañero”, añade el especialista.

“En Atenas era un jugador muy importante y ya se había ganado un espacio en el básquetbol argentino. Tenía talento e inteligencia. Era un deportista muy maduro a pesar de su corta edad”, asegura Héctor Campana, otro de los íconos de aquel equipo multicampeón. “Palo era un amigo, un buen tipo, un pibe muy humilde y de un corazón enorme. Era muy amiguero. Le gustaba mucho comer asados, charlar… ¡Parece mentira que ya hayan pasado treinta años!”, añade “Pichi”.

Palito Cerutti

“El Palo” está presente

Atenas 104-Echagüe de Paraná 100, el 15 de abril de 1990, fue el último juego de Cerutti. Seis días más tarde sufrió un accidente viajando en automóvil de Brinkmann a Morteros y el 3 de mayo de 1990 se convirtió en leyenda. Cuatro semanas después Atenas logró su tercer torneo nacional, ante Sport Club de Cañada de Gómez. “Fue muy difícil jugar la final en esa situación, pero nos hicimos fuertes y ganamos esa liga con esas ganas especiales de dedicarle el título”, recordó Diego Osella en Básquet Plus.


“Aquel equipo era una familia y la muerte de Cerutti nos rompió el alma. Me acuerdo que lo despedimos en Morteros y ahí nomás nos fuimos a jugar en Bahía Blanca la semifinal con Olimpo y fuimos un desastre. Después la historia cambió. Fue como que todos nos hubiéramos puesto un pedacito del ‘Palo’ para poder ganar esa Liga”, comenta Walter Garrone. 

El entrenador recuerda al pivote como “un chico muy talentoso, con un lanzamiento de gancho importantísimo, que siendo muy joven ya se había ganado un lugar entre los cinco titulares”. “Hacía amistad muy fácilmente y no sólo con los jugadores de su edad. Se había hecho muy compinche con Marcelo (Milanesio) y con Germán Filloy”, añade.

“Una vez tenía que viajar a Buenos Aires con Diego Osella para entrenar en la selección juvenil y no llegaba a tiempo, entonces hablé en la Escuela de Aviación y le conseguí un vuelo. Cuando regresó me dijo: ‘Walter, ¿en qué me mandaste? ¡No metieron en un rastrojero con alas!’. De lo mal que lo había pasado ni siquiera había podido entrenarse”, rememoró Garrone.

El 14 de mayo de 1992, mientras Atenas disputaba la serie con GEPU de San Luis que le daría su cuarto anillo, el entonces Polideportivo General San Martín fue rebautizado como Carlos Alberto Cerutti. Fue la noche en la que retumbó más fuerte ese grito de batalla que patentó para siempre la hinchada ateniense: “¡Se siente, se siente, el Palo está presente!”.