CULTURA
BLADE RUNNER 2

Segundas partes nunca son buenas, pero sí necesarias

En 2017 –la imprecisión de la fecha es una muestra de lo poco que se sabe aún– se estrenará “Blade Runner 2”, dirigida por Denis Villeneuve y con producción ejecutiva de Ridley Scott (director de la “Blade Runner” de 1982). Conjeturas, misterios y algún adelanto de la secuela en la que –se espera– se develará si Deckard es o no un replicante.

Aventura. El afiche de la “director’s cut” de 1982 y una toma de rodaje de aquel año.
| Cedoc Perfil
Se anunció a fines de año: la secuela de la película de culto Blade Runner comenzará a rodarse en junio de 2016 dirigida por Denis Villeneuve, con guión de Hampton Fancher (coautor del original) y Michael Green, y la producción ejecutiva de Ridley Scott. Hasta el momento, se sabe que contará con la interpretación de Ryan Gosling y Harrison Ford otra vez en el rol de Rick Deckard, el policía encargado de eliminar a los replicantes (androides) Nexus-6. Aún no tiene título (si bien la Warner ha registrado varias páginas con Androids Dream) y no hay fecha para el estreno, aunque se supone que será en 2017. En cuanto al argumento, no hay demasiada información, si se excluye algunas versiones sospechosas que circulan por internet. Según parece, se situará aproximadamente en 2047 (unos treinta años después de la primera, que transcurría en 2019), dependiendo de lo joven que pueda aparentar Gosling, según dijo Scott el año pasado mientras promocionaba The Martian.
En noviembre, en el Festival de Cine de Los Angeles, Scott volvió a referirse a la secuela de Blade Runner (estrenada en 1982) y narró las primeras secuencias. Empezará en una especie de granja-fábrica, de acuerdo con el universo distópico de la primera, y mostrará a Deckard llegando en un Spinner (un vehículo volador). La escena se desarrollará en Wyoming en un inmenso terreno llano, arado y sin vallas, consumido por una sequía, con un enorme árbol muerto y sostenido por alambres en primer plano. Según Scott, la imagen le recuerda mucho al ambiente (Estados Unidos de la década de 1930) del film Las uvas de la ira, basado en la novela homónima de John Steinbeck  y dirigido por John Ford en 1940. En esa primera escena, llena de polvo, hará su aparición también un gigantesco sujeto de unos 150 kilos que maneja una enorme cosechadora, quien se sentará junto a Deckard en el porche de la casa mientras todo cruje.  
Lo más importante –como lo saben los devotos de Blade Runner– es que Scott también anunció que la secuela revelará si Deckard es un replicante, ya que la primera película deja flotando la duda. ¿Pero cómo se descubrirá? En la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968) de Philip K. Dick, en la que se basa el film, Deckard parece humano. De hecho, aprueba el test de Voigt-Kampff, aunque en la misma novela se pone en cuestión su confiabilidad. El test se hace con una máquina y permite comprobar si alguien es humano o un replicante (en la novela, los Nexus-6 son tan parecidos a los humanos que no se los puede distinguir físicamente). La máquina del Voigt-Kampff mide la variación de funciones corporales (respiración, rubor, ritmo cardíaco y movimiento ocular) y el tiempo de reacción a una batería de preguntas. El testeo provoca una respuesta emocional en un humano, pero no en los replicantes. En el film, donde no se lo pone en cuestión, el test funciona a la inversa: busca respuestas anormales en un humano para indicar la inmadurez intelectual o afectiva del replicante (sólo viven cuatro años). La reacción de la pupila se considera anómala. De cualquier manera, el test sólo establece un grado relativo de certeza, puesto que la falta de empatía o la inmadurez psíquica son también humanas.  
Si Deckard es un replicante en la secuela, como algunos aseguran, cabe inferir que en el universo distópico de Blade Runner ya no habitan humanos en la Tierra (al menos, normales). Lo cual ya estaría contenido en el primer diálogo entre Deckard y Rachel, la Nexus-6 de la que se enamora: “¿Le gusta nuestro búho?”, dice ella. “¿Es artificial?”, pregunta él. “Naturalmente”, responde ella.