Tucumán, la provincia más pequeña de Argentina con 22.525 kilómetros cuadrados, no escatima en la variedad e intensidad de sus paisajes que incluyen las yungas, selva de montaña, hasta escenarios semidesérticos.
La selva tucumana es generosa. Es un escenario natural se ofrece una amplia gama de opciones para el relax y el turismo de aventura. Todo, matizado con la revalorizada cultura originaria cuyos habitantes exhiben con orgullo.
A pocos minutos de San Miguel, en Yerba Buena, se encuentra el Jardín Horco Molle que depende de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Ocupa unas 90 hectáreas donde sus guardaparques custodian celosamente unas 30 especies de plantas nativas. Su nombre es un homenaje al horco molle –“que brilla en el cerro”– una de las variedades más presentes en la región. El camino para llegar hasta ahí está plagado de ciclistas que salen a entrenar o simplemente a disfrutar del paisaje.
Es recomendable visitar también el Jardín Botánico municipal Percy Hill. Además de una exposición de la flora autóctona de la selva subtropical, hay unas 80 especies de aves.
A pocos minutos, está el sendero El Funicular. Fue un proyecto de mediados del siglo pasado que aspiró a lo grande: construir en la cima del cerro una ciudad universitaria, con residencias para docentes y estudiantes. La iniciativa quedó en los pilares fundantes, la mole, y las huellas en las vías por el que ascendía el funicular con el material para la ambiciosa construcción que quedó trunca.
Hoy, es una excelente opción para hacer trecking. Hay senderos que proponen caminatas de baja a mediana exigencia por la que se atraviesan seis puentes; opción que se puede hacer también en noches de luna llena. Para los dispuestos a asumir mayores desafíos está Puerta del Cielo, una pared prácticamente vertical de rocas.
En uno y otro caso, el paseo se inunda de olores, colores y sonidos de la selva.
San Pedro de Colalao, en bici y a caballo. La pequeña localidad, a hora y media de San Miguel, está enclavada en una zona de restos arqueológicos y una fuerte presencia de la cultura calchaquí.
Una posibilidad muy atractiva es recorrer el centro histórico en bicicleta, pasando por el museo, la iglesia y, en época estival, la feria de artesanías.
Una de las piezas que son un símbolo del lugar es la piedra pintada, una roca instalada en el medio del cauce del río que tiene impresas figuras cuyo significado aún está en proceso de ser decodificado. Alguien intentó moverla, fue imposible. Se cavó hasta dos metros y medio de profundidad pero nunca se llegó al fin de la estructura.
A cabalgata es posible llegar hasta el refugio de montaña Dos Pozos. Allí, sus dueños esperan al visitante con múltiples propuestas: trecking, mountain bike, campamentismo. Al lugar se accede por camino de tierra hasta alcanzar una cima en la quebrada desde donde se tiene una vista panorámica de las yungas.
Tafí Viejo, la sinergia entre lo público y lo privado. La hostería Atahualpa Yupanqui es un hotel municipal catalogado cuatro estrellas superior. Con spa y 25 habitaciones, de las cuales cinco son premium, tiene capacidad para 71 personas. Está rodeado de eucaliptus y, además de una cava propia a la que van los comensales para elegir los vinos para maridar las comidas, exhibe un espacio muy original: un museo arqueológico.
La ciudad, de 120 mil habitantes, tiene otro espacio destacado: el mercado municipal. Abrió sus puertas en marzo de este año después de permanecer cerrado tres décadas. Hoy es un lugar de venta de carnes, verduras y frutas, propuestas gastronómicas, negocios con productos regionales y artesanales, algunos tan originales como el yogurt de limón.
En San Javier, que goza de un microclima, se levanta un polo gastronómico en el que se realizan eventos llamado La Primera Confitería, refaccionado y que próximamente sumará un hostel.
El dique El Cadillal es otra opción para visitar. Propone actividades náuticas como Kayak y paseo en catamarán. Tiene una aerosilla, restorán y confiterías, locales con producción regional y el museo de arte con exposición de piezas pertenecientes a la cultura candelaria que muestra lo que era la gran nación diaguita que pobló gran parte del norte argentino.
A pocos minutos se levanta Raki, un parque con deportes en altura y tirolesa para todas las edades.
En síntesis, un recorrido de lugares cercanos, amigables, diversos, donde los tucumanos reciben al turista y le proponen lo mejor de su tierra y su cultura.
Más información en https://www.tucumanturismo.gob.ar/