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ANÁLISIS Y PERSPECTIVA

Vendimiario

1-11-2020-Logo Perfil
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El 5 Fructidor del año IV se votó en Francia una nueva Constitución, la del año III. Ese 27 de agosto de 1795, la abstención fue del 80%. Por ello, el desprestigiado y débil gobierno revolucionario logró aprobar que dos tercios de los agonizantes Consejos de los Quinientos y de los Ancianos integraran la nueva Convención. La revuelta maduraba, más aún con el hambre: la administración sólo imprimía más papel moneda. El Luis de oro subía 100 francos por hora, mientras los “vientres corruptos” se enriquecían con los bienes del clero y la nobleza.

Napoleón tenía antecedentes regionales nobles de una rama empobrecida. Nació fuera de la cultura francesa. Adquirió cierto prestigio en el sitio de Tolón en 1793. Como deseaba un ascenso se unió a los poderosos: Robespierre, “el Joven” y Barras. Luego de la Reacción de Termidor cayó en desgracia por su vinculación con el jacobino, entonces fue encarcelado y luego sólo recibió un destino menor en la división geográfica del Ejército. Cuando estaba por ofrecer sus servicios como oficial de artillería al extranjero, se presentó Vendimiario.

En octubre de 1795, las secciones de París estaban cansadas de que la “libertad e igualdad” convivieran con el hambre y los privilegios de la Asamblea Parlamentaria, la “Convención”. La rebelión tenía 30.000 bayonetas contra 6.000 o menos del Parlamento, con sede en Las Tuilleries. Paul Barrás, ex noble, enriquecido parlamentario y amante de Josefina, estaba a cargo de la defensa del gobierno. El comandante militar anterior, Menou, se había negado a abrir fuego contra el pueblo y solo había parlamentado.

El 12 Vendimiario, Barrás, tuvo la certeza del ataque que se produciría al día siguiente y sabiendo que su cabeza estaba en juego, convocó a Napoleón. Si éste aceptaba y triunfaba, tendría su ascenso; el fracaso significaba la muerte. Con determinación, el Corso corrió el riesgo percatándose al instante de que la defensa era una cuestión de cañones. Murat, con caballos y hombres suficientes rescató 40 cañones de la colina de “Arenales”, 15 minutos antes que llegaran los insurrectos. Al amanecer del día 13, Napoleón tenía ubicada la artillería. Por el sur, el Sena hacía de barrera natural y con una batería en cada puente era suficiente; por el lado derecho del río, una serie de callejuelas de acceso complicaba la defensa. El general se ubicó en el extremo norte del palacio, donde había más peligro. A las cuatro y media de la tarde sonó el primer disparo. Se desató una encarnizada lucha en la que al General hasta le arrebataron una batería y mataron su caballo. Pero en el fragor, movió dos baterías para atacar el flanco y esto inclinó la balanza. En los puentes y los alrededores los insurrectos fueron ametrallados sin piedad. El General tuvo, incluso, que recuperar el puente Real, con andanadas de frente y costado en la calle del Bac, a la salida del puente. En poco más de dos horas la lucha terminó con 400 muertos y la Convención se salvó.

Ironía de la historia: el hombre que personificó el poder personal sustitutivo de la monarquía y de la plutocracia parlamentaria (fruto del gobierno “representativo”), ascendió al salvar a un Parlamento que ya despreciaba.

Hoy, los parlamentos se hunden: debe ser Napoleón que los cañonea desde algún lugar.

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